El Farolito, cantina de Oaxaca que inspiró la legendaria Farolito de Bajo el Volcán |
Arremánguense
las faldas, señoras,
que
vamos a atravesar el infierno.
William
Blake
¿Qué puede
agregarse, cincuenta años después de ver la luz en español Bajo el volcán, a lo ya dicho y redicho acerca de ella y de su
autor? Poco; mejor aún: poquísimo si echamos por delante la humildad y la
sinceridad consecuentes hacia este inglés llamado Malcolm Lowry, niño bien
nacido el 21 de julio de 1909 en Birkenhead, pueblo adyacente a Liverpool del
que a los dieciocho años, influido por Robert Louis Stevenson, Joseph Conrad,
Herman Melville y Eugene O’Neill, se embarcó rumbo al lejano Oriente, viaje del
cual volvió para cursar estudios universitarios inconclusos y escribir una
primera novela (Ultramarina),[1]
que sería publicada en 1933 y donde están presentes las constantes que
orientarían su actuar vital y literario: la porosa línea vuelta espacio mínimo
e íntimo donde se dirime la elección entre la culpa y la gracia; la degradación
como apuesta vital en pos de la redención y la gloria; y esa concepción de la
realidad realmente existente construida mediante la convocatoria a las
metáforas vueltas guía de forasteros
para ir nombrando el entorno porque,
diría años después Octavio Paz, “los mundos los hace la palabra”, ésa
que fue la gracia de Lowry y éste asumió responsablemente, para verterla en lo
único que, Jorge Semprún dixit, el
escritor debe tomar en serio: la literatura.[2]
Por cierto, es durante ese viaje que Lowry adquiere una de sus dos más
importantes vocaciones: ser un bebedor consuetudinario de alcohol; la otra
sería la ya señalada literatura.
Ultramarina cuenta
las vicisitudes del joven Dana Hillton –alter ego del joven Lowry, al igual que
lo serán tangencial y fragmentariamente Hugh y El Cónsul en Bajo el volcán– a bordo del barco Oedipues Tyranus –el navío real en que
se embarcó Lowry, y al que fue llevado por su padre a bordo de una limusina, se
llamaba S. S. Pyrrhus; en Bajo el volcán el Filoctetes, donde viaja Hugh, se encuentra “un día, con un pobre
carguero hermano perteneciente a otro siglo, el Edipo Tirano” (p. 183)[3]–
y es, como casi toda ópera prima, autobiográfica, además de una declaración de
amor al mar que sería para nuestro autor no sólo el amplio territorio del vacío
y de la aventura, sino la vía de comunicación que daba entonces acceso al
conocimiento del mundo y, sobre todo, de los seres humanos con sus miserias y
sus glorias, temas que serían ponderados en toda la gama expresiva –cuentos,
novelas y poemas– que la escritura de Lowry iría desarrollando, al tiempo que
se insertaba en el laberinto del alcohol para arribar al estado de ebriedad
como estadio de plenitud, desde donde transitaría de la oscuridad a la luz y viceversa,
redefiniéndole el rostro a lo existente sin perder su arraigo con lo terrenal,
todo ello mediante el acto del artista que hiperboliza lo que ve y palpa para
crear un hiperrealismo que trasciende lo que es y se es e instaurar el mundo de
lo que puede o, mejor aún, debe ser, y que se establece de manera contundente
en el delirio de El Cónsul que hipertrofia la vida cotidiana y que sustenta el
capítulo V de la novela.
Lowry viaja en ese
1933 a la España de la Segunda
República. Lo hace quizás atraído por el significado que para los
socialdemócratas, los anarquistas y los socialistas de la época tenía ese corto
verano libertario –la afirmación resulta de evocar las referencias constantes a
la Guerra civil española en Bajo el
volcán y en la relación entre Hugh y El Cónsul. Como sea, en Granada, y por
la intermediación de su amigo Conrad Aiken,[4]
escritor estadounidense, Lowry conoce a la actriz Jan Gabriel, con quien se
casará en los albores de 1934 para vivir juntos seis meses y separarse; Jan
regresará a su país y él a Londres, de donde a fines del mismo año embarcará
hacia Nueva York para intentar una de las varias reconciliaciones fallidas con
su esposa, en tanto él deambula de borrachera en borrachera y ella de cama en
cama. Y en este andar la ruta de la dipsomanía va a dar, un día de junio de
1935, al área de psiquiatría del Bellevue Hospital, donde internado escribe Lunar Caustic (Piedra infernal),[5]
para al salir reconciliarse con Jan e irse a vivir a Los Ángeles porque quería
probar suerte como guionista, pero fracasa y deciden ambos partir desde San
Diego con destino a Acapulco, puerto al que arribarán el Día de Muertos de 1936
y casi de inmediato marchan a Cuernavaca.
