En
los albores de la televisión mexicana,
cuando los productores aún andaban a ciegas para conformar los telediarios
pioneros, en el pequeño Canal 13 −aún lejos de la estatización y todavía más de
la reprivatización salinista en remate− Pedro Ferriz Santa Cruz conducía el
noticiario principal con un par de pequeñas secciones especializadas, con
bloques de cinco minutos.
Mientras la de deportes, a cargo de un joven José
Ramón Fernández −fundador del exitoso programa Deportv, que continúa al
aire ya sin su dirección−, acabaría por expandirse no sólo a los espacios
noticiosos, sino a los de espectáculos y múltiples otros espacios, ocupando
horas enteras de su parrilla, la de cultura acabaría por extinguirse, como
recuerda con cierto dejo de impotencia su antiguo encargado, Juan Helguera, el
compositor y difusor más importante de la guitarra clásica en México −cuyo
programa La guitarra en el mundo, continúa al aire por Radio UNAM de
manera ininterrumpida desde 1971.
El hecho no pasaría del anecdotario de las carreras
personales de dos comunicadores ubicados en las antípodas si no representara un
funesto precedente de la espiral ascendente de comercialización ilimitada, de
la aplicación de fórmulas del espectáculo más superficial y de los gritos
desaforados de locutores más cercanos al vendedor que al experto deportivo. Una
situación que se agrava durante la temporada en que se realiza la Copa del
Mundo organizada por la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA),
cuando una selección como la mexicana puede lograr ganancias por
comercialización de entre 800 y 1000 millones de dólares, solamente en cuatro
años.
En este conexto de hipercomercialización, de
consumismo a ultranza y de mixtura entre deporte masivo e ingresos financieros
desproporcionados, ¿hay sitio para el ejercicio del periodismo? Finalmente, los
medios masivos requieren comunicadores profesionalizados, así que entre el mar
desaforado de voces y de opiniones en torno al futbol es que se recurre al
emblemático periodista deportivo Eduardo Camarena.
Egresado de la licenciatura en Periodismo y
Comunicación Colectiva por la UNAM, comenzó su carrera en 1980 como redactor y
luego reportero de XEX 730, Televisa Radio; jefe de Información en Cablevisión
(1991-1994); subdirector editorial en Editorial Televisa (1994-1997); jefe de
Información en MVS Deportes y Fox Sports México (1997-2002); jefe de
Información de Estadio W y Estadio TV (2003-2008) y reportero y comentarista de
Televisa Deportes y de TDN desde 1984. Ha sido narrador de nueve copas del
mundo y de más de medio millar de combates boxísticos de título mundial. Aparejado
al inicio del mundial de Brasil comenzó la columna Punto crítico
los jueves en El Universal.
Junto con el historiador y columnista Jorge R. Witker, Camarena es autor de Todo el mundial (Grinta
Publishing, 2014), enciclopedia que además de compilar datos corroborados sobre
la historia de estas justas cuatrianuales y la actual en Brasil −sedes,
estadios, representativos nacionales y la manera cómo calificaron, figuras a
seguir−, también incluye la Enciclopedia de mundialistas mexicanos, con
biografías de todos los que han jugado por México en una Copa Mundial y una
lista de todos los convocados.“Desde Óscar Bonfiglio, en 1930, hasta el último
portero, Óscar El Conejo Pérez, en 2010. Son 228 jugadores los que
jugaron”.
¿Cómo puede equilibrarse el hecho
de ser un periodista deportivo serio, que investiga y opina, con el de ser un
locutor: lector de guiones y anuncios?
Creo que las dos cosas pueden hacerse, la clave es
no dejar de ejercer el periodismo. Si me toca narrar un partido de futbol o una
pelea de box, conducir un programa de radio o de televisión, sigo ejerciendo el
periodismo, buscando la noticia, la información con las fuentes, escribiendo
artículos y editoriales que luego traslado a los medios electrónicos. Hay quien
no lo hace y sólo le gusta o estar en el micrófono o en la imagen, pues así son
más conocidos, ya no hacen periodismo, nada más conducen, nada más opinan −que
es el deporte preferido en México−, frecuentemente con ligereza, sin
conocimiento de causa, sin investigación de por medio, sin fundamentos
elementales, básicos, y es un gran problema.
¿Cómo compaginarlo? Pues no dejando nunca de ser
periodista. Y ese objetivo me lo plantee el primer día que empecé a trabajar y
que vi cómo era el medio, ya en los años ochenta, desde entonces se notaba que
había gente que sólo anunciaba y ya no ejecutaban el ejercicio del periodismo y
empecé a entender que no era lo correcto. Y eso se ha agravado. El secreto es
nunca dejar de ejercer el periodismo tal como nos lo enseñan en la escuela, en
el aula, en el medio electrónico, impreso, donde trabajes.
