Enrique Murillo |
La
Galería AP presenta la exposición 70 años de Artes Plásticas en la
Universidad Veracruzana en el marco de los festejos por el setenta
aniversario de la máxima casa de estudios del estado de Veracruz. Omar Gasca
destaca lo reducido de la muestra en cuanto a autores y géneros artísticos, la
escasa inclusión de obra realizada por mujeres y la ausencia de un catálogo,
entre otras observaciones.
Del 4 al 19 de septiembre se exhibe en la
galería AP de la Facultad de Artes Plásticas la exposición 70 años de Artes
Plásticas en la Universidad Veracruzana, una selección de obra proveniente
de la propia facultad, el Instituto de Artes Plásticas, la Galería Ramón Alva
de la Canal y una colección particular. Incluye trabajos de Gilberto Aceves
Navarro, Ramón Alva de la Canal, Guillermo Barclay, Arnold Belkin, Francisco Beverido, Carlos
Cano, Carlos Chávez, José Luis Cuevas, Felipe Ehrenberg, Xavier Esqueda, José
García Ocejo, Tomás Gómez Robledo, Carlos Jurado, Myra Landau, Salvador
Lorenzana, Edelmira Losilla, Norberto Martínez, Pepe Maya, Irenueusz
Mikolajezuk, Rodrigo Moya, Enrique Murillo, Augusto Ramírez, Carla Rippey,
Vicente Rojo, Guillermo Silva Santamaría, Kiyoshi Takahashi, Leticia Tarragó,
Fernando Vilchis y Rafael Villar.
Al
margen de las preferencias individuales basadas en juicios de gusto o de valor,
e independientemente de los distintos calibres de lo expuesto y de la
trayectoria de los expositores, la colectiva es una especie de biografía o
historia visual de la plástica veracruzana (aunque más propiamente xalapeña o
de residentes en Xalapa), un recuento de los pasos de locales y foráneos, un
catálogo de tendencias, corrientes y estilos, un espléndido material didáctico
para los estudiantes de arte, una recreativa e ilustrativa muestra para el
público y una especie de señal, de aviso, casi de reclamo en torno a la urgente
necesidad de disponer un espacio único, específico, profesionalizado para
resguardar y exhibir el acervo, con las tareas que tales hechos implican:
investigación, catalogación, restauración, conservación, aseguramiento del
patrimonio, museografía, difusión, socialización y creación de públicos,
difusión directa y mediática y otras.
Ciertamente, pretexto del museo que viene siendo tema de conversación
desde hace décadas y para el que se necesita dinero pero también voluntad
política, visión y una noción nutrida alrededor de los valores del arte en
tanto dispositivo capaz de contribuir al enriquecimiento emocional e
intelectual de los individuos.
La
muestra es también signo y síntoma de la centralización, hecho que recuerda las
teorías del centro-periferia, de la divergencia regional y del
intercambio desigual, que para el efecto son lo mismo si las reducimos a la
idea de la estructura jerárquica de la región, que define grandes diferencias
entre el centro (Xalapa) y la periferia (lo demás): el ambiente artístico es
más favorable en el centro, en efecto, porque éste es la gran sede de los
espacios de enseñanza, creación y difusión del arte. Pero debe haber en este
estado, los hay de hecho, artistas notables, por más que no residan o no hayan
radicado en esta ciudad capital.
Síntoma
y signo, también, el hecho de que entre una treintena de expositores se
encuentren sólo cuatro expositoras. En Madame Bovary de Flaubert, en la
segunda parte, capítulo III, leemos: “Un hombre, al menos, es libre; puede
recorrer las pasiones y los países, atravesar los obstáculos, gustar los
placeres más lejanos. Pero a una mujer esto le está continuamente
vedado…”.
Extraña
que la exhibición no contenga obra de jóvenes y no tan jóvenes, porque si
aquélla abarca 70 años podrían estar también Amora, Berman, Cámara, Cano,
Franco, Goris, Pámanes, Rodríguez, Tavera, Torralba, Velázquez, Zavala y
algunos y algunas más de acá y de allá. Y, de una vez, ¿por qué plástica y no
artes visuales como para incluir fotografía, digamos la de Nacho López, Carlos
Jurado, Manuel González, Miguel Fematt, Hildegart Oloarte, Patricia Martín,
Nirvana Paz, por ejemplo?
Extraña
pero no extraña, por los costos y los tiempos, que no acompañe a esta muestra
un catálogo con sus respectivas imágenes y cédulas pero también con algo de la
biografía del autor, especialmente la parte referida a sus estancias y
vivencias ligadas a la Universidad Veracruzana; dónde están tras los años, es
decir, cuál ha sido su trayectoria, en qué devino su obra, dónde está.
En
relación con las posibilidades didácticas de la exposición, con catálogo o sin
él sería deseable que hubiera visitas guiadas con alumnos que realizan su
servicio social, interesados, orientados e informados, o que hubiera en la sala
una presentación audiovisual en monitor o en pantalla que incrementara los
beneficios de reunir esta obra; o que se llevara a efecto una charla, una
especie de crónica comentada en la que
participaran algunos de los protagonistas y aquellos otros que pudieran, como
decía Monsiváis, “documentar nuestro optimismo”. ♦
Por Omar Gasca