SONETO PARA DOS ALMAS EN VILO |
Héctor Miguel
Sánchez revisa Soneto para dos almas en vilo, escrita y dirigida por
Martín Zapata e interpretada por Manuel Domínguez y Diana Sedano, obra teatral
con varios momentos de gran eficacia y ráfagas de intensidad estética.
Encontramos en el libreto de Soneto para dos almas en
vilo, escrita y dirigida por Martín Zapata e interpretada por Manuel
Domínguez y Diana Sedano, dos principales virtudes: el absurdo, conducido hasta
un grado importante de sistematicidad, y el humor, elevado como contrapunto
sobre esta “poética de lo absurdo-fantástico”. En cuanto al primer elemento,
podemos decir que, no obstante la aparición de un evento anecdótico que, en un
primer momento, parece ser meramente ocioso (la presencia de espíritus del más allá),
éste va siendo elaborado y reelaborado a lo largo de la pieza de modo que, de
ser un punto que no daba la impresión de conducir a ningún lado, se transforma
en el núcleo mismo sobre el que se tejen las “variaciones del absurdo” que
constituyen la obra. En cuanto al humor: éste radica, ante todo, en el
hecho de que vemos a los actores
hablando solos la mayor parte del tiempo, pues representan, prácticamente sin
solución de continuidad, tanto a dos personajes con cuerpo y alma (Laura y
Antonio), como a dos espíritus (Carlota y Raymundo) que se han posesionado
justamente de estos dos cuerpos; así, vivos y muertos dialogan empleando un
mismo elemento corporal, lo que produce ráfagas verdaderamente hilarantes.
En cuanto a los puntos de mejora, señalamos los siguientes: el recurso de la
meta-teatralidad pudo haber sido mucho más explotado, así como la referencia al
soneto Definiendo el amor de Francisco de Quevedo, que si bien tiene una
importancia anecdótica en la obra (y figura en el título de la misma), carece
de ella desde una perspectiva estética: la complejidad del amor, bien trabajada
en este libreto, no requería ya de la intertextualidad explícita –aunque haya
sido su fuente de inspiración, pues una obra vive independientemente de
sus orígenes.
Desde el punto de vista interpretativo, el montaje nos ha generado una
impresión dividida. Por una parte, el manejo del espacio escénico, el “trabajo
de piso” y la conexión cinético-gestual entre los actores nos parecieron muy
afortunados (lo que se evidenció particularmente en la escena de sexo, lograda
a base de pura comunicación no verbal); por otra, en cambio, notamos un cierto
mecanicismo y apresuramiento en las intervenciones habladas de Diana
Sedano. Por ejemplo: hay una escena en la que se escucha un ruido tras
bambalinas y Laura (Diana Sedano) pregunta: “¿Qué fue eso?”; pues bien: antes
de que terminara de escucharse tal ruido, Sedano ya había hecho la pregunta, lo
que destruyó por completo (al menos para nosotros) el contrato de verosimilitud
entre actores y público. Algo similar ocurrió en varias ocasiones más (la
respuesta atropellando a la pregunta), situación que no sólo nos impidió
disfrutar por completo de la obra, sino que terminó contagiando de alguna
manera a Manuel Domínguez, quien en general ofreció una actuación mucho más
íntegra: con una bien inflexionada prosodia y una suficiente naturalidad. No
obstante, tal vez impulsada por las reacciones positivas del público, que
aquella noche lucía muy bien conectado con la representación, Sedano logró
también varios momentos de gran eficacia que, al combinarse con el buen
desempeño de Domínguez, devinieron en ráfagas de intensidad estética.
Por todo ello, si tuviésemos que calificarlo, le daríamos un 9 (sobre 10) a
este montaje. Con él, por lo demás, se inauguró al día siguiente (10 de marzo)
el Festival Día Mundial del Teatro Xalapa 2013. ♦
Soneto
para dos almas en vilo, escrita y dirigida por Martín Zapata. Con las
actuaciones de Manuel Domínguez y Diana Sedano. Foro Torre Lapham de la
Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana. Xalapa, febrero-marzo de
2013. Función reseñada: 9 de marzo.
Por Héctor Miguel Sánchez