Una vez más el
reencuentro dura poco y la relación termina. Lowry decide, el mismo día en que
Jan se va, partir solo a Oaxaca. Es 1937 comienza en la antigua Antequera su
definitivo viaje por los caminos del mezcal y pasa la noche buena y la navidad
preso, según algunos porque su escaso dominio del español provocó un
malentendido, según otros por no tener pasaporte y según el propio Lowry por
motivo de sus opiniones liberales. Quizá la verdad habría que buscarla en su
trashumar cantinero bebiendo litro tras litro de mezcal en compañía de Juan
Fernando Márquez, rumiando lo que luego escribiría: “La única esperanza es el
próximo trago… / Inútil titubear en el límite... / La única esperanza es el
próximo trago/ Si te apetece, puedes dar un paseo”.[6]
Paseo por las rutas
de la introspección y el deliro que duró el tiempo justo que el escritor
requería para ir vaciando su escritura de los artilugios propios de quienes
escriben sin haber vivido lo narrado, pisando a fondo el acelerador, cual
moderno Caronte dispuesto a invitar en su andar a todo aquel o a toda aquella
que quisiera acompañarlo sin apurarse en saber para qué ni para quién estaban
novelando. Y de esa estancia en el infierno vuelta epifanía, que nuestro autor
describe cabal y de manera sublime en la página 221 de Bajo el volcán, Lowry
obtuvo, además de disentería, fiebre reumática y paludismo, la sapiencia
elemental, primigenia, para emerger con el arsenal existencial que en cópula
con su talento lo llevarían a edificar uno de los portentos de la literatura
toda: Bajo el volcán.
“He caído muy bajo. Déjame caer más bajo aún,
para que pueda conocer la verdad. Déjame sufrir verdaderamente. Devuélveme mi
pureza, el conocimiento de los misterios, que he traicionado y perdido”, dice
El Cónsul ante la efigie de la Virgen de la Soledad; y Lowry, luego de haber hecho
espeleología en las profundidades del mezcal y de que el delirium tremens
lo lleve a sentirse perseguido por hombres salidos de la nada, regresa a
Estados Unidos, con la experiencia oaxaqueña vuelta descubrimiento de amor y
terror iluminadores que lo llevan a decir: “Conocí una ciudad de noche
aterradora./El niño alcohólico temblando en la mazmorra… Confortado por el
asesino, la compasión aquí también existe./ Los ruidos de la noche clamando,
pidiendo ayuda, /desde la ciudad y desde el jardín que expulsa a quien
destruye”.
Sale de México en
1938 rumbo a Los Ángeles, vía Nogales, para internarse en una clínica y luchar
contra su alcoholismo una vez más. Emprende ahí la tarea de concluir una novela que desde hace por lo menos cuatro años
viene armando en su cabeza, en diversos fragmentos de papel que pierde y
reencuentra y en otros que definitivamente no vuelve a ver; esa obra es Bajo
el volcán, cuyo primer manuscrito envía en 1940 a Harold Manson para que
éste busque un editor. Manson enviará el texto a más de una decena de editores
que rechazarán publicarlo y volverá a las manos de su autor, quien lo dejará
descansar un tiempo y retomará su corrección de manera pausada, pero
constante, tarea que concluye el 24 de diciembre de 1944; un año después, entre
noviembre y diciembre de 1945, regresará a México y se quedará hasta julio de
1946.
Durante esta segunda
estancia, acompañado de Margarie Bonner, su segunda esposa, vivirá entre
Cuernavaca y Oaxaca. Acude a ésta en busca de Juan Fernando Márquez y se encuentra
con que murió en una pelea de cantina, lo que motiva la escritura de una novela
inconclusa: Oscuro como la tumba donde
yace mi amigo.[7]
Viaja con Margarie a Acapulco en marzo de 1946 y son hostigados por agentes de
migración que intentan extorsionarlos, a causa de que la pareja ha dejado en
Cuernavaca su documentación migratoria. En mayo son encarcelados y embarcados
en ferrocarril hasta Nuevo Laredo para salir deportados del país. De esta
experiencia Lowry escribirá una novela inédita en español y editada, con el
nombre de La mordida, por la
Universidad de Georgia en 1996;[8]
en ella vuelve a utilizar como
personajes a Sigbjorn y Primrose Wilderness, protagonistas de Oscuro como la tumba donde yace mi amigo.
