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Los Cojolites |
El
jarocho y su estatura
crecieron
con el paisaje,
donde
quebrantó el coraje
las
cadenas del esclavo.
Y con
acero del clavo
en
castigo del ultraje,
forjó
lanza redentora
y su
estirpe cantadora
fue
libre con su linaje.
Guillermo Cházaro Lagos
Como
cada año, Eduardo Sánchez efectuó su visita a Tlacotalpan para asistir al
Encuentro Nacional de Jaraneros y Decimistas. La edición XXXVI, si bien recibió
a varios de los más prestigiados exponentes del son en todas sus facetas, se
vio deslucida por el empeño institucional por convertir los sitios de mayor concentración
en exponentes del espectáculo más banal. Queda sin embargo esta crónica de la
vitalidad de un encuentro que pese a los manejos equívocos continúa siendo
referencia de la tradición veracruzana.
¡Da gusto! Los niños y los jóvenes
son los protagonistas del Encuentro realizado en el marco de las Fiestas de La
Virgen de La Candelaria, en Tlacotalpan. Procedentes de las varias regiones del
Sotavento, dan fe del buen estado de salud que goza el son jarocho.
31 de enero
Llegué
por la mañana a La Perla del Papaloapan. Presuroso
me trasladé a La Casa de la Cultura Agustín Lara, sede del Foro de
Presentaciones Editoriales. Tlacotalpan
Mágico, devedé de Rubén González dio inicio a las actividades. Seguido del
mediometraje Chacalapa, Tierra mestiza,
de Yaredh Marín y el libro Décimas
picantes, volumen 2, de Rafael Figueroa y Honorio Robledo. El disco Sones jarochos y cantares tabasqueños
del grupo Tson Pantli fue el primero del día: los chilangos de Semilla
presentaron Invadiendo la ciudad; Los
Camaroneros de Ojo de Agua el disco del mismo nombre. Por la tarde se inauguró
la exposición del laudero Héctor Luis Campos De la semilla al fandango. A las seis de la tarde, en el foro
Guillermo Chazaro, a un costado de la plaza Mayor, comenzó el Encuentro Infantil
de Soneros y Jaraneros; una hora después, en la plaza Doña Martha, haría lo
suyo el Encuentro Nacional con la presentación de 18 grupos como Diapasón de
Loma Bonita, y Jarana y Fandango de Chacaltianguis; y tres decimeros. Cada
participante tuvo diez minutos en el escenario. Las actividades concluyeron
poco después de la media noche. Caso interesante es el del foro cultural
independiente Luz de Noche, que desde unos años atrás se ha incorporado al
encuentro; con exposiciones, conciertos y presentaciones de discos y, desde las
veintidós horas, siendo sede del fandango donde por tres días se amanece. A las ocho de la noche, en el foro Guillermo
Cházaro inició el XII Encuentro de Jaraneros, Decimeros e Improvisadores Orales,
coordinado por el gran decimista don Diego Cruz y su familia. Una hora después,
en el atrio de San Miguelito, comienza otro fandango. Otro asunto curioso es la
vieja discusión de que los grupos participantes en el encuentro, deben hacerlo
por inscripción, como se hace actualmente; o por invitación. Como respuesta, a
las nueve de la noche en la Casa de la Cultura tiene lugar el Foro Especial de
Son Jarocho, presentándose los grupos grandes: esta noche fueron los locales
Estanzuela y uno de los grupos consentidos: Los Cojolites. Y, por otro lado y a
la misma hora, en el teatro Netzahualcóyotl, los xalapeños Sonex presentaron su
última grabación Madre Natura. Como
puedes ver, caro lector, para reportar todo lo que sucede, desearía uno tener
el don de la ubicuidad.
En esas
me encontraba, yendo de la plaza doña Martha a la Casa de la Cultura, cuando un
deja vu me detuvo en seco entre la multitud de la feria; el
recuerdo del Festival Cervantino (nacido en 1972) que se celebra en Guanajuato
me asaltó. La primera vez que asistí fue en 1984, aún era un festival
relativamente pequeño en el que las plazas y parques eran el escenario natural
para los entremeses que representaba el grupo Los Juglares. La última vez que
fui, en el 2000, la cantidad de gente era avasalladora; muchísimos chavos de
Guadalajara, Monterrey, Querétaro y otras ciudades llegaban a reventar y
ponerse hasta las manitas, lo que no censuro por supuesto, pero sin el menor
afán de gozar de las artes. Y surge la pregunta: ¿está pasando lo mismo con las
fiestas de La Candelaria?
Las fiestas
de La Candelaria anteriores al encuentro eran una celebración comunitaria e
intimista. Famosas en la región por su virgen, su feria con toros y gallos, y
su fandango. Convocaban a los familiares que por estudios o trabajos vivían en
otras regiones del estado o del país, así como a vecinos de los poblados
cercanos que año con año la esperaban. A finales de los setenta, la Casa de
Cultura y Radio Educación, organizaron los encuentros bajo un formato de
concurso que, por las inconformidades con los resultados, luego se cambió al de
encuentro. En su libro Tlacotalpan, La
Virgen de La Candelaria y los sones (Fondo de Cultura Económica, 1996),
Ricardo Pérez Monfort, que asistió al Encuentro nos habla de los protagonistas
de ese momento: “…con quienes más obligado me siento es con los jaraneros;
desde aquellos célebres como don Arcadio Hidalgo o Andrés Alfonso Vergara hasta
lo más desconocidos, mas no por ello menos célebres, como Hilario Varilla, don
Neftalí Gutiérrez, pasando por Andrés Vega, Marcos Gómez Cruz, El Taconazo, don Porfirio Martínez, José
Aguirre Vera, Andrés Aguirre, Evaristo Silva Reyes, Cirilo Promotor, Los
hermanos Jota de Cosamaloapan, Gilberto Gutiérrez, Juan Pascoe, Los hermanos
Casarín, y tantos otros cuyos nombres se me olvidan sin querer. A todos ellos
se debe que el fandango recorra nuevamente las calles y plazas de Tlacotalpan
durante la fiesta de la Candelaria. También es imprescindible reconocer una
deuda impagable con los versadores sotaventinos. Principalmente debo mencionar
a don Guillermo Cházaro Lagos, José Luis Muñoz, don Odilón Pérez (q.e.p.d.),
Constantino Blanco Ruiz, Tío Costilla,
a Rodrigo Gutiérrez, Mariano Martínez Franco, Ángel Rodríguez, y a Eladio Ortiz
Cruz, quienes mantienen el verso popular jarocho en actividad constante y
firme”. Por la crónica de Pérez Monfort, sabemos que los fandangos se
realizaban en la plaza principal, junto a las cantinas.
