Estimado señor director:
Motivado por el estilo burdo y facilón de hacer canciones como las que
se difunden en El Patrón, estaba componiendo una cumbia norteña dedicada
a Xalapa que se llamará “Chipi chipi bang bang” cuando oí a través de
la señal universitaria que falleció Pablo García López, xalapeño ilustre
que hizo de la locución y la radio un estilo de vida.
Entre
mis adicciones tengo la manía de oír Radio Universidad Veracruzana,
justo escuchaba Sentimiento gaucho, una de las producciones de don
Pablo, cuando una voz informó que se transmitían los programas a manera
de homenaje póstumo. Tal vez por ser época de vacaciones veraniegas y
porque a los pioneros de la radio xalapeña nadie los tiene en cuenta, la
desaparición física de don Pablo García pasó inadvertida. Justo por eso
escribo estas líneas, para dar a conocer a este personaje que parecía
salido de las voces de la época lúdica de la radio en México.
Pablo
García López nació en Xalapa el 5 de marzo de 1926 y murió el 15 de
julio del 2011. Tenía una voz modulada para viajar por el éter y llegar
con sonido agradable al radioescucha, bien cuidada, con buena dicción
pero, sobre todo, con la conciencia de que cada frase, cada palabra, es
un compromiso de comunicación y cultura del locutor hacia el auditorio.
Don
Pablo era incansable para hacer radio, nació en la época en la que
despuntaba el entonces moderno medio de comunicación y desde ese momento
sintió el gusto de acercarse a aquellos aparatos mágicos que
transmitían voces diversas y música de diferentes partes del mundo.
Su
primera incursión en el micrófono fue en 1943, en la XEKL de don Carlos
Ferráez y después en la XEJA, “la voz de la Atenas Veracruzana”, de
Adolfo Álvarez. En esa época, para tener la responsabilidad de estar
atrás del micrófono se expedían licencias después de pasar un riguroso
examen. Así, el 8 de julio de 1944, don Pablo presentó en la Ciudad de
México su examen para locutor en la Secretaría de Comunicaciones y Obras
Públicas.
Los
programas que hizo en la JA fueron Romances del trópico con
compositores y músicos xalapeños, era en vivo en un auditorio; Esto es
lo cierto, con preguntas y respuestas sobre distintos temas; Peso por
palabra, y junto con Filemón Arcos creó La Legión veracruzana de
madrugadores, que comenzó en marzo de 1952 y que a lo largo de muchos
años fue el despertador natural de los niños xalapeños para ir a la
escuela, programa que después conduciría Martín Casillas.
En
1953 formó parte del equipo que inició la XEPR de Poza Rica, emisora
que vivió una gran etapa desde su inicio. Por razones familiares regresó
a Xalapa en la década de los 60 y trabajó en la XEGR de Coatepec,
estación que después pasaría a ser de don Carlos Ferráez. También laboró
en la XEKL y en la XEOZ, y a invitación de Pedro Cabañas llegó a
trabajar en Radio Universidad Veracruzana, donde realizó programas
emblemáticos con el sabor de la radio de la vieja guardia como:
Serenata, Sentimiento gaucho y Mi novia es la tristeza, basado en el
libro de Guadalupe Loaeza y Pável Granados sobre la vida de Agustín
Lara. Fue también fundador del primer sindicato de locutores de Xalapa y
de la primera sección del Sindicato de Trabajadores de la Industria de
la Radio que se creó en el estado de Veracruz.
En
una entrevista con Pepe González, don Pablo comentó: “Para mí la radio
lo es todo, no es tan necesario comer o dormir, hay que estar en esto,
en la radio. Quisiera entusiasmar a los nuevos, contagiarlos de ese amor
que nosotros hemos sentido por la radio; que no nada más sólo es el
signo de pesos, sino algo más para superarse. Las aves siguen haciendo
igual sus nidos desde el principio hasta nuestros tiempos pero el hombre
ha cambiado mucho. Hay que luchar por ir hacia delante y dignificar
nuestra radio”.
Tuve
el gusto de tener una correría radiofónica con don Pablo, quien me
invitó a grabar una breve historia de Radio UV transmitiendo desde cada
uno de los lugares en donde se ha instalado “la señal universitaria”. La
grabación tal vez no quedó como nos hubiera gustado pero eso sí, nos
divertimos mucho recorriendo las calles xalapeñas recordando cada uno de
los rincones en los que se desarrolló la radio universitaria.
Bueno,
creo que ya me extendí de más, pero quería recordar a este xalapeño
ilustre que seguro jamás tendrá una calle con su nombre y el olvido será
la divisa que marque su destino de aquellos días de radio. Por lo
pronto continúo con mi cumbia norteña, “ya no sé si es el aguacero o las
balas de acero/ pero sin seguridad me siento/ como en un tobogán/ chipi
chipi/ bang bang”. ♦