El martes 23 de junio, el
ciudadano Juan García caminaba tranquila y despreocupadamente por las calles
del centro de Xalapa, cuando al pasar por un puesto de periódicos y revistas
notó algo que, la verdad, no resultaba extraño, pero de cualquier forma notó.
Un número impresionante de
diarios ocupaba los anaqueles del puesto, Veracruz es uno de los estados con
mayor número de publicaciones periódicas impresas y sitios web de noticias; debe
ser un buen negocio, pensó el ciudadano. Pero no fue esto lo que notó, sino que
más de la mitad reproducía en las portadas el mismo titular: "Sin materia,
denuncias presentadas ante la PGR contra funcionarios veracruzanos",
acompañado de la misma fotografía que mostraba una conferencia del gobernador
Javier Duarte flanqueado por el fiscal, el contralor, y los secretarios de
Salud y Educación.
Pero lo más notorio fue que
el resto repetía la imagen, aunque el titular era un poco diferente. Varios
repetían: "Falsas, denuncias presentadas ante la PGR contra funcionarios
veracruzanos", y los demás eran diferentes, aunque consignaban la noticia
y la idea del titular era muy parecida.
Recordó el ciudadano Juan
García que el día anterior, en los portales noticiosos, halló una situación
parecida. Algunos sitios consignaban notas propias que se distanciaban un poco
de aquella que se reproducía como infección bacteriana.
Esto es sintomático, pensó
con lucidez el ciudadano Juan García, sin caer por supuesto en el triunfalismo,
como era su costumbre. Como bien lo sabía, el asunto no era extraño sino más
bien común, tanto que ya era hasta normal y, en algunas ocasiones, el centro de
la mofa en los comentarios de las redes sociales.
Pero más allá de la evidente
estrategia gubernamental que de inteligente no tiene nada y cuya eficiencia
habría que poner en duda, la colocación sistemática y hasta el hartazgo del
boletín oficial y la imagen del mandatario es sólo una hebra del espagueti.
La comunicación social
Es la comunicación social,
así se le llama, así se conoce, tan antigua como el mismo periodismo. En
México, durante la Colonia, en la Gaceta
Oficial, que era controlada por el estado, no se publicaban sino
comunicados oficiales y avisos. Y es que si los medios son el cuarto poder, hay
que apoderarse del poder y colocarse en la plenitud.
Claro, los gobiernos se
asignan el derecho de difundir sus logros, aunque a veces se destine para ello
más dinero del que costaron aquellos "logros"; así que el objetivo
pasa de la difusión de acciones gubernamentales, eventos y atención a los
ciudadanos, a la exaltación del gobernante en turno, al culto a la figura del
poder.
Chomsky señala en Los
guardianes de la libertad y en La propaganda y la opinión pública,
cómo los medios son usados para difundir la ideología del grupo dominante. La
idea no es completamente original, ya la había estudiado Foucault, quien a su
vez la tomó de Gramsci. Pero lo que me interesa resaltar son dos puntos que
Chomsky plantea puntualmente: el suministro de noticias a los medios de
comunicación, información seleccionada por el gobierno, y la crítica a los
contenidos de los medios por medio de reforzadores de opinión. Dos funciones
que la comunicación social cree cumplir por medio de estos boletines
diseminados, colocados y reproducidos sin cuidado.
El estado en el que esto se
lleva a cabo también es algo importante, y nada mejor para explicarlo que las
recientes ideas expresadas por Umberto Eco, a raíz de la publicación de su
última novela, Número cero. Según Eco, los periódicos impresos cumplen
funciones muy diferentes de las que se cree; la información es la última de
ellas, y en comunidades tan pueblerinas como es el caso de Veracruz, los
periódicos, más que informar a la sociedad, son un medio de comunicación entre
los grupos políticos que disputan el control y el poder del estado. No es una
idea tan novedosa como muchos creen, como tampoco la anécdota de su novela, en
la cual el personaje principal funda un periódico que jamás ve la luz, pero le
sirve para presionar a los grupos de poder y entronizarse. En los tiempos de Los
bandidos de río Frío, de Manuel Payno, vive Crisanto Bedolla, quien
adquiere unos periodiquillos con el único fin de publicar libelos y calumnias
en contra de quien sea, pero a un muy buen precio; su principal cliente, por
supuesto, es el presidente. Cada mañana, Bedolla acude muy tempranito a palacio
y entra hasta los aposentos del gran señor, de quien recibe directamente las
instrucciones sobre a quién hay que darle. Duro y a la cabeza.
