El Conde de Saint German nos
habla sobre la agrupación musical La 33 de Bogotá, Colombia. “No recordaba aquí en Xalapa la presencia de una
agrupación musical con tanta calidad. Probablemente desde la presencia de la
Sonora Ponceña en el Teatro del Estado…”.
Estimado poeta de la ciudad de los muertos:
Como
sabe muy bien, mis colaboraciones para Performance son tan etéreas como
una sonrisa del Gato de Cheshire. Así es que ahora se me ocurre aparecer, no sé
si sea autorizado. A veces me pongo a deambular por las extrañas ofertas
culturales que se ofrecen en esta ciudad capital y me encontré con una
extraordinaria: la presentación de La 33, una orquesta de salsa colombiana que
pertenece a las ligas mayores de la música afroantillana.
No
recordaba aquí en Xalapa la presencia de una agrupación musical con tanta
calidad. Probablemente desde la presencia de la Sonora Ponceña en el Teatro del
Estado, algunas actuaciones sobresalientes del Combo Ninguno en el añorado
Barlovento, la presencia fugaz de la Orquesta Aragón en la antigua Casa de
Artesanías, alguna noche de inspiración de Son Residentes en el Bembé o Taumbú
en una memorable audición en La Tasca.
Seguramente
han existido algunas otras más en cuanto al género musical se refiere, pero con
probabilidad me encontraba en otros menesteres y no los escuché. Lo cierto es
que La 33, agrupación nacida en 2002 en Bogotá, Colombia, hizo su fulgurante
presencia en Tierra Luna a la media noche, en los primeros minutos del viernes
27 de junio, cuando surgen los mejores embrujos.
La 33
dejó clara la diferencia de lo que significa hacer música o hacer ruido, de
buscar un sonido propio o vivir de la imitación de los éxitos de siempre, de
disfrutar sinceramente o cantar-bailar con coreografías desgastadas, sin
espíritu, de buscar ritmos diversos y combinarlos para grandes composiciones
libres y creativas o ajustarse a un esquemita salsero que a la vez hace girar a
los bailadores como trompos sin sentido.
Históricamente
el movimiento salsero se desenvuelve con apoteosis en Nueva York y Puerto Rico;
el sonero, indudable, en Cuba. Son los dos grandes polos de la creación musical
afrocaribeña. Sin embargo llega el momento de fijarse en Colombia. No ha sido
casualidad su desarrollo en diversas etapas a través de los años, además de la
legendaria música caribeña, del Pacífico
y de los sonidos del vallenato, los colombianos tienen una admiración ecuménica
por los dioses de la Fania, han hecho literatura como Juan Carlos Garay en La
nostalgia del melómano, Andrés Caicedo en ¡Que viva la música!, o el
periodista Umberto Valverde y su seguimiento puntual al movimiento salsero. La
33 es una mezcla de todo ese bagaje cultural.
Sergio
Mejía, director de la agrupación colombiana, confiesa que una motivación para
reunirse y hacer el proyecto fue la de contrarrestar al reggaetón en Bogotá,
ritmo que con facilidad se desboca en lo soez y lo insulso. Así se dio a la
tarea de reunir a su banda con jóvenes talentosos en la ejecución de cada uno
de los instrumentos y empezó a hacer salsa al más puro estilo que impone el
nombre, es decir, unir los ritmos tropicales del Caribe y del Pacífico, los
sonidos urbanos y rurales, con bogaloo, mambo, jazz y rock para crear el estilo
original de La 33, nombre de una calle bogotana, donde tienen su lugar de
ensayos, que le impregna el espíritu de barrio e identidad.
La
agrupación ha estado en diversos escenarios internacionales, saben crear una
atmósfera especial entre músicos y bailadores y tienen gran personalidad en la
tarima. La 33 la forman Sergio Mejía, director y bajo; Santiago Mejía,
teclados; Guillermo Celis, David Cantillo Malpelo y Pablo Martínez en
las voces; Alejandro Pérez, conga; Diego Sánchez, bongó; Juan David Fernández,
timbal; Rolando Nieto, trompeta; Juan Felipe Cárdenas, saxo tenor; Vladimir
Romero, trombón y; José Miguel Vega El Profe, trombón.
Ellos
crean un vendaval de ritmos y generan una energía que provoca felicidad
permanente. Célebre es su versión al tema clásico de Henry Mancini, La
Pantera Rosa mambo. Cada una de sus piezas originales es una pirotecnia
musical. El repertorio que interpretaron esa noche formaba parte de su nueva
producción discográfica, Tumbando por
ahí, e intercalaron piezas de sus otros tres discos, La 33, Gózalo y
Ten cuidado.
Buena
bebida, grata compañía. ¡Qué más se puede pedir para una deleitable noche de
verano en Xalapa! ¡Salud por La 33!♦
Conde de
Saint Germain, duque de Fania y comendador de la salsa colombiana.
Por Conde de Saint Germain