Tabú de vanguardia


Publicado porJosé Homero el 2:21 p.m.

La noche del 31 de enero se estrenó, en el teatro La Libertad, el más reciente montaje del grupo artístico coordinado por Abraham Oceransky: Tabú. Hablemos brevemente de sus más importantes elementos estéticos.
En primer lugar, el texto está elaborado, desde el punto de vista semiótico, por la imbricación de lenguaje verbal, efectos plástico-musicales y danza –casi actos acrobáticos, podríamos decir. Estructuralmente, a su vez, se compone por la yuxtaposición de siete cuadros no conectados anecdóticamente entre sí, sino por medio de lo que en otro momento, refiriéndonos al así llamado “arte de vanguardia”, denominamos puntos de escape: repeticiones “aleatorias” de frases o imágenes que, más que dar pie a una concatenación lógico-causal, nos señalan la inaprehensibilidad del sentido, causando así el efecto más o menos nostálgico, onírico, de algo que se nos escapa justo cuando parecía que lo teníamos ya en nuestras manos: “Ah, que tú escapes en el instante / en el que ya habías alcanzado tu definición mejor” (José Lezama Lima).
Entre los puntos de escape más significativos de Tabú podemos señalar los siguientes: a) la alusión ambigua a Memphis / Menfis, nombre que, al hacer referencia, en la obra misma, tanto a una ciudad norteamericana como a una del antiguo Egipto, instaura estéticamente un paralelismo libre que supera las delimitaciones de tiempo y espacio; b) la historia de la sacerdotisa del templo de Hera, contada fragmentariamente y entremezclada con pequeños núcleos narrativos heterogéneos; c) las constantes menciones, a partir del cuarto cuadro, a Sebastian, una especie de dios o demonio (nunca lo sabemos a ciencia cierta) que nace de una mujer mortal; y d) la aparición del conejo negro y del juego de cartas al principio y al final de la obra, como para sugerir una estructura circular latente. Este recurso, aunado a los ya mencionados efectos plástico-visuales (uso de máscaras y vestuarios deslumbrantes, juego de luces, objetos y colores, un soundtrack ad hoc), así como a la concepción esencialmente dancística de la pieza, hace de Tabú un producto estético profundamente vanguardístico, en el sentido más cabal del concepto: una obra que, de forma pura (sin necesidad de elementos anecdóticos, historiográficos, políticos, ideológicos, etcétera), apela a las facultades imaginativas del receptor.
La dirección, ya desde esta función de estreno, es prácticamente inmejorable: el manejo del espacio, de la utilería, del cuerpo… todo contribuye a darle cohesión estética a la obra. Las actuaciones son también bastante maduras; resaltan, por supuesto, las de Liliana Hernández y Arikel Geróm, que representan los papeles más complejos (Minotauro, Cautiva, Madre de Sebastian, Hermana mutilada) y lo hacen de manera excepcional; sin embargo, las otras cuatro (Sandra Perea, Berenice Beaven, Metzeri Mandujano y Leonardo Hernández) ostentan igualmente una calidad actoral digna de consideración. En general, un cuerpo de trabajo sólido y equilibrado: se trata del colectivo teatral, en todos sus aspectos, más consolidado de nuestra ciudad –¡y aun más lejos, sin duda!
Existen, no obstante, puntos de mejora. El final es anticlimático: el penúltimo cuadro de la obra rompe con la intensidad que se había venido logrando desde el instante mismo en que ésta comienza, efecto que muestra sus primeras señas de agonía hacia el final del cuadro número cinco, “Cuarto blanco”, con la incineración un tanto súbita de Sebastian. Este momento, así como el del cuadro siguiente, en el que La Adivina le revela a El Faraón que acaba de comerse a su hijo –momentos ambos que contienen en sí un elemento poderosamente catártico–, podría ser trabajado con menos presura, de modo que se vaya preparando la explosión del sentimiento trágico sin que la burbuja se rompa tan pronto. Asimismo, el soliloquio de El Faraón, igualmente en el cuadro sexto, “La cena”, resulta estéticamente innecesario, muy poco útil en la economía general de la obra.
Pero, fuera de estos detalles, Tabú es un montaje espléndido. En una escala del cero al diez, lo calificamos con un diez y, por tanto, lo recomendamos ampliamente. Estará en cartelera, en ésta su primera temporada, hasta el 24 de febrero; viernes y sábado, 20:30 horas; domingo, 18:30 horas.


Tabú. Escrita y dirigida por Abraham Oceransky. Con las actuaciones de Liliana Hernández, Arikel Geróm, Leonardo Hernández, Sandra Flor Perea López, Berenice Beaven y Metzeri Mandujano. Teatro La Libertad, Plaza Manos Veracruzanas, avenida Ignacio de la Llave,Xalapa, febrero de 2013. 


Por Héctor Miguel Sánchez



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