En bocas cerradas no entran mokas... [Foto: Mariana Veiga] |
En el marco del Hay Festival Cartagena, celebrado del 24
al 27 de enero, se llevó a cabo la siguiente entrevista con Jon Lee Anderson,
sin duda el mejor cronista de guerra de estos tiempos. Es autor de la magnífica
biografía del Che Guevara y de Guerrillas. Ha recorrido las zonas
calientes de Asia, Medio Oriente, África y América Latina, y entrevistado y
realizado extensos perfiles de líderes políticos como Hugo Chávez, Saddam
Hussein, Fidel Castro y Augusto Pinochet.
Rafael Toriz: No es muy común, en el mundo anglosajón –por oposición al mundo
latinoamericano– entreverar la creación literaria con el compromiso político,
habida cuenta de que, desde hace tiempo, el periodismo es un género literario
por derecho propio. ¿Inscribirías tu trabajo en la línea política de Howard
Zinn, Peter McLaren o Noam Chomsky?
Jon Lee Anderson: No, la verdad es que no lo pienso en esos
términos; simplemente hago lo mío, me pienso como un reportero. Supongo que
tengo una inquietud social que me lleva en una especie de búsqueda. A Noam
Chomsky, por ejemplo, lo veo como a alguien de otra generación,
ideológicamente; es decir, nunca me he sentido tan convencido de las cosas,
siempre me he quedado con cierta duda. Mi formación ha sido muy de periodista,
de reportero, en el sentido más amplio de la palabra. Yo no soy un columnista,
un editorialista: he rehuido de eso. A buenos entendedores, pocas palabras.
Siempre dentro del texto.
¿Deliberadamente?
Sí y no. En mi proceso de elaboración soy bastante
instintivo, no tengo un plan general. A veces hago un bosquejo pero casi nunca
lo atiendo, trato de pensar en escenas puesto que casi nunca es concluyente lo
que opino visceralmente o intelectualmente sobre una problemática. El proceso
de escritura es mi exploración del evento. Reservo mi opinión de forma
consciente para poder estar en sintonía, a veces, con gente muy poco afín, para
tratar de ser justo. Esa es mi escuela. A veces me cuesta, pero lo hago. Es al
ponerme a escribir cuando me doy cuenta de lo que tengo adentro. Si puedo
hacerlo de una forma narrativa, no literal, lo hago.
Un striptease invertido.
En términos prácticos, cuando me entrevistan, termino
soltando más que en la narrativa. Obviamente tengo un rol político, pero mi
papel principal es del escritor.
En un sentido técnico, ¿qué posibilidades te ha dado la crónica para esa
exploración? ¿De qué forma editas?
Yo escojo las escenas, ahí hay una valoración mía. Cuando
trabajo con tiempo edito más; cuando estoy con la soga al cuello y tengo que
trabajar hombro a hombro con el editor, si hay confianza, él respeta mi
instinto y mi matiz filosófico, aunque también discutimos. Pero las escenas son
la clave, escenas cinematográficas. Pienso de una manera muy visual. Describir
momentos adquiere gran importancia en la crónica, pero tiene que tener un
fondo. Yo intento hacer crónica de la forma más tridimensional posible, sin
tener muy en cuenta pautas conocidas. Lo mío es bastante sencillo, nada
rebuscado: no escribo con guiños para nadie. Mi primer esfuerzo es entender. Y
luego desentrañar el fenómeno, que vendría a ser el tratamiento. Terminar un
borrador, digamos, de unas diez mil palabras, que es más o menos mi distancia
habitual, me lleva más o menos tres semanas. Llegar a algún lado lleva tiempo.
A veces me enojo, aflijo o emociono y eso le da su matiz al texto. Tiene que
tener un matiz para poder entrar al lector. Yo no quiero que los lectores lean
y olviden: si yo he sentido algo quiero que lo sientan ellos. Si no logro que
lo sientan, ¿para qué lo hice?
Provocar al que lee.
Aunque sea confusión, una duda. Lo que me jode en la vida
son los dogmatismos. Aborrezco los dogmas, por eso te mencionaba lo ideológico.
Dice Juan José Saer que la ficción no es lo contrario de lo real. En ese
sentido ¿qué opinión te merece el caso de Ryzsard Kapuscinski, de Bruce
Chatwin, con respecto a la “edición de lo real”? ¿termina todo por ser ficción?
¿cuáles son los límites de la representación de lo real, hasta dónde se trata
de la proyección de la mirada de uno mismo?
