HA CONCLUIDO LA EMISIÓN NÚMERO VEINTICINCO DE LA
FERIA NACIONAL DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL DE XALAPA Y LOS RESULTADOS QUE SE ESPERABAN NO SUPERARON
LAS EXPECTATIVAS. EL DILETONTO LO RESUME ASÍ EN ESTAS LÍNEAS: “NO HAY IDEAS
NUEVAS: LA FERIA SE MANTIENE EN FLOTACIÓN, REPITIENDO FÓRMULAS QUE EN PRINCIPIO
FUNCIONARON Y HOY SON OBSOLETAS, AL TIEMPO QUE DESAPARECEN TRADICIONES QUE NO
SON RELEVADAS”.
La Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil
de Xalapa cumple veinticinco años en 2014. Nació en 1990 acatando una política
federal: Las Cuatro Estaciones del Libro del Conaculta, programa de fomento a
la lectura a nivel nacional. En consonancia surgieron por todo el país ferias
con carácter estacional dedicadas a niños y jóvenes; de esa generación sólo
continúan las de León, Guanajuato, que ha perdido los adjetivos “infantil y
juvenil”, y la de Xalapa, quien conserva su especialidad de origen.
En Veracruz la realización se encomendó a la
Secretaría de Educación y Cultura, SEC, entonces muy activa, durante el
interinato de Dante Delgado Rannauro. Lourdes Hernández Quiñones, a quien
justamente se reconoce como la fundadora de la feria, asumió la encomienda. A
lo largo de los nueve años de Performance diversas crónicas, una de ellas
extraordinaria, la de Juan Javier Mora-Rivera en el número 50, han atestiguado
tanto la vitalidad como la contaminación del espíritu de la feria de pulsiones
políticas.
Nadando
de a muertito
Si algo distingue a la FLIJX es su vitalidad y
arraigo. Tras veintiún ediciones la Feria Internacional del Libro Universitario
no puede presumir igual posicionamiento y aunque en apariencia luzca más
atractiva para los comerciantes, varios libreros locales confiaron que venden
más en la FLIJX. En lo que gana la FILU es en estabilidad e identidad. Nuestra
feria del libro infantil y juvenil, más allá del entusiasmo que cause en la
población, sufre vicisitudes acusando los caprichos y dudosos criterios de los
gobernantes y administradores del momento.
A partir del fidelato la feria comienza a
decaer. En 2007, a instancias de Víctor Arredondo, se planteó refundirla con la
FILU, orgulloso vástago del exrector de la Universidad Veracruzana. Como uno de
los proyectos de Fidel Herrera Beltrán era la desaparición del Ivec en
principio tal fusión parecía previsible, además de que ejemplificaba los
principios de la reingeniería: no duplicar funciones, conciliar programas y
actividades para evitar proliferación en áreas y programas. Sobrevivió a esa
tormenta pero ya nada fue igual.
Desde la administración de Sergio Villasana
Delfín (2007-2010) la dirección del Ivec se ha manoseado más que a una
teibolera en quincena. La feria acusó el magullamiento. Se cambió de sede, se
retornó al Colegio Preparatorio, se encomendó su coordinación a personas ajenas
a la gestión cultural –después de Lourdes Hernández Quiñones, quien
oficialmente dejó la feria en 2007, los coordinadores han sido improvisados,
sin trayectoria en gestión cultural ni comercial ni editorial. Bueno, qué se
puede esperar de los coordinadores si más de uno de los directores ivecos no ha
estado a la altura del cargo.
Entre el sello de Félix Báez-Jorge de una feria
concentrada en el ámbito local a la feria de este año, modesta en su
celebración y con un presupuesto austero sobre todo con los artistas, lo que
sobresale de la feria infantil y juvenil durante el sexenio de Javier Duarte es
la pobreza tanto económica como en gestión. No hay ideas nuevas: la feria se
mantiene en flotación, repitiendo fórmulas que en principio cumplieron y hoy
son obsoletas, al tiempo que desaparecen tradiciones que no son relevadas. Se
trabaja para cumplir con los formularios del Conaculta, cuyos fondos son los
que mantienen en actividad al Ivec en todos los ámbitos. Y al final no cuadran
las actividades con los montos.
