MAR Colectivo de Creación Escénica
es un grupo independiente que se integra en el año 2008. Desde aquel año a la
fecha han explorado diferentes manifestaciones artísticas como el teatro, la
videodanza y la intervención de espacios alternativos. Makame Lara registra en
esta crónica la más reciente actuación del grupo en el Teatro del Estado. Tres
propuestas que subvierten el mundo conocido.
MAR Colectivo de Creación Escénica es una agrupación que ha mantenido
siempre una postura de trabajo en conjunto, cambiando la jerarquía habitual
entre director e intérprete por una relación horizontal y propositiva entre
todos los participantes del proceso creativo. En el año 2011 el grupo fue
seleccionado para representar al estado de Veracruz en el Segundo Circuito de
Artes Escénicas de la Zona Sur con el programa La disección de Cronos.
El pasado 22 de agosto, como parte del proyecto para obtener el grado de
licenciatura en danza contemporánea, este colectivo, integrado por Amaranta
Chávez, Itzamná Ponce y Marsel Toledo (alumnas de la Facultad de Danza
Contemporánea de la Universidad Veracruzana), se presentaron en la sala chica
del Teatro del Estado. El programa estuvo integrado por tres piezas: Slip
in-2 seconds de Rodrigo Angoitia, con la musicalización de Francisco
Malacara, Tiempo local de Shantí Vera, y Bonus track de las
postulantes a titularse. El hilo conductor de las diferentes pieza
coreográficas fue revelar las convenciones o dogmas de los aspectos cotidianos,
los lugares “oficiales”: el recinto del teatro y la academia, los mecanismos de
la disciplina y la exclusión, los cuales pueden ser criticados utilizando la
deriva de la vida como una práctica revolucionaria, esto es, la construcción
experimental vida/arte para dominar y subvertir dichos condicionamientos y
crear diálogos orgánicos, más acordes con las necesidades del
individuo/creador, como ser colectivo en un mundo cambiante.
Slip in-2 seconds
Pieza interdisciplinaria que propició una atmósfera emocional, al estilo de una danza
urbana, evocando distintas “situaciones” a modo de circuitos en serie slip:
ritmos dinámicos de entrecruzamiento. Las bailarinas, a manera de dispositivos
poéticos, entretejían formas para crear escrituras en el espacio escénico
trazado por líneas blancas. Su pareja fue el espacio, coloreado por las
trayectorias de los movimientos de las deambulantes, siempre a la par de la
música (tecno progresiva), reformulando las propiedades cinéticas, emocionales
y geométricas como sucesos que conformaban la historia del lugar escénico. La
historia escénica, un tanto subversiva, retaba a los patrones o convenciones
más clásicos de la danza, para comunicarnos movimientos que parecieran sencillos
por su conexión con los movimientos habituales del ser humano, pero cuya
complejidad se asemejaba a un espejo de nuestra rutina diaria. La danza ya no
se presentaba como un discurso unidireccional por circunscribirse en el
discurso de lo cotidiano, debido a que la imaginación/creatividad habitaba en
las vivencias de la productividad lúdica y poética que transmitía cada
movimiento de las bailarinas, para compartirnos movimientos naturales,
orgánicos entrelazados con artificios/técnicos sutiles.
Tiempo local
En esta pieza escénica se destacaron los efectos/defectos de la
disciplina dancística, insertada en el ámbito de lo académico y en el rigor que
implica cursarla, siempre entre los extremos del amor y el deseo de aniquilar
mucho de los preceptos que a veces son parte del requisito institucional:
título de licenciatura, maestría y doctorado, un gran basamento piramidal que a
muchos nos ha causado malestares anímicos, sicológicos y emocionales. Pero el
letargo institucional puede redimirse siempre que haya una crítica al mismo a
partir de la autoconciencia. La danza posibilita ello, inmunidad ante los
impulsos arquetípicos, la egolatría, etc. El ser orgánico puede analizar y
criticar los archivos de la humanidad desde el arte enraizado en lo natural, la
psique y la conciencia, para interiorizar diálogos de resistencia/sanación,
caos/orden; binomios que abren paso a la elucubración del mundo en el que
vivimos. Ser bailarín implica el riesgo de aceptar la normatividad de un cuerpo
en resistencia por la disciplina técnica de la academia, pero ser un bailarín
orgánico implica resistir ante los dogmas autómatas para de-construir las
técnicas academicistas, jugar con ellas y crear un lenguaje autónomo, real, que
siempre se reconstruya en el archivo del ser social, en la comunicación y
diálogo con el día a día.
Bonus track
En esta pieza se hicieron partícipes los hábitos de comportamiento
normativos que tejen la realidad social. Cada performer los disolvía
para redefinirlos, haciendo uso de objetos retóricos de experiencias familiares
y sociales. Objetos vinculados a imágenes colectivas del inconsciente que
aparecían como detonantes de relatos matriz simulados como restos
arqueológicos, locuciones de la vida pasada, rastros que marcan líneas y
construyen un vasto cuerpo: osamenta del hueso histórico del presente. Cada
factor era una reconstrucción de fragmentos del tiempo perdido/encontrado,
simbolizaban a menudo estructuras del pesar social, más no del personal: el
reloj, la trompeta sin tocar, los zapatos de cada día, el embarazo. Las
acciones efectuadas eran parte de un alivio orgánico, un tanto trastornado por
las convenciones a las que cada día como mujeres estamos “pre-destinadas”. Cada
trazo escénico de esta última pieza configuró la conclusión de un gran trayecto
creativo de las integrantes del colectivo, en el que es posible purgar los
rituales del día a día desde la fuerza con tres voces, tres cuerpos, tres
almas, en un proyecto común: la titulación de la vida, una danza que día a día
deja huella para fertilizar caminos de búsqueda e iniciación, remendando los
tropiezos/accidentes desde la disciplina del ser/estar, como instrucciones que
marcan, construyen y remedian a otras voces y generaciones para el escenario
del mundo.
Felicito a MAR
Colectivo de Creación Escénica por ser ejemplo de creatividad y trabajo en
grupo desde la horizontalidad, por asumir el ser creativo como un compromiso
social, y regalarnos un momento en el que el tiempo se incubó para dejar huella
del mundo visible y oculto, por darnos la licencia del futuro y el principio
del tiempo.
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