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CAP TEATRO |
El
motivo de esta entrevista de Víctor Benítez a Mónica Melgoza y Tavo
Fox, integrantes de CAP Teatro, no es sólo la conmemoración de su
vigésimo aniversario. Aquí hablan a fondo sobre los mecanismos que
originan sus obras de carácter didáctico para la difusión de programas
institucionales. Su trayectoria habla por sí sola: una compañía teatral
muy peculiar en el medio veracruzano
Tavo Fox y
Mónica Melgoza son parte de la compañía CAP Teatro que acaba de cumplir
20 años de trabajo independiente. Esta agrupación se caracteriza por
hacer lo que les pidan, desde escribir una obra que hable de educación
vial hasta otra sobre los embarazos no deseados. Estos dos artistas
prefieren el método lúdico y entretenido de visitar escuelas y andar
recorriendo el estado. Han participado en varios festivales y hasta le
han hecho al teatro de divulgación científica.
¿Cómo surge CAP Teatro?
Tavo
Fox: Como agrupación teatral, un 3 de marzo de 1992, en las aulas de la
facultad de Contaduría de la UV –cuando aún era estudiante–. Me
pidieron coordinar una actividad para juntar al grupo a través de una
fiesta, un viaje y una obra de teatro; esto fue porque la maestra que me
lo encargó había visto un trabajo breve que hice tiempo antes, así que
me dijo que quedaba a cargo de dirigirla. Nos llevó un rato ensayar,
escoger, decidir qué obra; terminamos escogiendo Cada cosa en su lugar de
Alicia Uzcanga Lavalle. Nos pusimos a trabajar porque para nosotros
esto era debut y despedida. Nos presentamos un 3 de marzo de 1992 y al
terminar se acercó la misma maestra y dijo que le había gustado el
trabajo final. Sugirió presentarlo a toda la escuela porque se acercaba
la Semana del Estudiante, nos programaron y nos presentamos una función
en la mañana y otra en la tarde y a partir de ahí se fueron acercando
personas a decirnos que cómo le hacían para integrarse. Técnicamente no
éramos un grupo de teatro. Se dio un festival de teatro en el 93 y
decidimos participar. Del 93 al 2000 estuvimos en cinco festivales donde
obtuvimos diversos premios y reconocimientos, pero saliendo de la
facultad venía la pregunta ¿ahora qué sigue? Muchos se dedicaron a
trabajar en empresas, otros a la docencia, pero nunca dejamos de hacer
teatro.
Entre
1996-1997 se dio uno de los trabajos que marcó lo que en un futuro
sería lo que hoy hacemos. La dirección de Tránsito nos pidió una obra de
títeres dirigida a los niños para el programa de educación vial. Entre
1997-1998 recorrimos el estado con un programa de títeres de educación
vial. A partir de 2000 participamos en el Festival Universitario y a
partir de ese momento CAP Teatro da un giro diferente. Tomamos la propia
dramaturgia, comenzamos a crear nuestros propios textos pero basados en
la idea de decir: el mensaje que quiero tiene que ver con cuestiones sociales y didácticas.
Entonces empezamos a funcionar de esta manera utilizando temas de
derechos humanos. Creamos un texto que a la fecha continuamos
representando que se llama Vístete y Ven, un trabajo escénico de embarazos no planeados que curiosamente nos becó el gobierno. En 2002 creamos Derechitos,
sobre los derechos y obligaciones de los niños; una obra que la primera
vez que la montamos duraba 20 minutos y ahora dura casi 45, lo que
quiere decir que en 10 años se ha ido modificando y enriqueciendo para
beneficio de los pequeños. Hasta podría decirse que es nuestra obra de
batalla, la que nos ha traído por todos lados. Es una obra que perdura.
Mónica
Melgoza: Principalmente por las temáticas que manejamos. A lo mejor a
mucha gente de teatro le interesan textos actuales, nuevo teatro.
