El autor de Aire de Dylan, el catalán Enrique
Vila-Matas, a su paso por Xalapa para asistir al Hay Festival, conversó con
Rafael Toriz antes de partir hacia Nueva York para promover Dublinesca, su
novela más reciente. Desde su posición de socio del Barza, define así su labor
de escritura: “No hay que confiar en los propios recursos. El escritor es como
un futbolista que tiene que jugar siempre bien”.
Entre el 3 y el 7 de octubre, se llevó a cabo la
segunda edición del Hay Festival Xalapa en el estado de Veracruz (México), que
convocó a escritores tan distintos como Wole Soyinka, Jean-Marie Gustave Le
Clézio, Jon Lee Anderson, Alberto Manguel, Mario Bellatin, Roberto Echavarren,
Alan Pauls, Paco Ignacio Taibo II y
Sergio Pitol, entre otros. La entrevista siguiente a Enrique Vila-Matas
se realizó el viernes 5, en el jardín del Hotel Xalapa.
R. T. :Buen
día, Enrique. Luego de tantas visitas a México, parece que no te encuentras tan
Lejos de Veracruz.
E. V-M.: Bueno, sinceramente pensé que ya no
volvería, pero he seguido viniendo. Veracruz forma parte de mi espacio
familiar. Es curioso que un país como
México, una ciudad como Xalapa, tan lejos de Barcelona y de los movimientos que
hago habitualmente, se encuentre a la
vez tan cerca de mí.
Una pregunta
obligada: ¿cómo te encuentras con el cambio de editor, siendo que de alguna
forma fuiste el símbolo más visible de Anagrama durante mucho tiempo y de
Barcelona como polo editorial a partir de los años ochenta?¿Te sientes
rejuvenecido o fuera de foco?
Bueno, creo que sigo siendo el mismo escritor que
publicaba en Anagrama sólo que ahora publico en otra editorial; es decir, la
obra no cambia por el lugar donde se la publica. Jorge Herralde es un gran
editor, sin duda. Y también lo es Seix Barral. Por lo tanto, la circunstancia
se encuentra igualada en ese sentido.
Por otro lado,
¿sientes que tu obra guarda relaciones, correspondencias o rupturas con una
literatura como la de John Barth?
Exactamente con John Barth no mucho, pero no por
nada sino porque no lo he acabado de leer bien. Con otros autores sí, pero con
él no tanto.
Después de la
propuesta que has enarbolado todos estos años del ensayo como ficción y la
ficción que constituye el ensayo literario, ¿tienes en puerta algún libro en
ese tenor?
Ahora estoy viajando desde septiembre, bastante. He
ido a Alemania y a Francia, promocionando mi último libro, Aire de Dylan.
En unos días voy a Nueva York, donde Paul Auster presentará mi novela
Dublinesca, que se ha traducido al inglés, y luego voy al Festival de Cine
de Estoril en Portugal, para noviembre. Se trata de un festival que dirige el
productor David Cronenberg, cineasta a quien espero conocer. Estos son los
viajes que tengo calculados hasta el 15 de noviembre, con los libros bajo el
brazo. A partir de esa fecha es cuando espero retirarme a seguir con la novela
que recién comencé en septiembre y en la que necesito empezar a trabajar cuanto
antes, apenas termine los compromisos.
Después de
haber llegado a cierto manejo técnico muy depurado, incluso exquisito, ¿podrías
decir que te encuentras en la plenitud de tus poderes, con las riendas de la
yegua en la mano?
Sí, pero esto no sólo me pasa a mí, sino también a
otros escritores que llegan a estas mismas instancias. Siempre hay el peligro
de aburguesarse o de confiarse, y eso es un problema. No hay que confiar en los
propios recursos. El escritor es como un futbolista que tiene que jugar siempre
bien, porque si juega con equipo de tercera división y se relaja, por más buen
jugador que sea va a perder el partido. Por lo tanto hay que estar siempre
atento.
¿Qué opinión te
merece Lionel Messi?
Bueno, mi opinión como socio del Barza de toda la
vida y como amante del fútbol es que se trata de un personaje verdaderamente
único. Para nosotros es un honor extraordinario, es una gran maravilla tenerlo
en nuestro equipo.
¿Cuál es tu
relación con respecto a la literatura argentina: formación, odio, inquina?
Ni odio ni inquina. La literatura argentina es muy
potente en el panorama actual, y lo ha sido también la de otras generaciones
anteriores. Siempre he sido considerado el más argentino de los escritores
españoles y es muy posible que así sea. Aquí mismo en el hotel se encuentra un
grandísimo escritor argentino, Alan Pauls.
¿Podríamos
decir, para redondear un poco, que México se ha vuelto parte esencial de tu
cartografía literaria y sentimental?
México ha sido mi casa desde hace muchos años.
Ahora ya casi ni pienso en ello porque es un país y una realidad que tengo
integrados casi por inercia.
¿Te consideras
un jarocho honorario?
La verdad que sí, llevo mucho tiempo viniendo a
esta parte del mundo desde hace décadas. Ahora lo tengo asimilado por completo.
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