La tristeza de Cristiano


Publicado porJosé Homero el 1:47 p.m.



A principios del mes de septiembre una declaración cimbró, aparentemente, al mundo, Cristiano Ronaldo, CR7, el delantero del Real Madrid y referente de la selección de Portugal, dijo sentirse triste, y eso bastó para que la prensa mundial hiciera eco de una declaración intrascendente pero que durante semanas propició una serie de textos en los que se hilvanaron las teorías más disímbolas tratando de averiguar las causas de la saudade, sin que hasta el momento haya trascendido el motivo real de ese bajón anímico del goleador luso (hoy, al parecer, el incremento salarial del delantero –algo así como 19 millones de dólares por temporada– le ha devuelto la sonrisa).
Alguien de su propio club defendió el derecho de Ronaldo a estar triste; el periodista John Carlin lo atribuyó a la carencia de un entorno que le haya ayudado a poner los pies en tierra; hubo quien hizo psicosociología y señaló que la queja ronaldiana era reflejo del sentimiento que permea a la sociedad española afectada por la crisis económica e institucional que vive.
La dimensión mediática que adquirió la queja del futbolista demuestra lo banalizado de una sociedad como la nuestra, pendiente de situaciones tan poco trascendentes como el estado anímico de un jugador de futbol. Si bien todo el mundo tiene el derecho a sentirse deprimido y expresarlo abiertamente, eso debe ser algo que sólo al entorno cercano del afectado debiera o no interesarle, pero de ahí a convertirlo en motivo de preocupación nacional e internacional es un despropósito.
En México, el CCII aniversario del inicio de la guerra de Independencia nos hará olvidar, por un lapso de setenta y dos horas en el que habremos de desbordarnos en gritos y mentadas contra el “masiosare enemigo”, la tristeza que como nata gris se ha pegado en el ánimo de la gente, afectada por la violencia quística; por una crisis económica de una nación cuya economía emergente no alcanza a borrar la brecha de la desigualdad en el reparto de la riqueza.
¿En qué momento podremos declarar nuestra tristeza por la incertidumbre que genera el regreso de un partido como el PRI al poder? ¿Es válido sentirse triste por el cinismo del supremo tribunal electoral cuando señalan que la elección pasada fue la más transparente de la historia? Quizás en realidad haya sido un exceso de sinceridad, pues la trácala institucionalizada –de todos los bandos– fue la divisa que privó en el proceso.
Los jóvenes del 132 que volvieron a ser defraudados al tomar parte de una movilización que creyeron –por esnobismo en un porcentaje amplio– le daría la vuelta al sistema ¿tendrán un altavoz donde declarar su aflicción?
La salida de Andrés Manuel López Obrador de la izquierda institucional ¿es motivo para estar deprimido? Siempre he creído que el papel de López Obrador ha sido el de pulverizar una izquierda partidista comodina. Hoy, soberbios, se ufanan de las posibilidades de ganar el municipio de Xalapa en el 2013, sin caer en cuenta que en la elección federal el 52% de los votos que obtuvieron se los dio El Peje y el otro 48% fue producto de las pugnas internas de los grupos del PRI (la familia Zúñiga, Elizabeth Morales) que se disputan la posibilidad de obtener la candidatura a la alcaldía y para quienes Reynaldo Escobar representaba un obstáculo, por ello había que descarrilarlo y quitarle el trampolín de la diputación federal que lo impulsara a la candidatura.
La elección local apenas empieza y en Veracruz nos vemos afectados por el vacío de poder que representa este último trimestre de la administración calderonista; el acomodo y el establecimiento de nuevos pactos, así como la confirmación o no de lealtades no augura un panorama halagüeño en materia de seguridad. Las acciones de la Marina y el Ejército habrán de sufrir con este impasse, y en la confrontación con los grupos del crimen organizado eso puede representar serios retrocesos.
En la coyuntura electoral, la cuestión criminal será la divisa y el mejor mecanismo de presión política de quienes buscan posiciones a corto plazo y de aquellos grupos que han establecido ya, al ser incluidos en la estructura de gobierno, una cabeza de playa con miras al 2016. Nuestra tristeza, a diferencia de la de Cristiano, es sólo producto de la incertidumbre, la inseguridad y la desprotección, y no hay a la vista manera de remediarla.

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