Nosotros, por azares del destino, –así nos han llevado las
instituciones–, fuimos creando este teatro didáctico construyendo textos
a partir de lo que las instituciones necesitan difundir. Así es como
sin querer nuestros textos permanecen por años vigentes.
¿Esto los aparta de lo artístico?
MM:
No deja de ser artístico, es lo principal. Las instituciones de repente
dicen que quieren esto, aquello y lo otro, y es cuando entonces decimos
que no podemos sobrecargar de información porque la gente va a ver una
obra de teatro no olvidando lo que es una obra. No vamos a dar
conferencias ni una plática acerca de lo que es el IFE. A través de lo
que tenemos, seleccionan o toman por interés difundir ciertos temas.
También hay instituciones que dicen querer algo nuevo, entonces vemos
qué es exactamente qué quieren y sobre eso lo hacemos
¿Trabajan únicamente con público cautivo?
MM:
Principalmente es público cautivo porque las instituciones son las que
patrocinan los eventos y son quienes nos contratan. Rara vez hemos
estado en temporada porque es más público el que tenemos en primarias y
de alguna manera es mucho más rico ir a donde hay más gente que pueda
ver tu trabajo.
TF:
Esta situación, no por el tipo de teatro sino por las temporadas
teatrales. La falta de espacios, la difusión, el boletaje, el costo,
toda esta parte es cuestión de invertir porque resulta que después de 10
funciones no hay ganancia y hasta perdimos, porque se fue el dinero en
producción, en el traslado, los carteles, los pendones; es mucho más
trabajo estar en temporada que ir a donde ya hay un público.
¿Entonces aquí la culpa la tendría la falta de instituciones dedicadas a la producción teatral?
MM:
Por un lado está la poca cultura de la gente, la poca costumbre… Salir
de su casa para ir al teatro, el teatro sobrevive pero a duras penas. Sí
hay instituciones que se interesan por la difusión de sus programas por
medio del teatro, nada más que no hay mucha gente que lo haga.
TF:
Sí, de repente también a la institución le ocurre el desconocimiento.
Nosotros vamos, tocamos la puerta y decimos tengo esto, esto y esto; ¿te
interesa? También siendo la parte de los contadores, contadores que
cuentan historias; pasamos por la facultad de Teatro y viendo todas
estas posibilidades, la parte técnica y legal, nos volvimos asociación
civil. Esta parte es la que a las instituciones les gusta; que uno
llegue con un recibo y el respaldo de 20 años de trabajo. Que se pueda
realizar un contrato por 20 funciones y saber que no le vas a quedar
mal.
Pero ¿qué hay detrás de la formalidad?, ¿existe calidad en el arte?
TF:
La propuesta es: tú, público; yo, actor. Nosotros viajamos para tomar
cursos o talleres y vemos lo que se hace en otras ciudades, sentimos que
en Xalapa hay un buen nivel artístico en general.
Me refiero a que alguien decía: en Xalapa se oye que a cada rato hay conciertos, hay obras, esto y lo otro, pero al final todos son anónimos. No hay nombres que resalten en esta ciudad.
TF:
Claro, no hay que olvidar que la Universidad Veracruzana es una fuente
de grandes artistas y productores en todo el estado. Entonces oyes
hablar de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, el grupo Tlen Huicani y el
grupo de Jazz, y del Coro de la Universidad, la Organización Teatral de
la Universidad... y es que a lo mejor es eso, son grupos. Pero si dices
¿quiénes son famosos? Pues todos…
MM: Comercialmente, si lo medimos con la televisión pues a lo mejor no…
La mayoría de los mencionados pertenecen a la universidad, como he dicho en otras ocasiones, y ahora que mencionas a la Orteuv, hablando especialmente de ellos, no son malos pero ni teniendo todo el equipo de producción que tienen pueden llenar las salas del Teatro del Estado. Y entonces vemos funciones de teatro independiente, por ejemplo los Guggemheim, que se presentó en diversos foros como la Sala Chica y el Tierra Luna y tuvo un éxito rotundo. Tuvo lleno todas las temporadas y donde quiera que se presentaron.