Los
enredos de Harry
La edición XXV debería ser recordada como una de
las mejores ediciones de la feria por conmemorar un cuarto de siglo, por ser la
única feria viva con el carácter de infantil y juvenil en el interior de la
República. Se recordará en cambio como la primer feria bajo la dirección
virtual de Harry Grappa. No sorprende que en la presente administración del
Ivec, desde que Rodolfo Mendoza Rosendo asumiera la dirección tras el despido
de Alejandro Mariano –presentado como renuncia por motivos de salud pero
instigada dentro de gobierno–, el secretario de Turismo, Cultura y
Cinematografía, todopoderoso amigo del gobernador, haya sido quien presida las
ruedas de prensa importantes, las presentaciones de los grandes programas –así
la presentación del presupuesto de cultura en febrero de este año, confiriendo
al Ivec el papel secundario que desde el fidelato se le ha otorgado. Prueba
fehaciente: en la coordinación del Hay Festival hasta el 2013 el instituto,
siendo la máxima dependencia en cultura de Veracruz, nunca tuvo injerencia. Se
lo disputaron la Secretaría de Turismo, el Ayuntamiento de Xalapa y la
Universidad Veracruzana, pero el Ivec nunca. Los directores anteriores,
Báez-Jorge y Mariano, ni siquiera asistían a las ceremonias de inauguración o
clausura. Hasta ahora, cuando casualmente el secretario de Turismo y el
coordinador del Hay Festival son también quienes controlan la cultura
institucional en Veracruz.
Las apariciones son simbólicas: imprimen un
sello connotativo más que de representación. Mientras el gobernador Javier
Duarte de Ochoa no juzgó importante asistir a la inauguración de la feria en
fecha tan significativa –tampoco hubo presencia de Conaculta, Harry Grappa
asumió el protagonismo e inauguró la celebración el viernes 25 de julio. Fue la
primera ocasión, en las ya cuatro ediciones de este sexenio, en que Grappa
adquirió preponderancia. Son ejemplares sus palabras en el discurso de bienvenida.
Destacó el carácter universal de Xalapa, llamándola sede de la literatura
universal, y vinculó a la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil de Xalapa
con el Hay Festival. Ambos programas retomados por Grappa después de eliminar a
sus respectivos coordinadores y creadores, Alejandro Mariano Pérez y Leticia
Perlasca Núñez. Pocas veces se ha acumulado tanto poder en un solo individuo.
Mariano quiso acopiar poder cultural –el traslado de El Ágora a la órbita del
Ivec fue iniciativa suya– y sin saber para quién trabajaba su recaudo lo
entregó a Mendoza Rosendo. O mejor dicho: a Harry Grappa.
Por ello no resulta sorprendente que no
expliquen fehacientemente cómo se da la paradoja de que haya crecido el
presupuesto pero continúe la penuria –léase al respecto el reportaje de Víctor
Benítez en este mismo número. Las limitaciones proverbiales en el último lustro
provenían de la falta de equipo y materiales, de las limitaciones para
contratar proveedores adecuados y no con base en los topes económicos y ofrecer
a los artistas participantes condiciones dignas de audio e iluminación.
Ahora todo se ha destinado al escenario porque
la especialidad de este sexenio son los escenarios, los contratos millonarios
para la parafernalia: el servicio de banquetes, la sillería, los manteles, las
estructuras, los equipos de iluminación, el audio, el transporte. Eso, como
sabemos, es lo importante. Porque deja dinero. Pagar a los artistas y a los
participantes, no. La cultura sólo sirve si se puede traducir en ingresos. No
para el estado o para la comunidad. Para las cuentas bancarias personales. Al
respecto el principal proveedor del gobierno de Veracruz en el sector turístico
es la empresa Audiver, propiedad de Grappa; quien a su vez posee otro grupo
dedicado a servicios turísticos: Grupo Grappa. Su propia semblanza en el portal
del gobierno de Veracruz enfatiza que el secretario es el principal proveedor
de servicios turísticos; cito: [Grappa] “Es además fundador y socio activo de
la asociación civil Convenciones Veracruz, A.C., que integra a los principales
prestadores de servicios turísticos veracruzanos.”
Con un presupuesto en más de un millón de pesos
superior a la edición de 2013, la edición XXV de la feria no estuvo a la altura
de lo que se esperaba por la conmemoración, aunque queden las declaraciones
grandilocuentes: la edición más importante, la feria más concurrida. En cambio
ha corroborado que la cultura durante la actual administración es un asunto de
negocios y de ignominia para los creadores. ♦
Por El Diletonto