Periodismo cultural |
En plena crisis del periodismo cultural en México por la escasez de
espacios impresos, José Homero escribe acerca de la azarosa vida de Performance
y sus orígenes. Una de las razones de esta crisis digna de destacarse es la indiferencia
de los organismos públicos con todo lo
relacionado con el acontecer cultural. Se presentó como ponencia durante el III
Coloquio Hispanoamericano de Periodismo Cultural del Zócalo organizado por la
Secretaría de Cultura del Gobierno de la ciudad de México en octubre de 2012.
En 1997 concebí un periódico dedicado exclusivamente
a las actividades culturales que se efectuaran en Xalapa, Veracruz, ciudad en
la que vivo desde los 18 años. En ese entonces dirigía la revista Graffiti,
que duró de 1989 a 2000.
Graffiti pretendía ser una revista emblemática de la
generación, la conformada por quienes nacimos en los sesenta y que a la
distancia puedo decir compartíamos, como suele suceder entre los miembros de
una generación, según lo enunciara ya famosamente José Ortega y Gasset, una
sensibilidad forjada con base en experimentar sucesos determinantes y leer
autores comunes. Éramos, para resumir, cosmopolitas, desconfiábamos de la
separación entre la alta y baja cultura, devorábamos libros de toda índole, nos
asumíamos a un tiempo herederos de la cultura concentrada en Vuelta y en
la figura de Octavio Paz sin menoscabo de recurrir al humor de Carlos Monsiváis
y la curiosidad por la cultura popular promovida desde La Cultura en México.
Nos interesaban el rock y la poesía neobarroca, los movimientos de la calle y
Jürgen Habermas, la novela experimental y el posmodernismo, el cuerpo de Bibi
Gaytán y los novelistas norteamericanos emergentes. Ese carácter ecléctico,
entonces una novedad, era una contraseña entre revistas que nacieron a la par;
por ejemplo, La Pus Moderna o Generación, nacidas el mismo año
que nosotros. Nuestro formato se inspiraba vagamente en Interview, la
legendaria revista de Andy Warhol, que a mi parecer fue la revista que en
diseño más influyó, no sólo en Graffiti, sino en las otras mencionadas
y, agrego, en Moho, Milenio –la de Fernando Fernández–, Viceversa
y Obelisco, una fugaz revista que pretendía conjuntar moda con alta cultura.
Graffiti buscaba instaurarse como una revista referencial.
No nos asumíamos voceros de la contracultura ni de las propuestas que
devendrían “alternativas”; éramos, a la distancia lo constato, reverentes y
respetuosos con nuestros mayores; al menos con aquellos a quienes respetábamos
y admirábamos. Sin embargo, pretender una revista referencial desde provincia
es difícil; y ello se apreció en la azarosa y ardua vida que tuvo la revista,
que en momentos alcanzó notoriedad mientras que en otros pasó inadvertida,
relegada a los rincones de las librerías. Me interesaba sí que Graffiti
llegara a la ciudad de México, estuviera presente en las discusiones y sobre
todo circulara, aunque el distribuidor nunca nos pagara. Y eso que algunos
números fueron exitosos y notorios, como el dedicado en 1991 a Jim Morrison,
aprovechando la ola que propició la cinta The Doors de Oliver Stone; en
1992 a Madonna con una secuencia fotográfica de travestis que motivó un
escándalo doméstico –muchas fotos eran desnudos, algunos frontales; en 1995 a
la generación X, entonces una novedad en México; o el número dedicado a los 20
años del punk, que continúa siendo uno de mis favoritos.
De modo
que cuando en 1997 concebí fundar un periódico, quincenal, de dieciséis
páginas, abocado a la crítica de las actividades culturales de Xalapa, estaba
dirigiéndome justamente en un sentido opuesto al que había tomado cuando diseñé
Graffiti. Planeaba un periódico serio, más bien respetuoso, con una
plantilla de colaboradores en la que listarían los escritores, periodistas y
académicos más prestigiosos con que pudiera contar Xalapa y Veracruz. Ofrecería
columnas de las disciplinas consabidas: Cine, teatro, música, libros…
II
Esa
primera época duró apenas 29 números. Murió por falta de patrocinadores. Concebí
el periódico considerando que tendríamos apoyo de las instituciones habituales:
la Universidad Veracruzana, el Gobierno del Estado de Veracruz, y esperando
apoyo del Ayuntamiento de Xalapa, del Instituto Veracruzano de la Cultura, de
los partidos políticos y hasta del Instituto Electoral Veracruzano, además de
empresas particulares. No fue así. Nos apoyó sí el gobierno estatal y la
universidad pero no más. Performance, que había nacido para sostener la
Editorial Graffiti y por ende la revista, moría de manera más estrepitosa que
la más elegante y cara revista Graffiti.
