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Con motivo del aniversario setenta de la Universidad Veracruzana,
José Luis Martínez Suárez, director del Área Académica de Humanidades,
reflexiona en torno al papel de las humanidades en estos momentos de transición
histórica. Concluye Martínez Suárez: “una lectura humanística de la poliédrica realidad
habilita al individuo para mantener despierta su capacidad de asombro, su
indagación constante procurándose respuestas, construyéndose y concibiendo al
otro desde el conocimiento y la experiencia estética, vivencias que permiten
valorar la vida buena, la única
humanamente digna de vivirse”.
La distinción de la
importancia de las Humanidades hoy adquiere una vigencia irrenunciable ante las
incertidumbres agudizadas que caracterizan este nuevo siglo. Los desafíos que
provocan las inquietudes de la humanidad actual, retos apremiantes para la
tradición humanista, se pueden agrupar en tres grandes bloques: en primer
lugar, se encuentran los asuntos derivados del desarrollo tecnológico y el
nuevo ritmo que la historia experimenta obligada por tal desarrollo. Desde lo relacionado con la
genética, hasta lo que tiene que ver con asuntos del medio ambiente, pasando
por los problemas derivados del desarrollo armamentista. En el fondo anida el
convencimiento de que, como demostró sobradamente el siglo XX, el avance
tecnológico o la racionalización de los procesos sociales no trae consigo
necesariamente un impulso civilizatorio. En segundo lugar, los problemas
relacionados con el desarrollo del individualismo y la incomunicación, a pesar
del espectacular despliegue de los medios de comunicación y las nuevas
tecnologías aparecidas en dicho campo. En tercer lugar, las exigencias
relacionadas con el ejercicio de la solidaridad y la tolerancia: una gran parte
de la humanidad vive en condiciones de pobreza humillante y vejatoria para la
propia condición humana. En consideración a esto es que cabría preguntarse si
las Humanidades podrían representar en la actualidad algún papel relevante, a
lo que la contestación inevitable sería un triple sí del que no se
derivan dudas precisamente por la trascendencia de lo que la condición humana
se está jugando.[1]
¿Cómo encaminarnos hacia
un proceso de reasimilación de los postulados humanísticos? La lectura, como
uno de los más acabados instrumentos de apropiación de la cultura, será
importante siempre en una necesidad como el restablecimiento de la dignidad del
hombre. Aunque claro, no basta con enunciar la solución: hay que articularla.
Lo que últimamente preocupa es cómo se está animando institucionalmente el
proceso de lectura. La academia nos dice: la lectura va a transformar tu vida
porque te hará un ser humano distinto, con una percepción de la realidad mucho
más profunda. En realidad, lo que tenemos es una práctica lectora que al no
realizarse convenientemente aleja ese tipo de efectos en el individuo. Ocurre
una práctica lectora que se valida como proceso de adquisición de la
información y hasta ahí queda. Así, tenemos gente que sabe leer pero que no ha
dado el salto cualitativo a querer leer. En esto radica el serio problema que
enfrentamos: el sistema educativo alfabetiza, pero no incentiva el gusto
por la lectura. Por ello es que nuestra realidad en este sentido sea atroz, ya
que nos evidencia individuos situados ante posibilidades infinitas de adquirir
conocimiento que, sin embargo, sólo utilizan porcentajes mínimos de esas
posibilidades para apropiarse y generar conocimiento. Se trata de lectores que
no profundizan en su búsqueda, son como esquiadores que van por la superficie
del inabarcable océano del conocimiento: con una mano toman algo, después con
la otra otro poco y van integrando fragmentos; y así tenemos gente que jamás
lee un texto completo y que no será capaz de escribir un ensayo para acreditar
asignaturas en los distintos niveles del sistema educativo, y ya no digamos
escribir la argumentación exigida por el trabajo de investigación para merecer
grados académicos. Existen estudiantes de posgrado incapaces de leer en voz
alta, que no saben hablar espontáneamente sobre un tema de su especialidad.
Todo esto evidencia que hay endeblez en la formulación de la apropiación del
conocimiento. Como dice Sergio Pitol en su concepción de individuo y realidad: todo
está en todo, en el perfil de un humanista la lectura y la escritura, la
oralidad clara y el saber escuchar son capacidades que despuntan desde la
infancia para lograr más adelante esa posibilidad integradora de poder advertir
que todo está en todo. Lo anterior está ligado con la necesidad de articular
una nueva concepción de ciudadano. En estos tiempos, el ámbito de la
construcción de la ciudadanía tiene que ser atravesada por prácticas convenientes
de apropiación de la cultura, ¿y qué mejor instrumento que a través de la
lectura? Pero no basta saber leer, hay que despertar en la gente el sano y
liberador deseo de querer leer. Es perceptible entonces que cualquier
acercamiento al concepto de esa vastedad que denominamos “humanidades” no puede
soslayar la importancia de los procesos de lectura en cada uno de sus ámbitos
de propuesta educativa.
