José Bargés Barba, uno de los fundadores del Grupo Escolar Cervantes, imparte clases |
El Grupo Escolar Cervantes , colegio fundado por el exilio español en la
ciudad de Córdoba, Ver., en el año de 1940, celebra por estos días su LXXIV
aniversario. Marco Aurelio González Gama, exalumno de esa institución
educativa, repasa en sus antecedentes históricos y la trayectoria de sus
profesores originarios.
En 1939 llegó a México un
contingente de ciudadanos españoles obligados a abandonar su país por la Guerra
civil española (1936-1939). Abandonaron
su país cerca de 500 000 españoles, entre los cuales se encontraban excombatientes,
políticos y funcionarios simpatizantes y militantes de la causa republicana,
dentro de los cuales había también familiares, junto con un número
significativo de niños y jóvenes, profesionistas, intelectuales, burócratas,
personalidades de la cultura, científicos, docentes y gente del medio social y
artístico relevante, así como obreros calificados, trabajadores en general y
campesinos.
Nuestro
país, gracias a la iniciativa del presidente de la República, general Lázaro
Cárdenas del Río, acogió a un importante número de esos exiliados. Otros países
que, al igual que el nuestro abrieron sus puertas al exilio y ofrecieron
refugio a los miles de españoles que tuvieron que abandonar su país fueron,
principalmente, Francia, Argentina, Chile, Cuba, República Dominicana,
Venezuela, la entonces Unión Soviética, Estados Unidos y el Reino Unido.
Oficialmente
el exilio español en México comenzó el 7 de junio de 1937, cuando arribaron al
país los llamados “Niños de Morelia”, en total fueron 442 aquellos primeros niños
que llegaron al país, 157 niñas y 285 niños, cuyas edades fluctuaban entre los
cuatro y los quince años, acompañados por una docena de profesoras y
profesores, procedentes de diversas provincias españolas: Madrid Cataluña y
Valencia, principalmente. Aquellos niños españoles quedaron instalados en
Morelia, en la escuela que llevaría su nombre, bajo la tutela y los auspicios
de doña Amalia Solórzano, esposa del general Lárdenas.
Entre
los años de 1937 y 1939 continuaron arribando al país pequeños grupos de
exiliados, sin embargo, fue a partir de 1939 precisamente cuando se dio la
emigración más importante de refugiados. Fue el 13 de junio de 1939 cuando
arribó al país el primer buque, el Sinaia, cargado con un valioso grupo
de españoles republicanos. Zarpó de Sète, puerto sureño francés en el mar
Mediterráneo, el 25 de mayo de 1939. Diecinueve días más tarde arribó al puerto
de Veracruz, el martes 13 de junio. En total, en aquel histórico buque de vapor
venían 307 familias, 1599 personas, 953 varones mayores de 15 años que se
habían refugiado en Francia y confinados en campos de concentración tras el
final de la Guerra civil.
Dentro
de ese grupo de exiliados se encontraban los profesores normalistas Luisa,
Antonio y José Bargés Barba, hermanos los tres; Francisco J. Parrilla Benita;
el matrimonio formado por Atilano Luis Navarrete y Concepción Escutia de Luis;
Faustino Benito Portugal, Eugenio Yuste y Sergio Rivas Hernández, provenientes
de Cataluña y Valencia principalmente, quienes optaron por buscar establecerse
en algún lugar del interior de la República mexicana, a diferencia de la
mayoría de los exiliados que se asentaron en la capital del país, insertándose
en instituciones de educación superior como la Universidad Nacional Autónoma de
México, además de fundar instituciones educativas y culturales como el Ateneo
Español, el Colegio Madrid y El Colegio de México.
Es así
como este pequeño grupo de profesores normalistas decidieron establecer en el
año de 1940, con mucho esfuerzo y sacrificios, una pequeña escuela primaria en
Córdoba, Veracruz, a la que llamaron Grupo Escolar Cervantes, contando para
ello, de acuerdo con palabras del investigador Enrique Monedero López, “con el
apoyo del Comité Técnico de Ayuda a los Republicanos Españoles”.
Nada
más para dimensionar el tamaño de la decisión de estos profesores al fundar una
escuela en Córdoba, sólo en contados casos las escuelas del exilio se
replicaron a nivel provincia en Tampico, Tamps.; Torreón, Coah.; y en Veracruz
se fundaron otros colegios por los maestros republicanos, como fue el caso de
los que se instalaron en las ciudades de Xalapa, Veracruz y San Andrés Tuxtla,
sin embargo, hay que recalcarlo, de estos últimos, ninguno tuvo la permanencia
–y las circunstancias a su favor- que les permitieran perdurar en el tiempo
como sí la tuvo el Grupo Escolar Cervantes de Córdoba, que funcionó bajo la
tutela de los profesores exiliados duranete más de 40 años.
Al
retiro jubilatorio de los profesores, principalmente de Antonio y José Bargés
Barba, así como de Atilano Luis Navarrete y una de sus hijas, que se incorporó
a la labor magisterial como profesora del primer año de primaria, María Luisa
Luis Escutia, la escuela fue vendida a otro grupo de profesores mexicanos que
han continuado exaltando la tradición y el compromiso educativo que le
imprimieron a la escuela sus maestros fundadores.
Cabe
recordar que la mayoría de los profesores exiliados vivieron hasta los últimos
días de sus vidas en la ciudad de Córdoba, con excepción de Francisco J.
Parrilla Benita, quien regresó a España
a finales de los sesenta, y ya antes los profesores Faustino Benito Portugal,
Eugenio Yuste y Sergio Rivas Hernández habían abandonado la causa “cervantina” cordobesa
años atrás. Atilano Luis Navarrete, natural de Ciudad Real pero avecindado
desde muy joven en Valencia, fue el último de esos grandes profesores en
fallecer; se nos adelantó en el camino a la muy venturosa y fructífera edad de
102 años, en el mes de febrero de 2011; Concepción, Conchita Escutia, había
fallecido años antes precisamente en un viaje que hizo a España ,una vez que la
democracia fue restaurada.
Es así
que se ha querido recordar este hecho histórico tan simbólico y significativo
para las vidas de quienes tuvieron, tuvimos la fortuna de transitar por las
aulas de la gloriosa escuela primaria Grupo Escolar Cervantes, en donde
recibimos una parte fundamental de los conocimientos que contribuyeron a
formarnos como hombres y mujeres de bien, educados siempre con un sentido
cívico y un genuino amor por México, nuestra patria.
A veces
la palabra agradecimiento resulta insuficiente para dimensionar en toda
su magnitud el sentimiento de gratitud que guardamos para con nuestros
entrañables maestros quienes tuvimos la enorme fortuna de estudiar en el Grupo
Escolar Cervantes y, al paso de los años, valoramos cada vez más la profunda
huella que dejaron en quienes fuimos sus alumnos.
Sirva
pues este sincero homenaje y recordación que les rendimos a 74 años de la
fundación de nuestra querida escuela, como una muestra de que su presencia
sigue viva en nuestra memoria y en nuestras vidas. ♦