OMAR GASCA, CON MOTIVO DE LA QUINTA EDICIÓN DEL
FESTIVAL INTERNACIONAL DE JAZZ, XALAPA 2012, COMENTA EN ESTAS LÍNEAS CONCIERTO
DE IMÁGENES, UNA EXHIBICIÓN EN LA GALERÍA PEATONAL DE XALAPA. CONFORMADA POR
ALREDEDOR DE 50 FOTOGRAFÍAS SOBRE MÚSICOS DE JAZZ DE LOS AUTORES ANA TELLO,
ANDREA FARELL, AXEL PICHARDO, CÉSAR ANDRADE, CLAUDIA HIDALGO, DAVID JONATHAN
CASTILLO, EDUARDO VÁZQUEZ, JORGE LÓPEZ, JORGE ROSENDO NEGROE, JUAN CARLOS
PLATA, NATASCHA BJERK, PERSEO BERNAL, SERGIO RAMÍREZ Y STEFANY ALVARADO.
Cualquiera por
aquí con oído y buen gusto sabe
que entre muchas expresiones dudosas el Festival Jazzuv es cierto. Cabe aclarar
que decir “dudoso” es efectivamente un modo oblicuo de afirmar algo más, que es
lo bastante claro como para decidirse a economizar y reducir a ese adjetivo.
Por otro lado, hablar de buen gusto es de mal gusto, especialmente para quienes
confían en que “en gustos se rompen géneros” y “cada cabeza es un mundo”
(¡después de El Kitsch, aquella antología del mal gusto de Gillo Dorfles
de hace más de 40 años!). Por comodidad discursiva, sin embargo, valgan estos
términos a modo de fondo para poner acentos, no sin agregar que hablamos de una
clave cultural, de un hito producto de la suma de calidad y esfuerzo (Edgar
Dorantes & demás), que para variar no se inscribe en la estructura del
autoelogio ni en la falta de autocrítica que invariablemente conduce a la
fantasía (una especie de reality distorsion field) si no es que también
a la arrogancia. Si algo puede presumir Xalapa es que aquí se escucha buen
jazz. Para este año, nada menos: Melissa, Ricardo Vogt, Takuya Kuroda, Aruán
Ortiz, Kenny Werner, Greg Hutchinson, Giovanni Hidalgo, Gary Bartz, Sachal
Vasandani, Alfredo Rodríguez y Peter Slavov, entre otros, una suma que habla de
recursos, en primer término el que implica conocer, y luego los que cuentan
desde seleccionar hasta convocar, incluso al público porque, sin duda, es éste
un acontecimiento que de verdad reúne y que, además, forma, poniendo en común
esa extraña cosa que suele perderse entre las composturas de lo moderno:
calidad. Muchas otras ofertas son
incapaces de verificar la hipótesis más audaz
acerca de que no son una simulación o, acaso, una práctica entre rústica y
ramplona de lo que, además, pretende aproximarse a lo sublime ante el ayuno de
referencias. El Festival Jazzuv juega en otra liga.
Como señal inequívoca de que las buenas cosas deben
ser colindantes con otras, la quinta edición del Festival Internacional de
Jazz, Xalapa 2012, sirve ahora de pretexto para Concierto de imágenes, una
exhibición en la Galería Peatonal de Xalapa con algo más de 50 fotografías de
Ana Tello, Andrea Farell, Axel Pichardo, César Andrade, Claudia Hidalgo, David
Jonathan Castillo, Eduardo Vázquez, Jorge López, Jorge Rosendo Negroe, Juan
Carlos Plata, Natascha Bjerk, Perseo Bernal, Sergio Ramírez y Stefany Alvarado,
todas sobre músicos de jazz y muy al modo de un ejercicio libre en que el
retrato o la toma de grupo son documento de personajes que se evocan a sí
mismos o, por lo menos, a sus ejecuciones, a sus interpretaciones, esto es, a
su música, siempre asociada con lo espontáneo, cualidad que vale por libertad,
emergencia y naturalidad y cuya aparición proviene de los dominios sensibles y
formales del oficio.
Algunas imágenes recuerdan a las de Jacobo Braun,
ese fotógrafo egresado de Brooks, discípulo de Witkin, Serrano y Valtierra,
autor de los famosos retratos de Fellove, García Esquivel y Cachao, entre
otros. Los demás siguen líneas muy
diversas que de algún impreciso modo podrían relacionarse con el Acid,
el Bop, el Cool, el West Coast, el Fusion, el
Latino, el Contemporáneo y el Lounge jazz, esto es, un poco de todo e
involuntariamente, porque sin más pretensiones se trata de registros –acordados
o al vuelo– que se inscriben en la
experiencia de quien goza las dos cosas, el jazz y fotografiar. Como sea, el
material es suficientemente bueno como para planear su edición impresa, quizá
acompañando el disco que los organizadores de la exposición podrían también
proyectar, a saber: el Instituto de Artes Plásticas, el Museo de Antropología
de Xalapa, la Dirección General del Área Académica de Artes y el Centro de
Estudios de Jazz de la UV. “La
recompensa del trabajo bien hecho es la oportunidad de hacer más trabajo bien
hecho”, decía Salk.
Hay que celebrar y difundir los resultados de una
labor que efectivamente abona a la cultura musical y visual del país, pero
también señalar que son deseables más casos como éste en que se vinculen
diversas expresiones artísticas, siempre y cuando, como ahora, detrás de las
horas invertidas y de las buenas intenciones haya la capacidad para crear
puentes entre el qué y el cómo, entre el para qué y el con quién. ♦
Por Omar Gasca