¿Qué pasa cuando esto se vuelve
un circo mediático? ¿Cuando en torno a una transmisión de futbol hay modelos en
ropas ligeras, payasos y cómicos albureros?
Pienso que todo cabe. Aquí el problema es que el
cómico y la gente del entretenimiento quieran opinar del tema del especialista,
sea una pelea de box o un partido de futbol. Y a la inversa, no creo que la
labor del narrador o del cronista sea estar haciendo chistes o alburearme con
el Compayito o con equis cómico. No puedo dejar de hacer lo que hago en aras de
ser plurifuncional y demostrar que también hago chistes o que soy divertido.
Hoy existe ese concepto: el entretenimiento. ¿Qué es
el entretenimiento? ¿Decir chistes? El Discovery Channel es entretenido y no
dicen chistes, al igual que Animal Planet, el canal de cocina o el de moda.
Creo que el concepto de entretenimiento está mal entendido, el Compayito es
entretenido, pero también lo era Juan José Arreola. En ese sentido siento que
el medio se ha prostituido.
Cuando se asiste a una Copa
Mundial de futbol se está en un ámbito internacionalista, ¿cómo se siente un
periodista mexicano en esa comunidad global?
De veras hay contacto, convives, platicas, te
preguntan. Llega un español o un argentino a preguntarte sobre la selección de
México pero también sobre la suya y las demás, y si no ejerces el periodismo
como lo marca la más elemental estrategia del conocimiento, simplemente quedas
en ridículo, como una persona que no es profesional. Yo tengo una frase que
siempre digo: “Hay que ser profesional no nada más para cobrar, también para
trabajar.” Es decir, tener puntualidad, conocimiento, lectura, trabajo,
preparar lo que vas a hacer, y en esos eventos como el mundial es donde suele
ponerse en evidencia la falta de preparación de muchos que se supone que son
profesionales y muchas veces nos ponen en evidencia.
En los mundiales de futbol existe
un factor de negocio muy grande, que incluso motiva investigaciones
periodísticas. ¿Qué implica un fenómeno deportivo, económico, turístico de este
tamaño?
La verdad es que los países o ciudades organizadores
de copas mundiales o juegos olímpicos siempre pierden, y esto lo vimos en
Beijing o en Atenas. Los únicos que ganan son los organizadores de la FIFA,
pero como producto es muy atractivo, la gente lo ve, lo sigue, se involucra. Es
algo muy atractivo que evidentemente mueve millones porque hay patrocinadores
fuertes, los llamados sponsors del mundial, que están en todos lados,
les ponen nombre a los productos y evidentemente eso tiene un impacto muy
positivo en los medios. Las empresas saben que se va a vender más un periódico,
se va a ver más la televisión, la radio va a escucharse más, y en ese sentido
es un negocio muy importante para los medios de comunicación cada cuatro años.
En México, particularmente, es más negocio la Copa del Mundo que los Juegos
Olímpicos. Es el deporte más mediático.
Pero a nivel de negocio es
incomparable, esto es una gran industria.
Es una gran industria y es un fenómeno social.
¿En este mundial de Brasil podrá
mejorarse el periodismo en los medios masivos o seguirá esta franca decadencia?
Creo que es asunto de cada quien, de cada empresa,
de cada persona. En mi caso particular yo espero seguir haciendo el periodismo
que hago. Si al narrar un partido de futbol, el que sea, y en el trayecto del
hotel al estadio me percato de que hay alguna protesta social, alguna
movilización, lo voy a decir al aire. El hecho de narrar futbol no significa
que tengas que abstraerte de una realidad, aislarte del mundo, y si en Brasil
hay protestas como las que se dieron en la Copa Confederaciones del año pasado,
sería muy estúpido, absurdo, el querer ocultarlo. Y si lo haces, seguramente
saldrá en otro medio y vas a perder lo más valioso que tiene este oficio del
periodista, la credibilidad. Si no tienes credibilidad, no tienes nada. El peor
enemigo que puede tener uno es la ignorancia. Si hablas de temas que no
conoces, lo más probable es que te vas a exhibir y quedes como un tarado, como
un ignorante, como quien da comentarios a la ligera. Mientras la FIFA y el
Comité Olímpico Internacional sigan siendo tan voraces y los gobiernos tan
sumisos para aceptarlo, habrá crisis y protestas. Qué bueno que México no haga
un mundial. Si este es el precio la verdad no, hay prioridades mucho más
importantes que ver 52 o 64 partidos de futbol. ♦
Por Sergio Raúl López