Corte de caña, 1994 [Manuel González de la Parra] |
murió
como vivió: discretamente…
A Manuel González le caracterizó la disciplina y el trabajo
continuo, además del orden, la generosidad y un especial charm, nacido
de su timidez.
Fue un fotógrafo clásico, en el sentido de que su
trabajo de laboratorio en blanco y negro (el cual realizó personalmente desde
el principio hasta el fin) fue impecable y nunca dejó de aprender y aplicar
técnicas nuevas y viejas.
Su libro Luces de raíz negra es un ejemplo
de su virtuosismo y exigencia en la calidad, aunado a imágenes poéticas
exitosamente curadas para generar un discurso sólido y muy personal.
Sus compañeros de trabajo y amigos gozamos siempre
de su amabilidad y disposición, que hablaba de una educación familiar en la
cual predominó el amor y el respeto a los demás.
Lamentablemente, Manuel muere en la cima de su carrera
artística y universitaria: como autor, investigador y funcionario de la
Universidad Veracruzana –en la que se formó y para la cual trabajó toda su
vida– deja un vacío difícil de llenar.
♦Por Miguel Fematt