Joan
Sebastian sentenció: no hay nada más difícil que vivir sin ti. Como no soy
cantautor, diría: no hay nada más difícil que despedirse de un proyecto en el
que se han invertido diez años y que desaparece cuando aún podría aportar y
generar más y mejores contenidos. Con este número, querido lector, concluimos
la aventura que representó editar Performance
durante diez años y anunciamos que no aparecerá más. Me gustaría añadir que más
que un proyecto se trata de una concepción sobre la cultura; una concepción
cimentada principalmente en la crítica y en la divulgación. Un espacio de
encuentro pero sobre todo de discusión. Añadiría que ha sido también un
proyecto vital; una carta de creencia.
Performance nació durante los albores
de un sexenio que auguraba cambios. El gobernador anterior, Miguel Alemán
Velazco, pese a las expectativas suscitadas, había sido un gobernante gris,
indiferente a la cultura y a las expresiones periodísticas locales; desdén
propio de un político formado en México y con intereses personales en empresas
de comunicación. Fidel Herrera, el gobernador entrante en 2004, pese al turbio
proceso en que resultó electo, parecía un político capaz de transformar a
Veracruz. Nuestro periódico apareció el 1 de abril de 2005 saludando una
exposición de Sebastián. Eran días de esperanza. Hoy, nuestra empresa muere, en
días de guardar. Como expresé en el artículo editorial para celebrar los diez
años de nuestro periódico –apenas, ¡ay!, unos meses:
En
una década hemos pasado de la esperanza a la desesperación. El ecosistema
cultural de nuevo se ha reducido. El gasto público ha menguado en más de un 50%
comparado con la década anterior. Las instituciones culturales sobreviven
gracias a la generosidad de los creadores independientes y a los subsidios
federales, los cuales no sólo se emplean con discreción y sin transparencia,
sino que asimismo se desvían del uso original entrampándose en el laberinto de
esa boa constrictor que es la Secretaría de Finanzas del Gobierno del Estado de
Veracruz. Veracruz sobrevive sofocado.
Hoy
Performance dice adiós y lo hacemos analizando
los sucesos recientes que han conmovido y cimbrado no sólo a nuestra sociedad,
ya tan golpeada y desmoralizada, sino a México y el mundo. Veracruz es actualmente
sinónimo en el ámbito mundial de ignominia, de impunidad, de un estado sin
Estado. Nuestra despedida coincide con una de las épocas más difíciles para nuestra
tierra en años recientes –si no se trata en efecto del peor momento: la crisis
de credibilidad que enfrenta el gobernador del Estado de Veracruz: Javier
Duarte de Ochoa. Esta crisis es consecuencia de la incapacidad de las
autoridades para velar por la seguridad de la sociedad de Veracruz. Crímenes y
desapariciones de periodistas, hostigamiento de luchadores y activistas
sociales, deudas impagables, recursos federales retenidos por quienes tienen la
encomienda de trasmitirlos… La lista podría aumentar. Veracruz es hoy una
tierra sumida en la melancolía, esa condición que sucede a una experiencia
dolorosa, y sofoca a quien la padece en una depresión continua. Los ciudadanos
no vislumbramos expectativas ni muchos menos luz en el horizonte. La violencia,
a pesar de las declaraciones o ingenuas o cínicas, no disminuye; tampoco la
pobreza. El mismo día en que el gobernador decidió conceder sus declaraciones,
en una rueda de prensa espigada y hostigadora, sobre los asesinatos en la
Narvarte –donde perecieron además de Rubén Espinosa, la víctima más célebre por
el cerco que sufrió en Veracruz, Nadia Vera, promotora y antropóloga egresada
de la Universidad Veracruzana, junto con otras tres mujeres– se difundió la
noticia de que dos académicos de la Universidad Veracruzana fueron secuestrados
por un comando armado. El paisaje urbano de las principales ciudades está
colmado de policías, militares y paramilitares de toda laya, armas de alto
calibre se ostentan incluso por los agentes viales. Pese a esta parafernalia
que atemoriza y ahuyenta al turista, el Estado no es capaz de proteger ni de
garantizar la seguridad.
Veracruz
además de un infierno para la libertad, es una tierra en ruinas. Es lamentable
sumar nuestro nombre a las empresas desaparecidas a causa de la ineptitud del
peor gobierno que ha tenido Veracruz. Si las crisis en gobernabilidad y en transparencia
fueran pocas, los datos difundidos en julio por el Coneval demuestran y
corroboran que Veracruz es también uno de los estados que menor crecimiento
económico, educativo, tecnológico y social ha tenido.
Reitero
mi agradecimiento a quienes fueron (son, indeleblemente) parte de esta empresa
de navegación. Nina Crangle, responsable de la redacción; Rafael Antúnez,
Raciel D. Martínez Gómez, Juan Carlos García Rodríguez y Luis Enrique Rodríguez
Villalvazo, quienes además de colaborar aportaron su sabiduría para enmendar
los tumbos de esta nave; Ezra Crangle, responsable de la cartelera desde hace
más de seis años. Colaboradores fieles y ejemplares: Rafael Toriz, Conde de
Saint Germain, Omar Gasca, Juan Javier Mora-Rivera, Eduardo Sánchez Rodríguez,
Sergio Raúl López, Arturo Mendoza Mociño, y en la fotografía Jorge Castillo y
la solidaridad de AVC Noticias. No son los únicos colaboradores por supuesto
pero sí los más constantes. Vuelvo a manifestar mi reconocimiento a Pablo Moya
por renovar el diseño, a Carlos Romero por su trabajo en la redacción, a
Jobanni Díaz por su pulso firme y su talento como diseñador cotidiano del
periódico. A lo largo de esta década hemos publicado a más de una centena de
periodistas, críticos y escritores, a todos ellos, cuyo recuento es en este
espacio imposible, mi agradecimiento por su confianza.
Gratitud
eterna para quienes cuidaron, a través de la confianza, nuestro proyecto y nos
permitieron continuar. A Raúl Arias Lovillo, exrector de la Universidad
Veracruzana; a Sara Ladrón de Guevara, su actual rectora. A Gladys Aguiar, de
Protección Futura; a Jean Luc De France y Concepción Armendáriz, de Posada La
Mariquinta, quienes estuvieron en nuestras páginas durante 217 números. Al
Congreso del Estado de Veracruz y muy especialmente a su vocera, Victoria
Hernández. A todos en suma nuestros patrocinadores que a lo largo de diez años
consideraron nuestras páginas como una opción idónea, les transmitimos nuestro
agradecimiento.
Gracias
a todos. Que la vida nos permita ver a un Veracruz libre y feliz.
Por José Homero