Obra de Tim High |
Como una reacción a un polémico escrito de Tim High, se
presenta Vacío y bancarrota en la Galería Fernando Vilchis del Instituto
de Artes Plásticas. Omar Gasca plantea aquí que se trata de “una probadita, una
muestra, un ejemplo, casi un hito, una señal de lo que hay que promover,
provocar, convocar, inspirar, esperar: que pase, que suceda algo…”
Con el espaldarazo que le dan su puesto como profesor en la Universidad de Austin y su obra
en colecciones del Museo Metropolitano de Arte, el Instituto de Arte de
Chicago, el Centro de Arte de Milwaukee y el Museo de Arte Fogg, entre otros,
Tim High escribió y difundió su texto Bad boy art & artists que, convertido
en mensaje viral, provocó la indignación de los artistas aludidos –Ray Gloeckler, Karen Kunc, Eric Avery,
David Conn, Charles Jones, Sylvia Walters, Michelle Martin y más–, a quienes
califica de productores de anti-arte, incapaces digamos de ofrecer algo nuevo,
algo de singular mérito, originalidad, o
con un significado cultural duradero. Son, dice, “sencillamente los mismos oscuros,
peludos, groseros, agitados, asqueados, rabiosos, tramposos practicantes de los
siete pecados capitales” (“dark, hairy, rude, boisterous, vomit-hurling,
fang-bearing, claw-welding, seven deadly vices”), identificados o asociados
o comprometidos, además, con las equívocas estéticas cincuenteras, sesenteras,
setenteras, ochenteras y noventeras en las que desfilan desde Big Daddy,
Ed Roth (Rat Fink / Monster Cars), Gilbert Shelton (Fabulous Furry Freak
Brothers / Wonder Warthog) y autores y poetas como William Burroughs y Charles
Bukowski, hasta Beastie Boys, Queen, Black Sabbath, Guns & Roses, Slipknow,
Black Crows, Korn, Goat Whore e Insane Clown Posse, sin dejar de lado, claro
está, a Dylan, Donovan, Jimi Hendrix, Janis Joplin y… Bruce Springsteen (que
éste en todo caso sobra, a menos que consideremos su We shall overcome: The
Seeger sessions, 2006, que tiene piezas extraordinarias como “Pay me my
money down”). ¡Burroughs,
Bukowski (“Los muertos no necesitan / aspirina o / tristeza / supongo / pero
quizás necesitan / lluvia / zapatos no / pero un lugar donde / caminar”) y
Janis! Si leyéramos, si escucháramos,
acá en el Sureste diríamos ¡Coño!
El texto
de High, más allá –¿o acá?– de su utilidad como recurso nemotécnico para
recordar y reproducir el disco inmediatamente arriba citado (y que ahora sirve
de fondo a este breve concierto de teclas), es lo más parecido a la explosiva,
irreflexiva, instintiva e insensata y fantástica perorata de una tía que
mientras teje chambritas mal habla de los vecinos. Sin embargo, tiene una
virtud, indeliberada, automática, pero que construye pretexto. Porque los
artistas gráficos norteamericanos, connotados todos (y ofendidos, esa es la
palabra), de quienes el profesor/artista considera que “sus estrategias
estéticas se basan principalmente en un sensacionalismo e impacto inicial
afrentoso, y muchas veces vacío de un valor conceptual duradero más allá del
momento” y cuyas obras son “esencialmente un lamento del estado en
descomposición del alma y el espíritu norteamericanos”, le contestan, y lo
hacen con lo que saben hacer, su obra, aunque parafraseando a Kennedy
escuetamente pudieron responderle con algo así como “No te preguntes qué puede
hacer el arte de los demás, pregúntate que puedes hacer tú con él”.
De eso
trata la colectiva Vacío y bancarrota, obra plástica en respuesta a una
controversia, que se presenta en la Galería Fernando Vilchis del Instituto de
Artes Plásticas, desde el jueves 15 de agosto. Una probadita, una muestra, un
ejemplo, casi un hito, una señal de lo que hay que promover, provocar,
convocar, inspirar, esperar: que pase, que suceda algo; que haya
retroalimentación, respuesta, controversia pública, abierta, en la red, en los
diarios, en la galería. Feed back, dirían allá y, acá, un poco de eso
que se parece al “qué me ves, güey”. Algo de combatividad. Algo de que las
palabras y los gestos y las cosas producen efectos emocionales e intelectuales
y… acciones. Newton dijo algo así en su formulación original: Actioni
contrariam semper & æqualem esse reactionem: sive corporum duorum actiones
in se mutuo semper esse æquales & in partes contrarias dirigi.
Pongámoslo más simple: acción y reacción: yo digo, tú contestas. Porque lo de
todos los días es que-no-pa-se-na-da, excepción hecha del cultivo de los egos y
el servicio para que cada cual justifique, “legitime” sus espacios, funciones y
cargos: dos, tres tragos y ahí nos vemos. La conjugación: tú expones, yo
escribo, ellos vienen, nadie ve, nosotros presumimos de que apoyamos a la
cultura, todos beben (cuando hay, que es nunca y casi). Sanseacabó. No hay
futuro perfecto.
Por otra parte da gusto (palabra en desuso o en
todo caso descalificada para garantizar que da lo mismo lo que sea, que Byron
Brauchli, artista con oficio y trabajador, esté al frente de esto que
llamaríamos “ensayo” y muy en el sentido de Montaigne, porque no se trata de
otra cosa que participar cada cual en un debate o controversia con sus
respectivas verdades que son, ni más ni menos, provisionales. Entre las cosas
buenas, un pleito inteligente.♦
Por Omar Gasca