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Concha Buika |
Un verdadero deleite fue la
actuación de esta formidable cantante española de ascendencia africana como
cierre del Hay Festival 2014. Su particular estilo interpretativo convocó a una
multitud que, con boleto o sin boleto, colmó las butacas y los pasillos de la
sala Emilio Carballido del Teatro del Estado de Xalapa.
Poco
después de las veintiún horas, se apagó la luz de sala e ingresaron al
proscenio el trío de excelentes músicos en la guitarra, el bajo y el cajón
peruano. Acordes después, la Buika apareció en el escenario arrancando un
rugido del respetable; mostrándose sorprendida de su popularidad en estas
tierras. Y, con su canto, la magia surgió.
Esta
peculiar cantante nació en las Islas Baleares, hija de exiliados políticos de
Guinea Ecuatorial, pequeña nación del África Central ubicada entre Gabón y
Camerún. Su padre es el expolítico y escritor Juan Balboa Boneke. En el humilde
barrio gitano de Palma de Mallorca donde creció, encontró en la música flamenca
su modo de expresión y la salida de una dura realidad de pobreza y marginación. Si
bien su primer disco Mestizuo salió en el año 2000, fue en
2008 que con su cuarta grabación, Niña de
Fuego, adquirió presencia internacional. Después de presentarse en Los
Angeles, California, recibió sus primeras nominaciones al premio Grammy Latino.
En octubre del 2009 salió a la venta El
último trago, un homenaje al pianista Chucho
Valdés en su cumpleaños noventa. Esta grabación hecha en Cuba la valió su
primer Grammy como mejor álbum de música tradicional tropical. En 2011 fue
invitada especial en un concierto de Chick Corea, ese año cambia su residencia
a Miami para atender la fuerte demanda por sus conciertos.
Con
ocho discos en su haber, cuenta con una amplísima lista de colaboraciones, en
la que destaca la que hizo en el 2005 con Armando Manzanero en la canción Nos hizo falta tiempo. En el 2010,
recibe el premio “Lunas del Auditorio Nacional” en el Distrito Federal. Santa Lucia, balada que popularizo en
los noventa el roquero Miguel Ríos, fue de las primeras que hicieron corear a
los espectadores. El cante hondo gitano,
en mezcla con cantos y acentos africanos convierte el estilo de la cantante en
particular. “¡Hoy soy mexicana!”, exclamó antes de interpretar El último trago, del mismísimo José
Alfredo Jiménez; pieza a la que dotó de
nuevas cadencias y colores vocales. Su interacción con el público es
relajadamente fluida, donde el humor y la ironía juegan un importante papel.
“Buika, te regalo mi concha” le propuso una mujer en primera fila; le dio las gracias
y contestó que con la suya tenía, se declaro una pecadora, “como mis hermanas
aquí presentes” y se echó al teatro a la bolsa. La cubanísima Siboney fue interpretada en fusión con
cánticos africanos, magistral; puede escucharse su trabajo con el gran Chucho Valdés. “Hoy va a suceder aquí
algo inaudito –anunció-: un percusionista gitano va a acompañar un bolero
escrito por una negra africana” y, aunque al percusionista le costó trabajo
acoplarse, fue una fusión maravillosa de conocimiento y respeto por la música
que estaba interpretando.
Los
noventa minutos de su concierto llegaron. Agradeció y al anunciar el final, el
atronador grito de “¡otra, otra!” la hizo volver y, de encore, a su estilo recreó de una manera inaudita La nave del olvido, que todos hemos oído
con José José. Bien chido.
Si bien
el Hay Festival y sus formas provoca simpatías y antipatías, y aspectos por
mejorar; considero que no hay peor fiesta que la que no se hace. Y traer a la
gran Concha Buika fue, como dice el dicho, la cereza del pastel; y hay que
reconocerlo. ♦
Por Eduardo Sánchez Rodríguez