Ahora el ciudadano Juan
García tiene una idea más clara de cómo se mueve el asunto. Las dependencias de
gobierno seleccionan su información y la diseminan. Pero la difusión no es el
único objetivo, sus boletines se erigen como la versión oficial.
Lo que eso signifique, piensa
el ciudadano García, no debe hacer gran diferencia. Y no la hiciere, señor
García, en una sociedad con medios de comunicación responsables y
profesionales. El periodismo es vital para una sociedad, se dice muchas veces,
sobre todo cuando se celebra el Día de la Libertad de Expresión, pero nadie se
pregunta el motivo, y es éste: el periodismo es el contrapeso de esa versión
oficial. El periodista no podría encontrar la verdad, pero sí acercarse a ella,
y la forma de hacerlo es escuchando todas las voces, versiones y posibilidades.
Sin embargo, en un estado
como Veracruz donde el periodismo se ha debilitado al extremo, que se ha
convertido a nivel nacional e internacional en el lugar más peligroso para
ejercerlo, donde el periodista debe elegir entre arriesgar su vida o esperar,
la versión oficial se convierte en la única verdad, la verdad a fuerzas,
incuestionable.
Ah, señor García, usted ha
visto sucumbir al periodista entre las presiones oficiales, la censura
gubernamental y las amenazas de grupos de la delincuencia organizada. Usted ha
visto caer a muchos compañeros, cómo han desaparecido las secciones policiacas
y apenas se sostienen con boletines, la postura oficial. Usted ha sido testigo
de cómo el periodista veracruzano ha dejado de investigar, de buscar las otras
versiones, y de cómo los diarios se llenan de comunicados (la polilla del
periodismo, dijo Guillermo Prieto).
Ya el boletín planteaba una
postura oficial, la historia aceptada y comprobada por las autoridades,
aquellas que en un gobierno sin transparencia manipulan a su antojo toda la
información y sus pruebas; pero sin investigación periodística el comunicado se
convierte en la única versión, se condena a una sociedad al ostracismo y la
conformidad. Se pretende entonces que la versión oficial sea la única
confiable; se quiere gobernar con boletines.
La retórica oficial
Con las evidencias enfrente,
o por lo menos así lo piensa, el ciudadano Juan García comienza a recordar
algunos casos, casual en él, el primero que le viene a la mente es el del
cantante Gibrán Martiz. Los hechos son los siguientes: el 7 de enero de 2014,
un grupo de sujetos armados irrumpió en su vivienda y se lo llevó junto otros
dos jóvenes. Él y uno de los adolescentes aparecieron muertos el 19 de enero.
Algunas notas consignaron el dato de que quienes se los llevaron eran policías
del estado. La versión oficial inicia a partir de su muerte. Antes sólo
silencio, seguramente, confía el ciudadano García, debido a la secrecía que
merecen las víctimas para no entorpecer las investigaciones ni poner en riesgo
su vida (frase que se ha vuelto favorita del hoy fiscal del estado).
La versión oficial difundida
en boletines consultados en la página de la sala de prensa de Gobierno del
Estado, inicia así: "Elementos de las fuerzas del orden que participan en
la operación coordinada Veracruz Seguro realizaron este sábado a las 22:00
horas, un operativo en la carretera Huatusco-Conejos, donde repelieron una
agresión y abatieron a dos atacantes; posteriormente, al efectuar una inspección
en el área, localizaron los cuerpos de dos personas sin vida, entre ellas a
Gibrán David Martiz Díaz, informó el procurador General de Justicia, Felipe
Amadeo Flores Espinosa".
Interesante, recapacita el
ciudadano García, así que la versión oficial resalta, en primer lugar, no la
muerte del cantante de La Voz México,
cuyo caso había sido tratado en medios nacionales e internacionales, sino la
acción de policías que "abatieron" (verbo que se ha convertido en
epidemia) a dos malosos (el sustantivo ha sido usado así por los gobernadores
Fidel Herrera y Javier Duarte). Sólo después, y tras dejar en claro que en una
inspección posterior, no se fuera a pensar que Martiz hubiese muerto en el
enfrentamiento.
