Foto: Rubén Espinosa |
El 28 de abril pasado una de
nuestras colaboradoras sostuvo una conversación con su colega Rubén Espinosa,
integrante de AVC Noticias –agencia de Xalapa, Veracruz– y fotoperiodista de la
revista Proceso y Cuarto Oscuro. Rubén, quien ejercía en Xalapa
pero que ante las amenazas había vuelto a su natal Ciudad de México, fue
asesinado el viernes 31 de julio en la colonia Narvarte del DF junto con otras
cuatro personas, entre ellas Nadia Vera, activista y gestora cultural oriunda
de Chiapas pero también antigua residente de Xalapa y asimismo denunciante de
acoso de Javier Duarte en un video hoy tristemente famoso. Temiendo por su
vida, después de recibir amenazas hacia su persona, Ruben Espinosa se había
refugiado en el DF a principios de junio. Estas son sus palabras.
¿Cómo se siente ser periodista en
Veracruz?
Hay
miedo. Sabemos que la muerte puede estar presente pero
son más las ganas de que esto se acabe, que nos dejen trabajar. No somos
delincuentes. No robamos, no hacemos nada malo pero esto te aclara el
autoritarismo de unos pocos. Tu vida puede estar en peligro. El malestar es
algo obvio. Hay miedo generalizado por parte de todos los compañeros pero a su
vez hay mucho coraje. Hay, más bien, una sed de justicia. Y creo que se ve una
unión por parte de los compañeros. Todos estamos hartos, todos tenemos miedo.
Vivimos la paranoia de pensar que el de al lado te está diciendo algo, que del
otro lado ya no sabes quién es, si te está señalando. El sentimiento es feo. Yo
trabajé un año en Veracruz puerto : allí tuve dos atentados del crimen
organizado, y salí bien. Me fui al DF y después me vine para Xalapa: aquí voy a
cumplir siete años. Sé que en todos lados hay problemas, pero en Veracruz...
Aún más cuando eres un periodista
íntegro.
Frente al autoritarismo somos iguales. El miedo existe, y ser
uno de los periodistas corruptos no te salva. Por eso vimos a nuestro compañero
tirado entre tres periódicos a una semana de haberse ganado un coche en una
comida por la libertad de expresión con el gobernador... Nosotros no acudimos
nunca a eso. Hay muchos compañeros que por ambición – no se puede llamar
necesidad – acuden para quedar bien con el gobernador, para estar bien, y les
regalen desde un tostador hasta un coche. Es lo que vale el periodismo para
ellos. Llevo doce años en esto y jamás he recibido un peso y no lo voy a hacer.
Porque afortunadamente vengo de un lugar pobre, muy hostil, donde los
argumentos no existen. Y de todos mis amigos que recuerdo de la infancia y con
los que crecí, sólo tres pudimos salir de allí. Tengo una conciencia clara de
inicio de lo que sucede, de la desigualdad, de los insultos a la pobreza y al
pobre, del insulto al valiente o al disidente. No existe libertad de expresión
en Veracruz; existen asesinos, existe gente con la conciencia bastante
manchada, y por eso temen a la verdad. La verdad, en todos lados del planeta,
duele.
¿Hay que cambiar la imagen del
periodismo en la opinión pública?
Hay que enseñar otra vez a hacer periodismo. Es necesario ya
porque sin periodistas la injusticia crece. La autoridad se cree dueña de todo.
Periodistas que en realidad crean y hagan periodismo, que no sean serviciales o
servidores del poder, hay pocos. Realmente, aquí en el estado de Veracruz el
gremio de periodistas está fragmentado. Es difícil que la gente quiera acudir o
que quiera participar: en unos casos por miedo, y en otros por dinero. La
corrupción es la base del periodismo en el estado: los chayos son
comunes (ayudas por parte del gobierno para que se indique qué decir o qué no).
En realidad no se hace periodismo en Veracruz, se hace lo que diga Javier
Duarte en los medios de comunicación. Puedes ver las portadas, de 10
periódicos, ocho tienen la misma portada de comunicación oficial. El problema
también es que a la gente el periodista no se acerca y viceversa. El periodista
cree que es el cuarto poder: el cuarto poder lo tienen los directores. Hay que
sensibilizarnos ante la desgracia para poder explicar bien lo que pasa. Hoy en
día, los medios de comunicación son así: ya no dejan al periodista investigar,
ya no dejan al fotógrafo poner. Ya no eres dueño de tu trabajo : “hazlo así o
no te pago”. Hay compañeros a quienes les pagan 15 pesos por nota y obviamente
se tienen que ir en chinga a todo, pues se pierde todo. Ya no hay información y
la poca que hay, la gente no la cree...
