El Origen de las Especies [Foto: Orteuv] |
Vamos a
reseñar a continuación la
función del viernes 22 de febrero del montaje más reciente de la Compañía
Titular de Teatro de la UV (en adelante, la Compañía): El origen de las
especies, obra escrita por Ana Lucía Ramírez y Luis Enrique Gutiérrez Ortiz
Monasterio (LEGOM).
El texto presenta dos puntos estéticamente
importantes: un humor negro sostenido y una “atmósfera” grotesca que bien
podríamos denominar como una poética de la marginalidad social,
llevada hasta los límites del absurdo; estos dos elementos, a su vez, se
encuentran entretejidos en un discurso dramático que combina la narración con
la representación propiamente dicha. Este par de modos,
finalmente, son encarnados de manera colectiva por los personajes, lo que
genera una especie de soliloquio grupal, valga la paradoja (característica ya
presente en otras obras de LEGOM, como Demetrius u Odio a los putos
mexicanos).
Sin embargo, el texto tiene un gran punto
débil: su duración no se corresponde con su intensidad, lo que hace parecer
excesiva a la primera. Pudo haberse dicho en una hora lo que se dice en dos.
Nos hallamos, pues, frente a una obra sucia, en el sentido de no
correctamente pulida, que termina preocupándose por contar una historia con
todos sus vericuetos y no por producir una vivencia estética concentrada. Este
defecto, por lo demás, ya había figurado en un texto previo de LEGOM: Edi y
Rudy. La pregunta que surge aquí es la siguiente: ¿con qué criterio elige
la compañía las obras que ha de poner en su repertorio? ¿Textos “nuevos”
(aunque fugaces)?, ¿que tengan muchos drammatis personae (uno para cada
miembro de la compañía)?, ¿que hagan una “crítica de la sociedad actual” (como
un tratado moralista “útil” para la población)? ¿Y por qué no, simplemente, que
sean estéticamente valiosos? La respuesta es decisiva porque, más allá
de su interpretación escénica, el repertorio elegido determina la calidad y la
amplitud del trabajo de la compañía. Pero volvamos a nuestra reseña.
La dirección y las actuaciones son en este
montaje bastante efectivas. A pesar de que la obra podría prestarse fácilmente
a los excesos fársicos, el tono de la representación se mantiene en un adecuado
equilibrio. Resalta la cohesión grupal lograda y es admirable cómo, durante dos
horas, los actores encarnan personajes tullidos (lo que los obliga a estilizar
la pronunciación, andar con muletas y bastones, adoptar posturas corporales contra
natura, etcétera) sin desfallecer en el intento. Sobresalen las actuaciones
de Karina Meneses como Lerita, una agraciada niña lela y, sobre todo, la de
Teté Espinoza como Viqui La Manca, un personaje que requiere de mantener lo
grotesco y lo conmovedor en un exacto punto medio (como aquí sucede).
La iluminación, el vestuario, la música, la
escenografía y la utilería contribuyen significativamente al montaje. Sobre
esta última podríamos decir, sin embargo, que el dibujo que representa el
cartel del futuro centro comercial es meramente descriptivo y su valor estético
podría aumentarse si se transformara, por ejemplo, en un símbolo más abstracto
–pero sugerente de la modernidad y sus contradicciones.
En resumen: la escenificación buena pero no
así el texto elegido para representarse. Por ello le damos un ocho (sobre diez)
a El origen de las especies.
El origen de las especies de Ana Lucía Ramírez y Luis Enrique
Gutiérrez Ortiz Monasterio. Dirección: Alberto Lomnitz. Con las actuaciones de
Rosalinda Ulloa, Marco Rojas, Raúl Santamaría, Miriam Cházaro, Karina Meneses,
Valeria España, Teté Espinoza, Faridé J. Beiruty, Freddy Palomec, Jair Torres,
Marcos Celis y Raúl Pozos. Sala Miguel Herrera Olivo, Casa del Lago UV. Xalapa,
2013.♦
Por Héctor Miguel Sánchez