En efecto, la crónica es una proyección de la mirada de
uno mismo, sin duda. Uno intenta ser justo, y yo diría, en mi caso, que ese es
mi guiño a la máxima periodística de la imparcialidad: “esto es la verdad”,
pero la verdad como la percibo yo, por lo que se trata de una construcción
subjetiva. ¿Es una ficción de la verdad? Suena para un buen debate entre
críticos literarios. Creo que hasta cierto punto sí, pero eso no aniquila la no
ficción inherente a la crónica. Quizá se trate de una verdad con ingredientes,
artificios o herramientas de ficción y termine por construirse más
una ficción de una no ficción. Kapuscinski…no sé lo que hizo Kapuscinski, pero
argumentaría que lo que él hizo fue más ficción que no ficción. En ese sentido,
sí hay un abanico, yo creo que Kapuscinski –con grandes virtudes– creó un
modelo muy original, por eso lo admiramos tanto y le reconocemos tantas
virtudes que fundan su fama internacional. Yo me ubico en el otro lado del
abanico, quizás por tradición o por supervivencia. A lo mejor un día llegue a
un punto en que decida torcer las reglas, pero tendría que anunciarlo antes. No
puedo dejar que los lectores piensen que yo juego con los tiempos o con los
personajes, componiéndolos, algo que no es literalmente lo que viví; tendría
que hacer una seña de advertencia: “Mira, esto no es exactamente lo que he
escrito antes, esto es otra cosa, un experimento mío, un juego más ficcional”.
Dentro de lo que cabe, si lo que escribo es una ficción, intento con ahínco que
no lo sea. Yo no sé filosóficamente quién gana este debate, pero reconozco que
sí: todo lo que se escribe tiene elementos de ficción. Quizás esto sea el “holy
grial”…
Digamos entonces que, en tu calidad de lector, ¿te interesa leer más un
domingo en la mañana una crónica de Alma Guillermoprieto o una de Juan Villoro?
¿periodismo de investigación o construcciones textuales eminentemente
literarias?
Me gustan las dos, según mi estado anímico. Aunque casi
siempre, en día domingo, yo salgo con mi perro, no me dedico a la lectura.
Al respecto de la experiencia, sostenía Borges que para escribir una novela
policíaca no hacía falta haber sido comisario. ¿Crees tú que en el periodismo
que practicas, por llamarle de alguna manera, más cercano a la realidad o
callejero, es necesario salir al sol, hacer trabajo de campo?
Absolutamente; para mí, sin duda. Yo creo que muy pocos
periodistas lo intentan. No hacen el menor esfuerzo por sentir el pellejo de
otros. Muchos chicos y chicas salen de buenas universidades con el don de
palabra y con las herramientas intelectuales para ejercer el oficio, y lo hacen
bien, viviendo en la gran metrópolis de las ideas e intercambiando opiniones y
pueden incluso llegar a ser muy famosos, pero no deja de ser un juego entre
intelectuales. Con esto no digo que la última virtud o la máxima virtud sea
haber trabajado en el campo, ser campesino, pero al menos en el caso mío, ha
sido fundamental. Yo no quería ser simplemente alguien de la torre de marfil,
yo siempre he querido escribir la vida real. No podía concebir esa vida y ser
escritor sin vivir a su vez la vida al máximo posible. Mis héroes han sido
gente que, de alguna forma u otra, se alineaban a esa pauta.
Abonando la mítica leyenda del gringo loco perdido por el mundo…
Sí, pensando en quienes me llamaron la atención de joven:
Hemingway, Conrad, obviamente Kapuscinski. Admiro mucho a Naipaul, quien ha
tenido la virtud de irse al campo pero ha sido siempre demasiado pulcro para mi
gusto, pero reconozco sus grandes virtudes... Pero prefiero al Naipaul antes de
su época Hilton de los años sesenta que al autor de gran éxito.
Pregunta obligada. Respecto al caso del presidente Hugo Chávez, ¿qué
piensas del manejo de la información que ha tenido el gobierno?, ¿cuál es tu
perspectiva en caso de un probable escenario post- Chávez? ¿observas algún otro
liderazgo regional evidente?
No me gustan mucho las adivinanzas porque no soy adivino,
pero creo que el manejo de la información proviene de un deseo del entorno
mundial y presidencial de mantener una discreción total en torno al parte
médico. No es aceptable, o no sería aceptable en una sociedad más abierta, y no
es aceptable tampoco una oposición que en todo momento le quiere bajar los
pantalones. Para mí esta trama kremlinesca es producto de la gran polarización
y delirio que hay en Venezuela y hasta cierto punto en el continente entre los
países de la causa cubana y venezolana y entre los países del bloque TLC.