¿Cómo cambiar esto?
Hace como un mes [marzo], fuimos a dar una plática en
Humanidades en la Universidad Veracruzana, y me preguntaba un catedrático cómo
saber que una noticia es verídica. A mí lo que se me ocurrió fue: lo más
apegado a tu realidad. Y la realidad del país está desecha: tú no puedes creer
en algo que te digan. La gente y los periodistas que se lo creen es porque no
saben quiénes son sus fuentes. Te puedo decir de compañeros que hacen crónicas
sin haber ido a la marcha, sin haber estado allá; desde allí empezamos mal.
Creo que el periodista debe de darse cuenta en dónde está parado, cuál es su
profesión, cuál es la esencia de todo esto antes de atreverse a publicar
cualquier cosa. Pues es una lucha eterna. Yo no me voy ni a izquierda ni a
derecha. Mi línea es derecha en el sentido que no me voy recto porque si no
caigo en lo mismo. Hay que ser primero claros en lo que queremos. El periodista
tiene que hacerse un nombre, tiene que ganarse la credibilidad de la gente, esa
es mi postura. Mi trabajo, mi credibilidad, la gente lo sabe cuando lo ve. El
medio no hace el periodista. Es al revés.
¿Crees que el ambiente de miedo que
hay en Veracruz nació a raíz del asesinato de Regina Martínez?
Hace rato fuimos al panteón a visitar a Regina: no es que se te
olvide pero lo vuelves a tener palpable. Vuelves a ver su tumba y te das cuenta
que esto sigue igual. Después de ella, se empezó a asesinar a más compañeros y
hoy en día yo sí quiero decir que el gobierno de Javier Duarte ha sido el peor
que me ha tocado vivir a mis 31 años. Es un autoritarismo aquí, para no sacar
las desgracias y la verdad del estado. Todos tenemos miedo pero sí creo que la
mayoría preferimos morir cobardemente que vivir de una manera cobarde. El
miedo, si te dejas y dejas que te domine, no te va a dejar hacer nada, y al
final del día, yo creo que si tu muerte... si tú haces las cosas bien en vida,
como lo hizo Regina, pues su asesinato en vez de acallarla le dio más fuerza.
Mucho más fuerza a nivel nacional y a nivel internacional. No nos vamos a
callar. No vamos a rendirnos ante nadie, ni nada.
¿El asesinato de Regina pudo haber
creado una cierta autocensura por parte de los periodistas?
Claro. El miedo es una jaula que a todo ser humano va a
paralizar de una u otra manera. Eso es lo que le ha pasado al gobierno: las
manifestaciones que se han hecho en el DF por los 43 estudiantes desaparecidos
en Ayotzinapa, en una de las últimas la policía le pegó a niños, a señoras, a
personas para que cuando regresen a su casa con la pierna hecha una pelota
digan yo ya no voy, me van a golpear. Es eso. Para eso lo hacen. Aquí tuvimos
un desalojo el 14 de septiembre de 2013, durante una manifestación de maestros
que se manifestaban en contra de la reforma educativa. De repente escuchamos la
formación de la policía y empezaron a golpearnos a todos. Nos dieron choques
eléctricos. A mí me robaron mi tarjeta, me dieron patadas los policías, y
cercaron todo el centro. Apagaron la luz y a todo el mundo le pegaban. De allí
nosotros denunciamos: la Comisión Estatal de Derechos Humanos no hizo nada, la
Comisión Estatal para la Protección y
Atención a Periodistas tampoco obviamente hizo nada, la PGR no hizo nada, la
Secretaría de Seguridad Pública menos. Y las cámaras que se supone tiene el
Palacio de Gobierno, curiosamente, se perdió el video…
Todo esto es una mafia. ¿Qué es lo que hacen ellos? Fraccionan a
la gente: estos son disidentes, estos anarquistas, estos estudiantes, estos
ambientalistas. Y si la gente tuviera una conciencia más clara de a qué punto
queremos llegar todos, esto sería más fácil. Pero no. La justicia no existe. A
un compañero no le regresaron su cámara, otro tuvo que salirse de los medios
porque no quiso problemas, y nosotros continuamos. Está el miedo, y está el
peligro latente. Mira, la muerte es la muerte. La persona que te mata de la
manera que sea. Pero hay gente que te quiere y hay familia también. Te voy a
decir algo personal fuera de mi trabajo : si a mí me hubieran matado a mi
madre, o a mi hijo, o los desaparecen, para mí romper una pared o un vidrio
sería muy poco. Yo creo que tomaría medidas más radicales. ♦
Por Mylene Moulin