El Área Académica de
Humanidades de la Universidad Veracruzana tiene como misión primordial
conservar, crear y transmitir, con el más alto nivel de calidad académica, el
conocimiento de las ciencias humanas y sociales. En este sentido, la dirección
general orienta y promueve las actividades de las diferentes facultades y
dependencias que la conforman con la finalidad de elevar la calidad del
servicio educativo que ofrecen, procurando facilitar la vinculación regional,
nacional e internacional, con apego a lo establecido en la legislación
universitaria vigente.
La rectora de la
Universidad Veracruzana, la doctora Sara Ladrón de Guevara, me ha dado una de
las más grandes oportunidades que he tenido para realizar trabajo al servicio
de la comunidad que representa una de las fortalezas de la Universidad
Veracruzana: el Área Académica de Humanidades. Desde esta orilla puede vivirse
el real compromiso social que cumple la universidad. Lo que estoy vivenciando
es una dimensión propuesta en el plan de trabajo de la rectora, de sus líneas y
ejes de acción de los distintos programas de las áreas académicas que integran
a la Universidad Veracruzana. Los retos del área de Humanidades son a corto y
largo plazo y, finalmente, están conectados con la visión y la misión de la
Universidad Veracruzana, que busca eminentemente el bien social.
Vivimos un momento de
transición histórica, en donde los retos emanados de la innovación tecnológica
hacen que revisemos con absoluta responsabilidad el tipo de egresado que vamos
a integrar a la realidad social. En consecuencia, los planes de estudio están
obligados a considerar esta necesidad de formación de nuestros estudiantes
cuyos perfiles de egreso se están actualizando tanto en las licenciaturas como
en los posgrados con la finalidad de ofrecer esquemas que respondan a las
demandas profesionales de una sociedad que se transforma con ritmos acelerados.
Nuestros egresados deben integrarse dentro de una formulación donde lo
humanístico, lo científico y lo tecnológico no se miren con suspicacia, sino en
diálogo para crear al ciudadano en transición del siglo XX al XXI con miras
claras a una valoración distinta de lo humanístico. El diálogo entre humanismo
y ciencia es posible siempre y cuando ocurra con una perspectiva humanística
que no desdeñe lo científico y, a su vez, con una perspectiva científica que no
desestime lo humanístico. En la medida en que el pensamiento humanista permee
el ámbito de la ciencia y la tecnología vamos a lograr esta construcción del
ciudadano comprometido con su vida personal y su vida comunitaria. Si no
logramos valorarnos como personas, no vamos a validar jamás convenientemente lo
comunitario, lo que se realiza en comunidad.[2]
El Área Académica de
Humanidades se conforma con 26 PE de licenciatura de los cuales 17 pertenecen
al sistema escolarizado, 1 en educación virtual y 8 al Sistema de Enseñanza
Abierta (SEA), atendiendo actualmente una matrícula de casi 12 000 alumnos.
Para consolidar la oferta educativa, se han creado programas de posgrado en
ámbitos de interés regional y en áreas estratégicas del conocimiento en
consonancia con las necesidades y capacidades científicas, tecnológicas y de
innovación del país, como el doctorado en Estudios del Lenguaje y Lingüística
Aplicada, la maestría en Derechos
Humanos y Justicia Constitucional
o la Especialización en Promoción de la Lectura, posgrados de nueva
creación que por su idoneidad recién han sido evaluados positivamente por el
Conacyt como programas de calidad integrándolos al Padrón Nacional de Posgrados
de Calidad (PNPC). Es un hecho que la calidad en el servicio educativo que
caracterizan las acciones de los distintos programas educativos que le dan
sentido a la misión y visión del Área Académica de Humanidades exige un
esfuerzo permanente para ofrecer oportunidades de desarrollo, consolidación,
evaluación y transformación, de ahí que, por ejemplo, incentivar la movilidad
estudiantil y la académica sean acciones prioritarias que se apoyan en la
diversificación del trabajo docente donde la investigación y la participación
en actividades académicas, amén de la gestión y las tutorías, definen el nuevo
perfil de nuestros profesores y se aprecia el impacto positivo en el alumnado.
Originada en tales
objetivos la Biblioteca Digital de Humanidades es una propuesta editorial
originada en esta Dirección General para difundir los resultados de
investigaciones rigurosas, libros colectivos de Cuerpos Académicos, Seminarios
y Congresos, ensayos de académicos eméritos y creación literaria de relevancia
para el ámbito humanista en las dependencias que conforman el área. Cabe
destacar que en 2015 tendrá lugar una actividad de difusión entre las
comunidades académicas de las distintas regiones que integran la Universidad
Veracruzana con la finalidad de incentivar la publicación en soporte
electrónico cuyos alcances son vastos, su ejecución económica y sus costos de
producción y diseño resultan menores que la impresión en papel.
Es grato mirar que
setenta años de ruta académica repartida en el ejercicio docente, la producción
científica y el hacer literario le han dado un perfil sólido al ámbito de las
Humanidades en nuestra universidad con aportaciones que forman parte ya del
paisaje académico y cultural de México.