Hay que verlo bien en lo que es. El gobierno venezolano
no quiere entregar nada al enemigo, y de eso se trata también, es una táctica
de ambos lados, como sucedió con El País. Ellos no pueden cometer una
metedura de pata mediática como la de la foto. Eso no se hace, ¿acaso si el rey
estuviera entubado en una clínica exclusiva lo sacarían en portada? A lo que
voy es que existe un manejo ideológico, un manejo político que va más allá de
la coyuntura periodística, y eso es un error que les va costar, y
que tiene que ver más con la flaqueza de una corporación como grupo Prisa en
este momento. Porque uno entiende que todos como periodistas queremos saber más
–yo también–. Hasta cierto punto todos hemos avalado fuentes de información que
parecen ser más o menos ciertas, y ha habido estos soplos
y filtraciones, ha habido declaraciones del entorno del presidente
abonando misterios debido a un gobierno que no sabe manejar bien la información,
en un tono de emperador sin ropa a nivel internacional, práctica que
normalmente se hacía en casa, ante una población donde la mayoría lo acaba de
votar, en donde existe una idiosincrasia muy propia que tiene que ver con el
carisma de Chávez y su simpatía, algo que sucede como un proceso caótico,
emocional y una polarización política que impide entregar nada al otro. Esto
llevado a instancias internacionales se ve barroso y eso es lo que estamos
viendo. Ahora, ¿qué vendrá después de Chávez? Temo que mucho caos, puesto que
no ha cuajado una institucionalidad muy creíble, en algunos aspectos como el
manejo del petróleo parece que más o menos lo tienen negociado, pero en muchos
otros no. Les ha faltado crear un estado de derecho, no había tanta violencia
ciudadana.
¿Se cae la revolución bolivariana sin Chávez?
Si tuviera que apostar, diría que sí, pero quizás no
inmediatamente. Y es que yo no sé si hay revolución. Creo que lo siempre ha
sido es una revolución retórica, y no quiero decir con esto que no han hecho
cosas dentro de la dinámica revolucionaria, como intentar levantar a los
venezolanos que viven en la extrema pobreza, pero hay mucha barriada todavía.
Es decir, no sé si han cambiado el chip de la sociedad misma, y es que no
solamente estoy hablando de los pobres, cuyas existencias están girando
alrededor del gobierno. El dinero fácil de Venezuela ha creado una sociedad
donde todo mundo quiere cosas, quiere el bienestar social que tienen los ricos,
y tienen una clase media alta absolutamente asquerosa, cuyo lema de toda la
vida ha sido “Patria libre en Miami”, y han expatriado su riqueza y también su
tesoro cerebral, ¿dónde están esos venezolanos?
¿Ves un liderazgo regional no chavista en Argentina, en Ecuador?
Brasil es todo un liderazgo regional. Brasil poco a poco…
Bah, en realidad rápidamente, desde la época de Lula y ante el gran vacío y
negligencia de parte de Estados Unidos, aunque quizás para muchos
latinoamericanos sea fuente de gran alivio, es el hecho que de pronto Estados
Unidos dejó de mirar a América Latina desde hace años, hecho que ha seguido con
Obama; ahora son menos beligerantes. Fue Bush quien ayudó a crear esta
corriente izquierdosa nacionalista en América Latina. Quizás era inevitable
luego del periodo posdictadura y posrevolución, de los noventa de la gran
bonanza y de las fijaciones pseudo democráticas, donde se hizo mucha
ganga y mucha corruptela y se envileció el término democracia, lo que ocasionó
que esta nueva vieja, rebuscada izquierda surgiera y entrara en escena, ante una
economía americana disparatada. Entonces Brasil se dio cuenta de que era su
hora, y miró a su alrededor y dijo: ¡Coño, somos los más fuertes aquí!, con un
dinamismo muy fuerte. En ese sentido yo veo el despertar de Brasil y el
despertar de los países hispanoparlantes que están alrededor, lo que es muy
positivo. Brasil era una especie de India sumergida, que aun con su despertar
tiene políticas encontradas, problemas medioambientales, indígenas y posiciones
del siglo XVII o el XVI. Por eso a Brasil le viene bien el reto, la oportunidad
de sacudirse, de confrontarse, y es algo que le viene bien a Estados Unidos
porque es un contrapeso. Enhorabuena que Brasil venga a jugar un papel geoestratégico
pragmático. Es socialdemócrata pero no ideológico. Es bueno que un país tan
fuerte tenga valores democráticos. En América Latina aún hace falta el gran
estado, pero el gran estado que ayude a levantarse.
Digamos la retórica del PRI en México…
Ese es un caso muy particular, ya lo veremos. Es
intrigante ver lo que pasará en un país donde buena parte de la población
piensa que el presidente es un criminal. ♦Por Rafael Toriz