Tres tristes tigres


Publicado porJosé Homero el 1:16 p.m.





MAR Colectivo de Creación Escénica es un grupo independiente que se integra en el año 2008. Desde aquel año a la fecha han explorado diferentes manifestaciones artísticas como el teatro, la videodanza y la intervención de espacios alternativos. Makame Lara registra en esta crónica la más reciente actuación del grupo en el Teatro del Estado. Tres propuestas que subvierten el mundo conocido.

MAR Colectivo de Creación Escénica es una agrupación que ha mantenido siempre una postura de trabajo en conjunto, cambiando la jerarquía habitual entre director e intérprete por una relación horizontal y propositiva entre todos los participantes del proceso creativo. En el año 2011 el grupo fue seleccionado para representar al estado de Veracruz en el Segundo Circuito de Artes Escénicas de la Zona Sur con el programa La disección de Cronos. El pasado 22 de agosto, como parte del proyecto para obtener el grado de licenciatura en danza contemporánea, este colectivo, integrado por Amaranta Chávez, Itzamná Ponce y Marsel Toledo (alumnas de la Facultad de Danza Contemporánea de la Universidad Veracruzana), se presentaron en la sala chica del Teatro del Estado. El programa estuvo integrado por tres piezas: Slip in-2 seconds de Rodrigo Angoitia, con la musicalización de Francisco Malacara, Tiempo local de Shantí Vera, y Bonus track de las postulantes a titularse. El hilo conductor de las diferentes pieza coreográficas fue revelar las convenciones o dogmas de los aspectos cotidianos, los lugares “oficiales”: el recinto del teatro y la academia, los mecanismos de la disciplina y la exclusión, los cuales pueden ser criticados utilizando la deriva de la vida como una práctica revolucionaria, esto es, la construcción experimental vida/arte para dominar y subvertir dichos condicionamientos y crear diálogos orgánicos, más acordes con las necesidades del individuo/creador, como ser colectivo en un mundo cambiante.

Slip in-2 seconds

Pieza interdisciplinaria que propició una atmósfera emocional, al estilo de una danza urbana, evocando distintas “situaciones” a modo de circuitos en serie slip: ritmos dinámicos de entrecruzamiento. Las bailarinas, a manera de dispositivos poéticos, entretejían formas para crear escrituras en el espacio escénico trazado por líneas blancas. Su pareja fue el espacio, coloreado por las trayectorias de los movimientos de las deambulantes, siempre a la par de la música (tecno progresiva), reformulando las propiedades cinéticas, emocionales y geométricas como sucesos que conformaban la historia del lugar escénico. La historia escénica, un tanto subversiva, retaba a los patrones o convenciones más clásicos de la danza, para comunicarnos movimientos que parecieran sencillos por su conexión con los movimientos habituales del ser humano, pero cuya complejidad se asemejaba a un espejo de nuestra rutina diaria. La danza ya no se presentaba como un discurso unidireccional por circunscribirse en el discurso de lo cotidiano, debido a que la imaginación/creatividad habitaba en las vivencias de la productividad lúdica y poética que transmitía cada movimiento de las bailarinas, para compartirnos movimientos naturales, orgánicos entrelazados con artificios/técnicos sutiles.

Tiempo local

En esta pieza escénica se destacaron los efectos/defectos de la disciplina dancística, insertada en el ámbito de lo académico y en el rigor que implica cursarla, siempre entre los extremos del amor y el deseo de aniquilar mucho de los preceptos que a veces son parte del requisito institucional: título de licenciatura, maestría y doctorado, un gran basamento piramidal que a muchos nos ha causado malestares anímicos, sicológicos y emocionales. Pero el letargo institucional puede redimirse siempre que haya una crítica al mismo a partir de la autoconciencia. La danza posibilita ello, inmunidad ante los impulsos arquetípicos, la egolatría, etc. El ser orgánico puede analizar y criticar los archivos de la humanidad desde el arte enraizado en lo natural, la psique y la conciencia, para interiorizar diálogos de resistencia/sanación, caos/orden; binomios que abren paso a la elucubración del mundo en el que vivimos. Ser bailarín implica el riesgo de aceptar la normatividad de un cuerpo en resistencia por la disciplina técnica de la academia, pero ser un bailarín orgánico implica resistir ante los dogmas autómatas para de-construir las técnicas academicistas, jugar con ellas y crear un lenguaje autónomo, real, que siempre se reconstruya en el archivo del ser social, en la comunicación y diálogo con el día a día.

Bonus track

En esta pieza se hicieron partícipes los hábitos de comportamiento normativos que tejen la realidad social. Cada performer los disolvía para redefinirlos, haciendo uso de objetos retóricos de experiencias familiares y sociales. Objetos vinculados a imágenes colectivas del inconsciente que aparecían como detonantes de relatos matriz simulados como restos arqueológicos, locuciones de la vida pasada, rastros que marcan líneas y construyen un vasto cuerpo: osamenta del hueso histórico del presente. Cada factor era una reconstrucción de fragmentos del tiempo perdido/encontrado, simbolizaban a menudo estructuras del pesar social, más no del personal: el reloj, la trompeta sin tocar, los zapatos de cada día, el embarazo. Las acciones efectuadas eran parte de un alivio orgánico, un tanto trastornado por las convenciones a las que cada día como mujeres estamos “pre-destinadas”. Cada trazo escénico de esta última pieza configuró la conclusión de un gran trayecto creativo de las integrantes del colectivo, en el que es posible purgar los rituales del día a día desde la fuerza con tres voces, tres cuerpos, tres almas, en un proyecto común: la titulación de la vida, una danza que día a día deja huella para fertilizar caminos de búsqueda e iniciación, remendando los tropiezos/accidentes desde la disciplina del ser/estar, como instrucciones que marcan, construyen y remedian a otras voces y generaciones para el escenario del mundo.
 Felicito a MAR Colectivo de Creación Escénica por ser ejemplo de creatividad y trabajo en grupo desde la horizontalidad, por asumir el ser creativo como un compromiso social, y regalarnos un momento en el que el tiempo se incubó para dejar huella del mundo visible y oculto, por darnos la licencia del futuro y el principio del tiempo.
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