Expresa la doctora Sara
Ladrón de Guevara, rectora de la Universidad Veracruzana:
A un año de labor y con
la suma de esfuerzos de todos los universitarios […] Considero oportuno
invitarlos a hacer un ejercicio de análisis en el que reconozcamos aciertos y,
de manera autocrítica, identifiquemos insuficiencias y limitaciones, para así
contar con una ponderación más objetiva que nos permita dar cauce a la marcha
institucional y, sobre todo, ofrecer respuestas a las múltiples demandas que
nos exige el buen desarrollo de nuestra institución. Considero necesario seguir
fortaleciendo el trabajo en equipo, con la diversidad de pensamiento y de
visiones, pero todos con un mismo objetivo: la calidad universitaria como eje
central de la administración y del fortalecimiento de la función social
universitaria. Aspiro, al igual que muchos universitarios, a una institución
menos centralizada y menos burocrática, más transparente y más eficaz en el
manejo de sus recursos; más internacional en sus métodos e intercambios, más
atenta a las necesidades locales; más académica y más vinculada con la
sociedad, al mismo tiempo que decididamente autónoma en su gobierno interno y
en sus decisiones académicas.[3]
Es muy clara la
solicitud y la dirección de trabajo que expresa la rectora de la Universidad
Veracruzana en su primer informe de actividades; el trabajo desarrollado en la
Dirección General del Área Académica de Humanidades no puede menos que sumarse
al cumplimiento del alto compromiso con el desarrollo social, científico,
humanístico de esta magnífica institución: nuestra Universidad Veracruzana y
sus siete décadas irradiando arte, ciencia y luz.
“Las humanidades […]
revelan el sentido humano de cuanto concierne a hombres y mujeres en sus vidas.
Pondré un ejemplo”, dice el doctor Miguel León Portilla, “tomado de un antiguo
texto escrito originalmente en náhuatl […] Conlleva él una apreciación de algo
que existe en la naturaleza y describe lo que puede significar para los humanos
la contemplación de grandes árboles, frondosos y lozanos, digamos que cedros,
robles o encinos. El texto en lengua indígena expresa: ‘Los cedros son muy
bellos, relucen y dan sombra. A su lado hay frescor, bajo ellos hay vida y
descanso. Son para nosotros como una madre y un padre.’ En abierto contraste
con esta forma de concebir los cedros, se halla la actitud de quien los
contempla desde una perspectiva rentable. Es ella la del maderero que, al
verlos, piensa en su valor económico y calcula cuántos metros cúbicos de madera
puede obtener de ellos con la correspondiente ganancia económica. ¿Es esta
comparación una simpleza? ¿O es enunciar de algún modo la diferencia que hay
entre pensar y sentir la realidad confiriéndole un significado humano o fijarse
en ella para identificar lo que tiene de rentable?”[4]
El
ejemplo y la comparación que propone León Portilla nos sitúan nuevamente ante
la pregunta de la utilidad de las humanidades. Propone Hans Ulrïch Gumbrecht
entender el término uniendo los conceptos Bildung, formación individual
y Erlebnis, vivencia: “las Humanidades entendidas así preparan al
individuo para saber ser y saber estar, para concebirse uno y valorar al otro
desde su individualidad enriquecida por la vivencia en comunidad, para
protegernos contra las tendencias de homogenización (disfrazada de
profesionalización) total en todas las disciplinas académicas”.[5]
¿Para qué sirven las Humanidades? Una lectura humanística de la poliédrica realidad
habilita al individuo para mantener despierta su capacidad de asombro, su
indagación constante procurándose respuestas, construyéndose y concibiendo al
otro desde el conocimiento y la experiencia estética, vivencias que permiten
valorar la vida buena, la única
humanamente digna de vivirse. Tal es el papel de las Humanidades que ha
engrandecido con sus personajes, logros, obra y alcances, los primeros setenta
brillantes años de existencia de nuestra
Universidad Veracruzana. ♦
[1] Cfr. Para ampliar estas
formulaciones: Joaquín Jareño Alarcón: “Las Humanidades ante un siglo
incierto”, conferencia en el Centro Gabriel Miró, Universidad Católica de
Murcia. www.hottopos.com/mirand12/joaqjar.htm
[2] Cfr. “La lectura crea retos en
el individuo”: JLMS, entrevista de Xóchitl Partida Salcido a José Luis Martínez
Suárez, Semanario Punto y Aparte, 28 agosto de 2014.
[4] Miguel León
Portilla: “Las Humanidades”, Anales del Instituto de Investigaciones
Estéticas, Vol. XXVIII, núm. 89, Otoño de
2006, UNAM, México, p. 25.
[5] Conferencia dictada por la celebración de los 150 años de la
Universidad de la República de Uruguay en el Instituto de Bellas Artes, en www.henciclopedia.org.uy/autores/Gumbrecht/Gumbrecht1.htm
Por José Luis Martínez Suárez