III
En 2004
decidí volver a emprender Performance. La revista Graffiti había
muerto; la editorial también. Los tiempos habían cambiado; las colaboraciones
en espacios culturales, nunca del todo bien pagadas, se habían reducido a la
mitad y paulatinamente los suplementos culturales menguaban. Para entonces
otras publicaciones habían tomado el modelo del Village Voice y del Time
Out: DF y Chilango, de las cuales sólo ésta sobrevive. Con el
modelo de 1998 pero con otro diseño y ahora en selección en color, tras
cabildeo con los representantes de prensa del Ayuntamiento de Xalapa, la
Universidad Veracruzana, el Instituto Veracruzano de Cultura y esperando que el
gobierno estatal nos apoyara, volvió a aparecer Performance.
Problemas
Cuando
decidí volver a editar el periódico no quería padecer de nuevo problemas
económicos. Con Graffiti contraje deudas, a veces la revista tardaba
hasta seis meses en salir; una experiencia común para todos los editores de
aquella década, la de los noventa, que a la distancia parece la época dorada,
pese a estas historias de zozobra económica, de las revistas independientes en
México. Es prioritario emprender una crónica de las revistas que emergieron en
esa época, las cuales cubrían rubros tan distintos como el rock, la literatura,
el arte, la contracultura, el cine, el teatro, la historieta… Volvamos a
nuestro relato.
Al poco
tiempo de nacido Performance tuve problemas con el entonces director de
comunicación social universitaria, quien suspendió la publicidad. Y el
Ayuntamiento de Xalapa, una institución que no suele apoyar a las revistas de
cultura aunque dispendia su presupuesto en revistas hechizas presuntamente turísticas,
apoyaba esporádicamente. Era un fracaso desde el punto de vista económico.
De modo
que resumiría los problemas del periódico en dos áreas. Por una parte no se
cumplieron las expectativas. A la distancia, tras casi ocho años de luchar con
el periódico, con momentos en que hemos estado en números negros que nos han
permitido vivir incluso de sus ingresos y otros en los que gracias a las becas
recibidas por mi trabajo como escritor lo he debido subsidiar, me parece que el
gran error fue suponer que crear un periódico de manera profesional, atractivo
y con elevado número de lectores, sería garantía para conseguir patrocinio. Mi
error –y ahora puedo enunciarlo como un consejo para quienes deseen convertirse
en editores y empresarios de cultura– fue suponer que los patrocinios que
otorgan los gobiernos estatales y municipales depende de la calidad del
proyecto o de la circulación y seriedad. Nuestro periódico está certificado por
notario público en su tiraje, cuenta con los permisos correspondientes, incluso
con ISSN –un atributo que la mayoría de las revistas y periódicos de Xalapa y
Veracruz carecen, pues no les interesa el cumplimiento formal sino ganar
dinero. Pese a ello para los organismos que pomposamente se asumen instrumentos
de cultura, nuestro periódico no existe. Uno debe enfrentarse al desdén y al
desprecio de los voceros de comunicación social, sean del gobierno estatal o
municipal. Por ello, aun cuando hemos sobrevivido ocho años, el periódico es
inestable.
Virtudes
Ventajas
que veo en Performance y virtudes. Pagamos las colaboraciones, lo que no
cumplen los diarios que cobran en millones sus convenios con las instituciones
públicas, los cuales explotan a los trabajadores y medran con el ego de los
escritores locales. Conforman nuestros colaboradores una plantilla de primer
orden, que de un modo u otro continúa cubriendo festivales, acontecimientos y
ejerciendo la crítica cultural sin cortapisas. Nuestro medio, ante la penuria,
se va convirtiendo en referencia del quehacer cultural en provincia y eventualmente
ha devenido en casa de varios de los mejores periodistas culturales de épocas
recientes; Sergio Raúl López y Dionicio Morales son colaboradores frecuentes, y
lo han sido y continuarán Eduardo Soto Millán, Arturo Mendoza Mociño, Noé
Cárdenas y Luis Bugarini.