MM: Alejandro Ricaño está en este momento en un boom como dramaturgo, entonces la gente va a donde suena ese boom.
TF:
Yo creo que hay un momento donde el exceso también no es bueno. Llega
el fin de semana y tengo teatro en la Rueca, en la Caja, en el
Recreativo –y eso que no hay espacios–, entonces tengo tanto que no voy a
ninguno, es grave la situación y nos pasa a todos. Tuvimos una
temporada presentando El ogrito y tuvimos aproximadamente 10
personas por función. Definitivamente aquí hay un problema de falta de
espacios y un problema en la forma de manejar estos espacios. Hace poco
se hizo una reunión con el director del Ivec, Alejandro Mariano Pérez,
en la que se dialogaba sobre el uso del espacio escénico, en este caso
el Teatro del Estado, para que grupos independientes que tuvieran
actividades pudieran de alguna manera hacer uso de ese escenario
Rentar el Teatro del Estado –al menos la Sala Chica– te sale en 25 mil pesos. Y el público no está funcionando ante las puestas en escena como para aventarte a rentarlo y esperar a que llenes para cobrar 400 pesos por función. No digo que la Orteuv sea mala pero no está cumpliendo con la espectativa de un escenario de esa talla. Con 20 personas por función y regalando cortesías no sacas la inversión. No olvidemos la publicidad que se le da por medios impresos.
TF:
El teatro no necesita más que al actor y al público, por eso mismo se
crean festivales como Teatro en la Alacena dirigido por el maestro Paco
Beverido. Ahora, todos queremos tener un espacio como la Sala Chica con
toda la maquinaria teatral, pero la producción que tenemos no es la
adecuada porque no estamos acostumbrados a usar teatros sino espacios
pequeños, ocupar cualquier cosa, una mesa o una silla. Y así podemos
movernos a donde sea, quizás no con la mesa pero sí la silla.
MM:
El hecho de hacer teatro didáctico implica que el teatro vaya a la
gente, a veces en medio de las fiestas patronales o colonias marginales
que muchas veces nos toca recorrer. Gente que no va a salir nunca para
ir al teatro.
Aquí hay un conflicto severo pues es la contraparte del arte independiente, al menos del que quiere hacerlo únicamente independiente. Uno importantísimo es que precisamente las instituciones, como en su caso, organizan una serie de eventos con motivos distintos donde te compran dos funciones al año. Esto significa que estás educando, que tus funciones son gratuitas y existe un choque en esta visión de ver que no se debe pagar por algo que he visto gratis en otra parte. Por esa razón la gente no quiere pagar y se quedan vacíos los teatros.
TF:
Queremos que las instituciones apoyen al teatro. Si ellos pagan las
funciones a los artistas, también tienen el derecho de regalarlas.
MM: En determinado momento es educar a la gente de ahorita va gratis pero ojalá te interese y cuando veas teatro también pagues por él.
TF: También algo que está complicado de ponerse de acuerdo es el ¿cuánto vales? Porque otra cosa es ¿cuánto cobras?
MM:
Algo que vivimos alguna vez es hacer una producción musical en la Sala
Grande; la única estrategia que usamos fue no decir de dónde veníamos.
Tuvimos tres funciones llenas cobrando 120 pesos, entonces fue algo
histórico y lo que funcionó es que la gente no sabía que éramos de aquí.
Salieron contentos, les gustó y es una simple estrategia. ¿Qué pasa?
Que de repente aplica que nadie es profeta en su tierra, lo que venga de
México es bienvenido. No decíamos que veníamos de México pero por el
tipo de producción y por el hecho de no poner que era una compañía
xalapeña.
¿Qué fue lo que presentaron en esa ocasión?
Por Víctor Benítez