1 de febrero
Las
actividades iniciaron con el devedé Don
Fallo Figueroa: Nuevos senderos de Roberto Araujo. Culturama, “El Hogar del
Son”, presentó su página web, logro de Teresa Osorio y familia. Gilberto
Gutiérrez y Juan Pascoe narraron la colaboración literaria entre el Taller
Martín Pescador y el Grupo Mono Blanco. El grupo Son Temoyo presentó su disco Esperanzas. En Tlacotalpan nacimos se titula la nueva grabación del grupo
Estanzuela. Patricio Hidalgo y su grupo Afrojarocho presentaron Subterráneo. Por la tarde, el encuentro
contó con 18 grupos y 4 decimeros. Allí se entregaron, de manos del gobernador,
la medalla Guillermo Cházaro Lagos a Raymundo Domínguez Gallardo “Medellín”,
Dionisio Vichi recibió la medalla Ándres Vega y Honorio Robledo la Rodrigo
Gutiérrez. En el Foro Especial, Mono Blanco y Patricio Hidalgo presentaron sus
proyectos.
La
primera vez que asistí al encuentro fue en 1995, y todo se llevaba a cabo en la
plaza doña Martha. Llamó mi atención el gran número de jaraneros mayores que,
con su jarana al hombro, platicaban animadamente con sus pares de otras
regiones; era evidente que no se habían visto en largo tiempo, dando sentido al
fin del encuentro. De los nuevos grupos llamaron mi atención Son de Madera,
fundado por Ramón Gutiérrez; y Chuchumbé, con Ricardo Perry a la cabeza,
destacando, además de su peculiar sonido, por su compromiso social y la difusión
de esta música. En este encuentro, Son de Madera presentó su arreglo al son La Morena; cuyo inicio es con bailadoras
sin acompañamiento, en vez de la clásica declaración del requinto y,
encontrándome atrás de un grupo de viejos jaraneros, observé su desaprobación
inicial, comentando que así no se empezaba ese son para, al final de la pieza,
aplaudir entusiastas, reconociendo la calidad musical de la agrupación. Más
tarde, Perry me enseñaría una perla de conocimiento: no confundir el fandango
con el escenario. El fandango tradicional se celebraba en la plaza de San
Miguelito.
2 de febrero
En el
tercer y último día del encuentro, se presentó el libro Décimas trovantes de Alejandro Escudero; el libro-objeto Casita de
Imágenes de Juan de Jesús López y Diario
para una gitana de Honorio Robledo. En cuanto a presentaciones de discos, Cosechando herencia del maravilloso
grupo tuxtleco Los Baxin, seguido por
Zapateando, de Los Cojolites de Jáltipan. Finalmente, Son de Madera llevo
su Caribe Mar sincopado. En el cierre del Foro Especial actuaron Los Baxin y
Son de Madera (con una trayectoria de más de veinte años). Para esta última
agrupación, el concierto fue muy emotivo debido a la reciente pérdida de su
contrabajista Aleph Castañeda, muy estimado en la comunidad musical xalapeña;
se le rindió en homenaje un sentido minuto de aplausos. En el encuentro, este
día final participaron 19 agrupaciones y 5 decimistas.
A
partir de 1995, asistí ocasionalmente al encuentro y, a partir del 2008, lo he
cubierto con ojo del periodista para ser, como diría Gay Talese, padre del
nuevo periodismo, testigo fiel del evento. He presenciado la creciente
popularización del son jarocho y su papel dentro de la fiesta tlacotalpeña, así
como la aparición desde hace algunos años de un enorme foro en el malecón donde
se presentan los iconos de la música promovida por la televisión comercial; lo
que ha contribuido que esta fiesta popular se convierta en un festival de esos
que tanto le gustan a las autoridades estatales, con el declarado fin de la
llegada de muchedumbres que prostituyen las celebraciones locales, no obstante
ser Tlacotalpan un Pueblo Mágico y declarado Patrimonio Cultural de la
Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas. En cuanto al son jarocho,
es notoria la escasísima asistencia de los viejos jaraneros que ya no sienten
suyo el encuentro, prefiriendo esperar al encuentro de Santiago Tuxtla. El de
Tlacotalpan, como certeramente afirma Rafael Figueroa, representa el escaparate
del son, donde se muestra lo que ocurre con esta música tradicional. El
encuentro entre soneros de diferentes generaciones sigue dándose y, pese a
encontrarse en esa delgada línea que separa la popularización de la
masificación, sigue teniendo gran trascendencia por su profunda raíz como la música
tradicional más vigorosa del país. Hay que revalorar y cuidar éste legado
cultural de nuestro estado. ♦
Por Eduardo Sánchez Rodríguez