Concibo
el periodismo cultural como un ejercicio que debe dar cuenta de la actualidad.
En el caso específico de Performance asumo nuestra misión ofrecer a
Xalapa, reputada como una ciudad pletórica de cultura en la que paradojalmente
la ebullición procede de iniciativas culturales individuales, un panorama de
las principales actividades. Atendemos festivales, encuentros, procuramos
revisar la cartelera cinematográfica, teatral y plástica. Contamos con críticos
habituales. Y además ofrecemos una cartelera que asumo la más completa de
cuantas se presentan y ofrecen en Xalapa.
Si
nuestra asunción del periodismo cultural exige dar cumplimiento de lo que sucede
en Xalapa, sin menoscabo de la crítica política –dedicamos nuestra portada al
asesinato de Regina Martínez, hay una columna, El Diletonto, asentada en la
crítica política– en lo que a concepción del periodismo corresponde, nuestra
norma es alta. Asumimos la labor de redacción como una labor de auténtica
edición. Los textos se uniforman con base en un criterio de estilo. Tenemos una
normatividad editorial. Muchos textos se corrigen en la redacción.
Afortunadamente son los menos; la mayoría de nuestros colaboradores, muchos de
ellos notables escritores con una importante obra de ensayo, poesía o
investigación, apenas si ameritan pequeñas correcciones ortográficas.
No todo
es positivo. Una asignatura pendiente de nuestra trayectoria es que al momento
no contamos con reporteros de manera continua ni con una plantilla de críticos.
Disciplinas como cine o libros son alimentadas con reseñas, sean del titular o
bien de otros colaboradores. Sin embargo disciplinas como teatro, música o
danza, resultan esporádicas.
Por ello
lamentamos que las instituciones correspondientes, como los departamentos de comunicación
del Gobierno del Estado de Veracruz, el Ayuntamiento de Xalapa o la Secretaría
de Turismo y Cultura, no consideren prioritario apoyar un medio independiente y
distinto. El principal problema es económico y de ahí deriva que no podamos
pagar mejor las colaboraciones. Con una garantía económica el periódico podría
contratar un reportero de base para que realizara investigación.
Mencioné,
apenas, a periodistas, escritores y críticos de la ciudad de México
colaborando. Esta presencia responde a que en Xalapa es difícil encontrar
periodistas dispuestos a emprender investigación cultural. Impera el reino del
boletín. Los medios de comunicación, la mayoría resignados a ser portales de
Internet, se copian la información entre sí. Conjeturo que nadie les abrirá un
expediente ni se emprenderá una cruzada en bien de la honestidad ya que su
información, en contenido, en redacción, es deleznable. Los medios se copian
mutuamente y a los jóvenes improvisados como reporteros, fotógrafos, editores…
se les enseña que hacer periodismo es publicar gacetillas, por lo común
escritas por personas que carecen de dominio del idioma.
Tal
situación ha sucitado una desconfianza del público lector y también una merma
en la credibilidad periodística. Y como consecuencia ha provocado que los
periodistas o no existan o se hayan vuelto complacientes. Si he dicho que hemos
descuidado ciertas áreas en nuestra crítica se debe a que no hay críticos. Lo
que más me ofrecen son o ensayos de carácter estético, por llamarlo así, cuando
no francos textos autobiográficos, más propios de un blog que de un periódico.
Un error frecuente es que nuestros lectores confunden el medio con un
suplemento cultural. No, no lo es. Solemos publicar poemas y ocasionalmente
relatos si hay una justificación coyuntural: un premio, la aparición de un
libro. Sin embargo en Xalapa no encontramos periodistas ni críticos de cultura,
lo que hallamos son aspirantes a poetas, a escritores y algunos al mero
famoseo.
Nuestro
reto es profesionalizar al periódico. Ofrecer a nuestros lectores reportajes de
investigación cultural, columnas de cada disciplina, brindar la mejor cartelera
y liberar nuestra página en Internet. Nuestras trabas, el desinterés cuando no
abierto desdén de las instituciones en Veracruz y Xalapa, la ignorancia de la
iniciativa privada. Convertirse en una empresa saludable y buscar socios en
otras ciudades, quizá la propia ciudad de México es el único camino, para que Performance
aspire a convenios publicitarios con empresas de la iniciativa privada
nacionales e internacionales. No concibo otra manera de escapar al infierno
local y de ese laberinto de la dependencia institucional y del aislamiento con
las empresas locales. ♦
Por José Homero