Estimado Sr. Director:
Siempre caigo en los mismos errores...” La voz de
Chavela Vargas me acompaña en el rincón de una cantina. Lastimera, carrasposa,
intérprete fiel de la derrota y el dolor, es la mejor compañía para estas
épocas iniciales del siglo XXI. Si la Macorina es la defensora de la
marginalidad y el quebranto, José Alfredo Jiménez es el profeta de todos los
destinos. Chavela y José Alfredo son la mancuerna ideal para alimentar el ánimo
que prevalece ante la impotencia de saber que no tenemos remedio como país, al
menos mientras continúe firme la cúpula apuntalada por los poderes fácticos que
se burlan del significado de la democracia. Rumiando por la calles la
desaparición de Chavela Vargas para documentar mi pesimismo, me encontré con
usted ocasionalmente en una esquina de esta Xalapa cada vez más asfixiada por
el tráfico. Yo, que trato de huir de mis responsabilidades, el destino me pone
“de a pechito” para que me acribille por mi irresponsabilidad.
Como el inminente regreso del PRI a la
presidencia de la República está a la vuelta de la esquina, he perdido toda
motivación para lanzar mis penas por escrito. Pero el compromiso con Performance es cuestión de honor así que
llegué a mi humilde palacio para ver el último partido del campeonato de
beisbol de la Liga Mexicana entre el Águila de Veracruz y los Rieleros de
Aguascalientes. El beisbol mexicano es un ente marginal en los medios de
comunicación masiva y como tal es tratado por las televisoras, como espectáculo
de poca monta. Su durabilidad indeterminada y la necesaria apuesta por la
inteligencia, hacen posible que los productores de cultura chatarra desdeñen al
Rey de los deportes.
A quienes nos gusta el beisbol nacional
sufrimos en cada temporada la condición de marginalidad en los medios. Esta
temporada, para no variar, fue realmente infame seguir los partidos a través de
cable, por AYM Sports o por TVC Deportes, que sólo cubrió la pésima temporada
de los Pericos de Puebla. Sky, como siempre, tenía secuestradas las
transmisiones de las series de los Diablos Rojos del México, los Tigres de
Cancún y los Sultanes de Monterrey. A nivel local, a veces las cámaras de TVMAS
se asomaban al estadio Beto Ávila para los juegos del Águila o se iban hasta
Minatitlán para transmitir otra pésima temporada, la de los Petroleros. En la serie final por el campeonato, de manera
inusitada tres canales transmitieron simultáneamente las batallas por el
gallardete entre Veracruz y Aguascalientes: TVC Deportes, TVMAS y AYM Sports.
Para bien del beisbol local, el equipo del Águila de Veracruz se coronó
campeón, la escuadra más longeva de este deporte creada en 1903 por
trabajadores que pertenecían a la empresa petrolera El Águila. A partir de ahí,
el puerto y el beisbol fueron sinónimo de identidad y de la creación de grandes
leyendas, como las de los cubanos Martín Dihigo y el Canguro Amaro, el gringo Alex Pinkston o los veracruzanísimos Ramón
Arano o Rolando Camarero.
El Águila obtuvo su anterior título en
1970, y a partir de ahí la leyenda había sido enterrada por las pésimas
directivas y el desaliento que impidió la formación de nuevos peloteros. Salvo
destellos de los Tiburones Rojos en el futbol (también arponeados por malos
empresarios y políticos) y el reciente título de basquetbol de los Halcones
Rojos, el deporte veracruzano fue rebasado por la corrupción y la
desorganización.
Ahora los Manzur, viejos conocidos en
el negocio del beisbol, han logrado revivir al Águila para obtener un
campeonato forjado en partidazos con jugadores leyenda como el pitcher
dominicano Lorenzo Barceló, que fue imbatible desde la lomita de las
responsabilidades. Después de los meses de violencia que se han vivido en el
puerto y gran parte del territorio veracruzano, la corona obtenida por el
Águila de Veracruz es un bálsamo para la población. Ojalá entre niños y jóvenes
sea un ejemplo que contribuya a fortalecer al beisbol veracruzano e impida que
crezcan con la idea de que ser narcotraficante es el mejor negocio que puedan
hacer en su vida.
Y si al principio tenía tristeza, a estas
alturas de la madrugada ando de plano en ambiente de carnaval, así es que me
iré a brindar con extraños. Espero no caer en los mismos errores. ♦
Conde de Saint Germain, duque de los Jardines de Xalapa y
coach de tercera base.
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