El boletín vuelve a hacer
hincapié en que Gibrán fue asesinado por los delincuentes abatidos y en las
investigaciones que se llevan a cabo. La estrategia no estaría completa sin la
complementaria crítica a los contenidos periodísticos, así que el mismo 19 de
enero, de correos desconocidos, se difundieron a los medios fotografías del
cantante posando con armas, con rumores de que el joven andaba "en malos
pasos" y "se juntaba con gente mala".
El boletín oficial emitido el
20 de enero consignaba la detención de siete policías. Durante la desaparición,
algunos medios habían manejado las versiones de testigos que acusaron a
policías como los ejecutantes del levantón, incluso con el número de patrulla.
La cobertura nacional e internacional obligó a la consignación. Sin embargo,
dicho comunicado, resaltaba: "La Procuraduría General de Justicia del
Estado (PGJ) informó que tras la realización de pruebas periciales se comprobó
que los delincuentes abatidos durante el operativo del pasado sábado 18 de
enero, fueron los autores materiales de la muerte de Gibrán David Martiz Díaz y
otra persona, cuya identidad se mantiene bajo reserva por mandato de ley".
El ciudadano García está
confundido. El interés principal parece ser la desvinculación directa de los
policías con el homicidio. En diciembre de 2014, los policías fueron liberados
bajo fianza. Pero el mes pasado la Comisión Nacional de Derechos Humanos giró
una recomendación al Gobierno de Veracruz. Entre otras medidas, buscar a un
tercer joven que permanece desaparecido desde entonces, y al que nunca se
refirieron durante más de un año las autoridades, proceder contra los policías
señalados, reparar el daño a las víctimas y otras acciones.
En otro boletín emitido por
la Dirección General de Comunicación Social, se aseguraba que: "El
Gobierno del Estado, en atención al documento recibido por parte de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos (CNDH), denominado Recomendación No. 14/2015, dio
a conocer que cumplirá cada uno de los puntos incluidos en el texto".
Jamás se refieren al caso y Gibrán no les merece ni una mención en su texto.
Tampoco mencionan nada sobre los policías. Sin embargo, unos días después, el
gobernador del estado, Javier Duarte, aseguró que los siete efectivos estaban
detenidos. No explicó, por supuesto, cómo es que se efectuó la detención ni bajo
qué términos y condiciones; mucho menos mencionó en donde se encuentran
recluidos. Simplemente espera que creamos en su versión.
El ciudadano Juan García está
desconcertado, por lo que revisa otro caso. El pasado 5 de junio ocho
estudiantes fueron salvajemente golpeados por un grupo parapoliciaco. Los
jóvenes estaban en una fiesta en una vivienda de Ruiz Cortines, a una cuadra
del PRI, cerca de Humanidades, cuando encapuchados armados con bates y machetes
irrumpieron y los agredieron brutalmente. Tres de ellos terminaron en el
hospital con heridas graves; el resto, aunque requirió atención médica, no
requirió hospitalización.
Las comunicaciones oficiales
son, por su naturaleza, alarmantes. El primer boletín emitido, cerca de las 10
de la mañana, lleva como titular "Condena SSP ataques a estudiantes",
pero el texto inicia afirmando: "La Secretaría de Seguridad Pública (SSP)
niega rotundamente tener participación alguna en el ataque que sufrieron
estudiantes de la Universidad Veracruzana (UV) la madrugada de este
viernes." Luego, resalta la oportuna atención y respuesta de las
autoridades. Un comunicado posterior afirma que la Fiscalía ha iniciado una
investigación "y no se parará hasta ubicar, detener a los responsables y
conocer la verdad caiga quien caiga, aseveró su titular Luis Ángel Bravo
Contreras". Y reitera más adelante: "llegaremos hasta las últimas
consecuencias y enfrentaremos a quien resulte responsable con la acción de la
justicia. No permitiremos que queden impunes los actos que denigren la integridad
de los ciudadanos, indistintamente de quien se trate”.
Hasta la fecha, a casi un mes
de la brutal agresión, protestas de estudiantes, académicos y sociedad civil,
no hay resultados de las investigaciones, ni siquiera avances. Es decir, supone
el ciudadano García, que el boletín es solamente una respuesta mediática y
posiblemente sin mucha relación con la verdad. Es la forma del gobierno para
controlar la interpretación de los hechos, sabido que nadie lo obliga a dar
explicaciones ni pruebas. Como era de esperarse, la otra estrategia: con un
comunicado difundido por correos desconocidos donde se asegura que
"Autoridades de la Universidad Veracruzana confirmaron que sólo uno de los
jóvenes agredidos la madrugada de este viernes está matriculado en esa Máxima
Casa de Estudios".