En 1947 Bajo
el volcán es publicada por Reynal and Hitchok, en Nueva York, y por
Jonathan Cape, en Londres, y Lowry abandona los terrenos de la anonimia al través una de las obras capitales de la
literatura moderna: del gran pastiche y crisol que sintetiza una tradición
narrativa que va de Dante a Joyce pasando por Cervantes y Goethe, así como el
mortero donde se desestructura y se reestructura una superlativa parodia de La
Divina Comedia, El Quijote, Fausto y Ulises; de la
sincera puesta en escena del infierno vital de un ser humano en tono de gran
guiñol; y de una metáfora de la existencia como el acto supremo de violencia
conducente a la muerte.
Bajo el volcán y sus doce capítulos, que dan cuenta de la
ebriedad delirante de El Cónsul durante un día, es también un catálogo de
indicios y señales e integra una crítica a la modernidad inacabada y a sus
grandes fracasos, manifiestos en un mundo contemporáneo permanentemente ebrio,
escrita por este inglés que un 27 de julio de 1957 ingirió una dosis excesiva
de somníferos ignorando, quizá, que mataba a uno de los cuatro o cinco mejores
novelistas de su siglo, a uno de los diez más grandes de toda la historia de la
literatura; ignorando que había enviado al sueño eterno a un autor futurista
que espera tranquilo, mezcal en mano, que el siglo XXI le traiga los mejores
lectores a una obra demasiada complicada por ser un sencillo acto de amor y
odio a la vida misma. ♦
[1] Hay edición
en español de Tusquets, que publicó también el volumen de relatos Escúchanos, señor, desde el cielo, tu morada,
Oscuro, como la tumba en que yace mi
amigo y Bajo el volcán; no sobra
decir que la primera edición de esta última en nuestro idioma es de ERA (1964),
traducida por Raúl Ortiz Ortiz, y que hay también una de 1981 en Bruguera.
[2] Véase el
prólogo a El volcán, el mezcal y los
comisarios, título bajo el cual Tusquets publicó, con una traducción
bellísima de Sergio Pitol, dos largas cartas de Lowry que son una declaración
de principios, una explicación y una defensa de sí mismo y de su obra más
importante. Carmen Virgil, compiló la correspondencia de éste bajo el título de
El viaje que nunca termina.
Correspondencia (1926-1957), publicada por Tusquets en 2000.
[3] Cito de la
edición en español de ERA.
[4] Este autor
esboza un perfil del veinteañero Lowry como afín a las ideas de izquierda, como
muchos intelectuales de entonces. Aiken ya era conocido en nuestra lengua desde
1920 a través de dos poemas traducidos y publicados en la revista bonaerense Grecia por un joven escritor argentino
de nombre Jorge Luis Borges, quien los había obtenido del número 3,
correspondiente a diciembre de 1919, de la revista londinense Cotiere A
Quarterly. Art, Prose, and Poetry, en cuyo consejo editorial
estaban T. S. Eliot y Aldous Huxley, y donde el propio Aiken y Stanley I.
Rypins figuraban como editores estadounidenses. Posiblemente durante alguna de
sus muchas estancias en Londres Lowry lo conoció y de ahí su viaje a España.
Queden aquí las hipótesis.
[5] De esta
obra, mitificada y vuelta objeto de culto por los “lowryófilos”, hay una
traducción editada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y otra
hecha por Montesinos, en España.
[6] Para la
poesía de Lowry en español puede consultarse la recopilación Poemas, en Visor (1971), traducida por
Mariano Antolín Rato. En 2004 ERA publicó sesenta y nueve poemas de Lowry, en
edición bilingüe, titulada Un trueno bajo
el Popocatépetl.
[7] Dicha obra
fue dejada inconclusa por Lowry y en 1968 su viuda y Douglas Day, su biógrafo,
la armaron con los manuscritos del escritor. La primera traducción al español es
de Eva Iribarne Dietrich y fue publicada en 1971 por la editorial venezolana
Tiempo Contemporáneo; en 1998, ERA publicaría otra versión con traducción de
Carlos Manzano, misma que también publicaría Tusquets. La biografía de Lowry
escrita por Day fue publicada en 1983 por el Fondo de Cultura Económica bajo el
título de Malcolm Lowry. Una biografía.
Jan Gabriel, primera esposa de Lowry, publicó en St. Martin’s Press sus
memorias, tituladas Inside the Volcano:
My life with Malcolm Lowry (2005), de las cuales, hasta donde sé –que es
muy poco–, no hay todavía versión en nuestro idioma.
[8] Acerca de
esta novela pueden consultarse la entrevista entre Sanjuana Martínez y Carmen
Virgil publicada en Proceso núm.
1223, así como el texto de Luis Javier Garrido a propósito de la entrevista,
publicado en Proceso núm. 1258.
Por Arturo García Niño