El mago de la crónica radiofónica |
Estimado Boss:
Primero,
reciba la andanada de frases hechas para
desearle un buen año. Como sabemos, las palabras esperanzadoras se repiten cada
365 días, aunque los deseos se esfumen a la vuelta de la esquina gracias a la
brutal realidad.
Sé que mi encomienda en Performance es hablar particularmente de
los medios de comunicación locales o algunas expresiones de la cultura y el
arte. Pero en esta ocasión quiero hablar de un personaje nacional, el
fantástico Pedro Septién Orozco, mejor conocido como El Mago.
La vida inexorable nos conduce a la
muerte. En esta ocasión le tocó el turno al Mago Septién. La mañana del 18 de diciembre del año pasado recibí la
noticia muy temprano. El cronista que nos hizo imaginar grandes partidos de
beisbol a través de sus narraciones radiofónicas, había dejado de existir a la
edad de 97 años.
Cuando los personajes se vuelven
entrañables, las noticias que anuncian su muerte, duelen. De inmediato rememoré
aquellos anuncios en la radio de la Cabalgata deportiva Gillette, que eran la
bienvenida a las crónicas mágicas del Mago
Septién.
Esto, en la voz del Marqués de
Querétaro, era normal: “Recuerdo aquella Serie Mundial entre los Yankees de
Nueva York y los Mellizos de Chicago. El gran Bambino estaba en la cuenta de 2
y 2. El pitcher Charlie Root parecía dominar al Bombardero del Bronx. De pronto
el gran Ruth señaló las gradas del jardín central. Root lanzó una recta veloz,
a buena altura, cualquier bateador hubiera abanicado sin remedio, pero Babe
Ruth la conectó y la bola voló, voló y voló, en el cuadrangular más largo que
se haya conectado en el Wrigley Field. Así se inmortalizaba una leyenda más del
gran Bambino de Oro”.
Y así, una y otra historia del
beisbol era convertida en hazaña, en epopeya, que quedaba en el imaginario
popular gracias a las excelentes crónicas de Pedro Septién, el gran Mago, quien
ganó su apodo a pulso gracias a la imaginería de narrar el beisbol a través de
la radio como si él estuviera ahí, pero en verdad estaba en la cabina de radio
con ayuda de efectos especiales y su sapiencia sobre el Rey de los Deportes.
Cronista deportivo inigualable.
Hay películas de luchadores de la
década de los 50 donde aparecen sus fantásticas narraciones de los héroes del
ring. También fue cronista del futbol soccer desde el mítico Parque Asturias,
del futbol americano, del billar, de las Olimpiadas. Era un Homero que
convertía al deporte, sobre todo el beisbol, en un viaje a Ítaca donde cada
jugador era un Odiseo.
Así como Hans Christian Andersen
contaba cuentos, el Mago Septién
hacía gala de la imaginería y sus narraciones transcurrían con un manejo de
lenguaje impecable, su voz era en sí el imán, el cuerpo de sus palabras. Un
Homero de la crónica deportiva, un Andersen que fantaseaba, una Sherezada que
encantaba con sus cuentos.
Aquel trío de cronistas del beisbol
que formaba con Jorge Soni Alarcón y
el joven Antonio de Valdés (antes de que se convirtiera en bufón de Televisa
Deportes) era en verdad una delicia para la crónica del beisbol. Sin par las
transmisiones de las series mundiales donde narraron las epopeyas de los
Yankees, los Medias Rojas, los Atléticos de Oakland, los Rojos de Cincinnati,
los Mets de Nueva York, los Orioles de Baltimore y por supuesto, los Dodgers de
Los Ángeles, en aquella memorable Serie Mundial de 1981 entre Yankees y
Dodgers, ganada prácticamente a pulso por Fernando Valenzuela. O aquella Serie
Mundial de 1989 entre los Atléticos de Oakland y los Gigantes de San Francisco
donde un terremoto colapsó a la zona de la bahía. El Mago, Soni y De Valdés eran de los pocos cronistas que habían
llegado al partido antes de que comenzara y desde su palco de transmisión
narraron la relación de los hechos en vivo, como grandes profesionales del
periodismo.
Gracias al Mago y a mi padre, el
beisbol quedó impregnado en mí. En mi pequeño radio de transistores con mi
chicharito al oído, las noches se
llenaban de magia gracias a las narraciones del Mago sobre las hazañas de los Yankees o de los Tigres de México.
Aunque yo le iba a los Diablos Rojos, siempre mi deseo era que Septién se
hiciera cargo de la crónica de los partidos de los escarlatas, pero ahí el
mandamás era Óscar El Rápido
Esquivel.
Los aficionados al Rey de los
Deportes siempre recordaremos al Mago
Septién con su crónica elegante, con el manejo de datos que daban paso a la
inmortalidad y con la creación de una poética radiofónica única e irrepetible.
Como decía él: “al final, sólo queda la frialdad de los
números”.
Conde de Saint Germain, duque de los
Jardines de Xalapa y paje del Rey de los Deportes. ♦
Por Conde de Saint Germain