La dirección de Comunicación
Social de la Universidad Veracruzana responde a las mismas características.
"UV apoya a jóvenes agredidos" es el titular del boletín difundido
ese día. Su entrada es sobre la atención de autoridades universitarias a los
jóvenes y seguimiento de su salud. Destaca en el segundo párrafo, ¡Oh, santa
coincidencia!, exclama el ciudadano García, que uno de los estudiantes "se
encuentra inscrito en la universidad".
Solamente hasta los últimos
párrafos, la condena al hecho, tibia, floja, vergonzosa: "Autoridades de
la máxima casa de estudios de Veracruz rechazaron todo tipo de violencia, sobre
todo cuando ésta se ejerce contra los jóvenes,
independientemente de su situación escolar o institución de
procedencia", y sigue: "La institución lamenta profundamente la
agresión cometida contra los jóvenes la madrugada de este viernes y se une a la
exigencia social de esclarecimiento de los hechos". Y para rematar, la
zalamería, lo agachón: "La institución confía en que las autoridades
llevarán a cabo las investigaciones pertinentes con toda diligencia y, además,
exhorta a la comunidad universitaria a informarse responsablemente al
respecto".
Por supuesto, la postura
oficial de la Universidad y la Rectoría fue criticada fuertemente por la
comunidad universitaria y la rectora se vio obligada a endurecer, un poco,
poquito, su exigencia.
El ciudadano Juan García está
estupefacto, no sabe que pensar. La versión oficial lo cubre todo con una
niebla espesa. Las comunicaciones, por ejemplo, de hechos violentos como
balaceras y secuestros diluyen los hechos con su retórica. Desaparecen las
balas y los eventos se reducen a "conflictos entre particulares". Las
autoridades presumen los resultados de sus políticas, pero los reportes sobre
el número de delitos provienen de ellos mismos, por ejemplo las cifras de
secuestros y desaparecidos prestidigitadas por el fiscal. Pero esto no se
reduce al ámbito de la seguridad, en materia de salud, desconocemos si las
cifras sobre la incidencia del dengue o del Chikungunya en la entidad son
confiables o el caso es comparable con la negativa sistemática del desabasto de
medicamentos, mientras familiares denuncian la carencia reiterada de medicinas
y atención especializada, por ejemplo en el Centro de Cancerología.
El boletín que trata el
homicidio de otro periodista, el número 13 de la actual administración, es
indignante. Las estrategias para minimizar su labor (experiodista, le llamó un
portal de noticias que reprodujo el comunicado) y la manipulación de las causas
de la muerte, aunque son repetitivas, no dejan de sorprender. Aseguran fuentes
de la Fiscalía que la causa es atropellamiento, a pesar de que el cuerpo
presenta lesiones de golpes y tortura, e incluso está vendado.
Recapacita el ciudadano
García entonces sobre la reciente conferencia del gobernador y las denuncias de
la Auditoría Superior de la Federación ante la PGR por irregularidades en el
manejo de recursos federales por casi 9 mil millones de pesos. Tanto el titular
que asegura que las denuncias son "falsas", como aquel que rectifica
"sin materia", pertenecen a boletines emitidos por la Dirección
General de Comunicación Social. Posiblemente se percataron, en algún momento,
del error que era asegurar la falsedad de las denuncias. Pero si repararon en
el titular, el boletín no cambia una palabra. En el comunicado, el gobernador
pretende solventar los señalamientos y las irregularidades, que son graves, con
su sola declaración. Sin pruebas, apenas una hoja en la mano y varias carpetas
apiladas en una mesa, cuyo contenido se desconoce y se desconocerá, pues bien
pudieron estar vacías, el mandatario estatal quiere que los ciudadanos creamos
en una administración honrada y correcta.
Y si ningún periodista
investiga, si ninguno se pregunta y busca las otras posibilidades, cuando sólo
nos queda la versión oficial, oficiosa por naturaleza, manipulada por
intereses, e incluso mentirosa, nuestra verdad no puede ser sino pobre y coja.
El ciudadano Juan García se ha quedado sin palabras. ♦
Por Juan Carlos García Rodríguez